CAPITULO 21

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Veinte días después de lo sucedido Edgar no ha regresado, tengo temor de jamas volver a verlo. Extraño su presencia callada y astuta, sus bellos ojos negros y sus cálidos besos recorriendo mi cuerpo.

—Amelia deja de jugar con ese cuchillo y sigue cortando la fruta, rayaras la mesa —dijo  Nana eligiendo algunos condimentos de la alacena. Deje de mirar a la nada y seguí cortando lentamente con gran tristeza y pesar.

—Nana... ¿no han sabido de Edgar?

— No cariño, al menos yo no, tengo entendido que tu tio hablo con el por temas de trabajo, pero no me dijo nada de por que no ha vuelto

Me mordia las mejillas por dentro del estrés de no saber nada de el, por lo que solo suspire y me quede en silencio. 

Había terminado de cortar la fruta, me dirigí a la puerta principal, ahi me quite mis zapatos, remangue las mangas de mi camisa color lavanda y solté mi largo y oscuro cabello. Corrí entre las ramas y la tierra seca, me inquietaba encontrar animales raros, cosas perdidas, incluso algunas estatuas viejas y olvidadas en el tenebroso bosque. 

 Corría por las flores silvestres cuando mi cuerpo se detuvo, mi oído logro escuchar un motor por mi mente paso ''Jaguar, Edgar ¡el auto de Edgar !'' Corrí entre las ramas velozmente  y me escondí entre ellas , era el,  aquel hombre que me había dejado desconsolada y como una tonta enamorada. Vestía un pantalón de vestir color camello, una camisa blanca, sus mangas se encontraban arremangadas, llevaba puestos sus lentes oscuros y unas rosas en las manos, estas eran demasiadas rosas con pétalos rosados. Lo observaba detenidamente,  vi como el caminaba a la puerta principal. Toco el timbre muy decidido y espero, mi Nana abrió la puerta, ella lo abrazo, se dijeron algunas palabras que no pude entender y entro .

Me quede sorprendida de su regreso, tenia temor de lo que podía decirme, por lo que no quise apresurarme en ir a verlo. Pase unos minutos pensando ahi en la naturaleza cuando me decidí por entrar a verlo. Camine hasta la casa en gran silencio meditando lo que mis enamorados ojos acababan de presenciar. Entre y mi Nana sacudía las cortinas .

—Amelia qué bueno que regresas ¿ adivina quien ha venido ?— dijo felizmente.

—No lose ¿la señorita Rumsfeld? — dije molesta, ella me miro con los ojos tristes.

 — No cariño, ella a un no regresa 

—¿Entonces Nana ?

Me hacía la estúpida cuando sabia que el estaba en casa , tal vez escuchando la conversación u odiándome.

—¡Edgar esta aquí ! en la biblioteca, ve y salúdalo — dijo con una gran sonrisa.

 La mire en silencio después de lo que ella dijo, entonces dije algo nerviosa— Si Nana — salí  de la sala y di un gran recorrido hasta la biblioteca, abrí la puerta lentamente. Entre al lugar cerrando cuidadosamente la enorme puerta del lugar y note que solo alumbraba el candelabro central del techo.

—¿Edgar? — dije con una voz débil.

De la obscuridad de los estantes repletos de libros viejos, vino el, con una sonrisa macabra en su rostro .

—¡ Amelia ! 

—Edgar estoy feliz de verte otra vez — dije mientras lo miraba a los ojos, a esos preciosos ojos negros.

—Amelia, luces espléndida

Lo mire asustada y solté un gran suspiro no pude contenerme mas tenia que hablar —Edgar ¡ lo siento! en verdad, fui una chiquilla tonta, grite tantas estupideces que no se por donde empezar ...

El solo se acerco a mi, me tomo por la cintura y me comenzó a besar. Podía sentir su deseo por mi, era como un lobo atacando al indefenso cordero, el me quitaba la respiración, me consumía con su deseo, su mano comenzó a alejarse de mi cintura para encontrarse con mi pecho; el me acariciaba suavemente, entonces me cargo, mis piernas rodeaban sus caderas, me llevo hasta un sillón de piel,  aventó todos los libros que se encontraban allí y  se poso sobre mi. 

Edgar me comenzó a desabrochar los botones de mi camisa, podía ver mi sostén de encaje azul , metió sus manos por debajo de mi falda y se deshizo de mis bragas , sus manos subían mi falda hasta mi cintura. Sus caricias aumentaban entonces el desabrocho su cinturón de piel y bajo sus pantalones al igual que su ropa interior ....

—¡ Amelia Te amo como jamas pude amar a alguien !— dijo en unas dulces palabras, mientras me hacia el amor.

EL LADO OSCURO DE LA INOCENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora