Miércoles. 14 de diciembre

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2:00 a. m.

Me muero del sueño. ¿Acaso Adan no lo nota en mis múltiples bostezos? En las películas siempre las mujeres están preparadas para estos casos con helado, chucherías y esas cosas, pero esto de estar comiendo limón con sal que es lo único que tengo, como que no cuadra. Ya tengo la lengua dormida y los labios ardiendo.

—Mejor que te enteraras antes de vestirte de santa y pedirle matrimonio. ¿Compraste los anillos?

—Sí, compré un lindo anillo de compromiso, no de diamante, esas cosas aquí ni existen, pero creo que es lindo. Tendré que venderlo, creo. Yo de verdad la amo, tú lo sabes.

—Sí, pero ni se te ocurra estar rogándole. Es hora de que tengas un poco de dignidad. Ella te engañó y que sufra por eso. Si te veo enviándole un mensaje dejaré de hablarte para siempre.

—¿Eso debería detenerme?

—Sí, porque yo soy la mejor amiga que puedas tener. Lo cierto Adan es que eres apuesto, divertido, tienes plata, y eres la mejor persona que conozco, hay miles de mujeres bellísimas y solteras. Audry es una más del montón.

—Audry no era una más del montón. Ella era perfecta. Pero odio que me haya visto la cara.

—Estuvo de lujo los golpes que le diste al burgués ese. Y cuando te arrancaste los lentes de contacto, eso... eso —No te rías—, eso estuvo tan épico.

—¿Si? Lo malo es el ardor que vino después, aún los tengo irritados.

—Ya eso fue por el llanto que le precedió.

—Sí, supongo. ¿Sabes algo? Ninguna mujer volverá a jugar conmigo, se acabó, este Adan tonto y lame botas, como tú siempre decías, se acabó.

—Tienes que encontrar el equilibrio, no ser un patán, pero tampoco un imbécil.

—Por un momento llegué a pensar que ibas a elegir a Audry.

—Bueno... trabajo con ella, pero tú eres tú, primero fue sábado que domingo, a ti te conocí antes. Además, qué amigo iría a pasarse por camarero para ayudarme.

—¿Por qué soy tan tontamente bueno?

—No sé, tal vez tu mamá te lo enseñó, pero a mí me gusta.

—Tú no sabías que Lauren me engañaba, ¿cierto?

—¡Yo! ¿Crees que no te lo habría dicho? ¿Por quién me tomas Adan?

En momentos como estos es que siento que heredé los dotes actorales de mi mamá.

—Mejor me voy a dormir ya. Nos vemos mañana.

Yes, hasta que se va. Aunque pobrecito, está tan desvalido.

—¿Qué te parece si mañana en la noche nos emborrachamos? Bueno, hoy en la noche porque ya es miércoles. Compraré algo de tomar y comida, ¿qué dices? Hagamos lo que debimos hacer hoy.

—Prefiero emborracharme con unos panas.

—OK, no te emborraches con la fea de tu mejor amiga.

—Nunca me he emborrachado contigo.

—Claro que sí, cuando estábamos en cuarto año, ¿no recuerdas? Estábamos en el parque ese tomando Anís con jugo de naranja.

—¿Cómo pude haberlo olvidado? Tuve que buscar a los bomberos para que te bajaran del árbol al que trepaste. Te vuelves Tarzán cuando te emborrachas. Ese día nuestros padres tuvieron que buscarnos donde los policías. Ves por qué no debo emborracharme contigo.

¡Cuidado! Loca al VolanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora