Capítulo 18. 1/3

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El frío se colaba por todo su cuerpo, ya casi no podía sentir sus extremidades. Durante horas bod sació su sed de castigo con aquellas tiras de cuero, que marcaba el pequeño cuerpo de l muchacha. La chica tenía dos días sin comer, y aunque shelsea intentaba alimentarla, le era muy difícil, pues enma no aceptaba nada, se sentía en un agujero negro, sin salida. Su dolor iba más allá de lo físico, en su ser habían más marcas de un alma rota, que de un cuerpo marcado.

Se sentía cansada física y emocionalmente, las últimas cuarenta y ocho horas habían sido las peores en su vida desde hace mucho tiempo; pero aún así, con su cuerpo encima de una mesa, morado de tantos golpes, no pudo evitar recordar a Emilio dormido como un bebé en el suelo, ese recuerdo era
su Dios dentro de tanto infierno.

Su madre también estaba con ella, estaba atada a una silla al frente de una ventana que estaba en la habitación, shelsea se hallaba perdida entre sus demonios, se sentía miserable por ver como maltrataban a su hija sin tener la culpa de nada, enma solo estaba actuando como una adolescente reprimida, y a eso estaba condenada. Por no tener una vida normal, por no tener una familia estable, y por no tener el calor de madre siempre a su lado...

Bob sentía que tenía todo bajo control, cada vez que observaba el cuerpo pequeño y maltratado de la muchacha recordaba a su pequeña, esa que le fue arrebatada, y eso lo iban a pagar...

La muchacha ya no podía resistir más, el frío, el dolor y las lágrimas estaban acabando con ella, poco a poco fue cayendo en un pozo negro, donde nadie la molestaba, donde se sentia libre por unos instantes.

—Hermanita ven. Vamos a jugar allá. – le señaló la pequeña castaña el lugar.

—Pero es peligroso, mamita nos va a regañar.– respondió la pequeña.

La castaña ignoró la advertencia y haló del brazo a la rubita. Ambas corrían entre montes y flores silvestres. A lo lejos la rubia observó a un canino peludo y de inmediato corrió hasta él, lo tomó entre sus brazos y lo llenó de mimos y besos. Quería mostrarle su hallazgo a su hermana, pero no le importo quedarse unos minutos más con el pequeño animalito.

Enma recogía flores blancas para su madre, y las guardaba en el bolsillo delantero de si vestido color violeta, su madre amaba las flores y ella quería complacerla por un momento. En su mente inocente también estaba su figura paterna, él muchísimas veces la ignoraba y le daba más atención a su hermana, y aunque decía que las quería por igual, ella sabia que no era así. Siempre había un trato diferente, y tanto que ella llega quería...

Cuando terminó de recoger las hermosas flores, buscó con la mirada a su hermana, pero no la vió, solo sintió cuando su padre la tomó por el brazo bruscamente.

—¿Donde dejaste a annie?– le preguntó con el rostro horrorizado.

—Papi... yo.. yo no sé.– respondió enma agachando la mirada.

—¿Como que no sabes? Tú la trajiste hasta acá.– le dijo zarandeándola.

—Basta papi, yo no sé. No sé..– respondió entre lágrimas.

—Pequeña despierta. Estas teniendo una pesadilla.– le grito alto y claro su madre desde la silla.

Enma se despertó bruscamente entre lágrimas, otra vez ahi estaba esa niña que no tenía idea de quién era. Su cuerpo temblaba al recordar el rostro de bob en su sueño, era la misma expresión que usaba siempre. Pero con ella siempre era así, rudo y malo. Su cabeza dolía de tanto pensar, y tratando de atar cabos sueltos, pero no hallaba respuestas, era difícil tratar de recordar algo que solo veías en sueños, y ya empezaba a frustrarse, esa niña diariamente inviadia sus sueños como si fuese la dueña de ellos.

—¡¡Enma!!– gritó shelsea.

—¿Quie-én es.. ella?– fue lo primero que dijo al salir de su trance.

—¿A qué te refieres hija? Estas delirando.– susurró shelsea angustiada.

—No, shelsea. No estoy delirando. ¿Quién jodido es, annie?– vociferó enma entre lágrimas.

La mujer inmediatamente palideció, era imposible creer que haya recordado. ¿Como era posible? Por su cuerpo pasó una energía que le causo un escalofrío. No quería llegar hasta ese punto, aún no...

—¡¡Dime de una maldita vez¡¡ ¡¿Quién es annie?!...

Y justo en ese momento ambas escucharon como la puerta se abría y dejaban ver a bob, su rostro se descompuso al escuchar el nombre de su pequeña.

—¡No vuelvas a mencionarla, si es que quieres seguir viva!– exclamó.

—¡No! Ahora ambos me van a decir quién carajos es ella, porque la veo en sueños. ¿O me diran que estoy loca?– contestó enma con el poco de fuerza que le quedaba.

—Hijita, aún no.– rogó shelsea.

—Ustedes son unas malditas bastardas. Tú.– señaló el cuerpo de enma.— me quitaste lo que más amaba, y eso lo pagaras, y con creces. Eres una infeliz.– vociferó bob, caminó unos cuántos pasos hasta la mesa donde enma estaba, la tomo bruscamente del cabello y se acercó a su oreja y le dijo:

—¿Por qué no le dices a la buena para nada de tu madre, que te refresque la menoría? Así sabrás porque estás así.– y finalmente se retiró.

La cabeza de la muchacha dolía aún más, ahora más que nunca necesitaba respuestas, no entendía de qué rayos hablaba bob, y eso le molestaba. Su madre tampoco ayudaba, solo se había quedado llorando en esa silla de metal, mientras observaba la luna por la Ventana.

—¿Algún día me contarás? – preguntó enma derrotada. Su cuerpo y su mente estaban muy cansados, e iban necesitar descansar para enfrentar otra fuerte batalla.

—Algún día lo sabrás.– prometió la mujer con la mirada pérdida.

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Bueno, y como lo prometido es deuda, aquí esta. El primer capítulo de mí primer maratón. Espero que lo disfruten.

Y para los que no se fueron, espero que voten y comenten♥…

Los quiero.

Solo por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora