Capítulo 21.

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Se levantó de la mesa como un resorte y salió de la cafetería con Emilio. Alina quedo súper desubicada, pues se suponía que enma estaba a punto de contarle algo que parecía ser importante. Sin embargo por otro lado estaba enma agradecida con la vida y con aquel muchacho que interrumpió a tiempo ese intento de confesión. Las cosas pasaban por algo, y aún no era el momento. Sabía que el momento de contárselo a alina llegaría, pero no quería que ese momento llegara,   o mejor dicho, no quería decirlo. Pero en su interior sabía que tenía que contárselo a alguien que lo viera desde afuera, alguien que no fuera ni arte ni parte de su familia, y su reciente amiga era esa persona.

Y ahí estaba caminando por los pasillos de la facultad de ambiente con Emilio. Sus nervios se incrementaban más y más cada vez que veía al muchacho por hablar. Se le notaba nervioso, o más bien asustado, pero no le dio mucha importancia, pues ella estaba igual o peor que él. Le avergonzaba que el llegase a recordarla ebria o peor, dormida en sus brazos en aquella habitación. Su mente ataba cabos a tiempo record, tal vez el solo venía a pedirle que se alejara de el por su novia, ya que recordaba perfectamente que la habían mencionado en algún momento en el bar
Por otro lado estaba Emilio debatiéndose ¿Cómo rayos comenzar esta conversación? Era incómodo y hasta ¿extraño? No es que sea todo un don juan cuando de una chica se trata, pero si se le daba lo bastante bien cuando quería a alguien. Y eso era lo quería, quería entablar una buena conversación con enma, esa chica que no ha olvidado desde que la vio en la fila de ese bar. Su mente no hacia mas nada que pensar en esa sonrisa timida de esa muchacha, de lo hermosa que la hacia ver ese vestido y todas las cosas que decía…Por otro lado estaba la confesión de su padre que, aunque no creyo por completo, lo dejo con la incertidumbre de saber si será verdad, su madre no parecía ser ese tipo de mujer, en fin, se estaba volviendo loco.
Enma no aguanto y detuvo su andar y dijo:

—¿Qué quieres hablar?— a Emilio lo tomo por sorpresa la confianza con la que se atrevio a preguntar. Pero lo agradeció, ya que el no sabia ni como entablar la conversacion.

—No lo sé, yo..—Se quedó corto en palabras. Realmente no sabía que decir, o quizás si, pero no sabia como expresarse.

—Si quieres que me aleje de ti por tu novia, esta bien no hay nin...— la interrumpió.

—¡No! No es nada de eso. Ella...— quería decir que ella ni siquiera era su novia como tal.— ella no pinta nada aquí.— Y no dijo nada.

Enma frunció el ceño. No sabia ya que pensar. ¿Ahora qué querría él?

Pero él solo la observaba, miraba como un niño lo tierna que se veía con el ceño fruncido, y...

—¿Vas a decirme exactamente qué quieres o me verás así todo el día?— la muchacha se sorprendió asimisma por hablar de aquella manera.

—Me gustaría salir un día contigo. — ¿Qué? Enma no sabía si había escuchado bien o era la brisa que había distorsionado esas palabras.

—¿Qué?

—Eso. Eso es lo que quiero.— respondió con firmeza.

—¿Y si no quiero?

—suelo ser muy insistente.

La muchacha empezaba a desesperarse. No sabia si estar Feliz o aterrada. Tenia muchos problemas y lo menos que quería era esto, o quizás lo quería. Pero jamás pensó que llegase a pasar algún día.

—Yo...— intento responder pero nuevamente fue interrumpida.

—Señorita belle, esta solicidada por el rector inmediatamente. — le dijo mindy la secretaria de control estudiantil.

Definitivamente ese día no entraba en una para salir de la otra. Era entre la espada y la pared y aquello comenzaba a frustrarle. Allí estaban los resultados de faltar a la facultad.

Estaba tan sumida en sus pensamientos que no se dióxido cuenta que en frente de ella aún estaban Emilio y mindy quien esperaba una respuesta afirmativa.

—Enseguida voy, gracias. — le respondió amablemente a la secretaria.

—Tranquila, no pongas esa cara. Luego te busco. — musito Emilio antes de irse y regalarle una sonrisa.

¿Pasaría algo peor en todo el día? No lo sabia, pero ya nada le sorprenderia.

Camino durante cinco minutos por los pasillos buscando la oficina del rector, hasta que finalmente la encontró y se dispuso a entrar.

Toco la puerta, y luego escuchó un fuerte y claro adelante.

—Buenos días señor rector. La señorita mindy me dijo que me solicita. — dijo tomando asiento .

El señor canoso asintió.

—Si, así es. Nuestra universidad es conocida por nuestros excelentes estudiantes, y usted es uno de ellos. Como muchos no saben, los buenos promedios estan en un listado, que cada día se verifica su asistencia. Y, por lo que me han informado, usted señorita belle ha faltado por casi dos semanas.— explicó educadamnte el rector.

—Entiendo. Pero ¿Que pasa con eso? Se supone que una facultad no es igual que un colegio.— bramó.

—Usted misma lo ha dicho. Pero, usted es un caso especial. Usted es una alumna becada. Y si sigue faltando, perderá si beca.

Aquello la dejó fría eso era lo menos que necesitaba, y ahora se estaba enfrentando a ello.

—Le aseguro que no faltaré más, con permiso.— dijo levantándose del cómodo asiento de cuero gamusado.

—Propio.

Estaba hecha un lio.

Inmediatamente se le quitaron las ganas de asistir a la clase. Aunque había casi prometido que no faltaría más, esta sería literalmente la última vez. Aunque también bob le había dicho que venia a recogerla temprano. Así que camino hacia el estacionamiento y ahí estaba el auto.

Rápidamente se introdujo en el, sin saludar y sin decir nada. Así era mejor, cuando se trataban como extraño, y cuanto deseaba que fuera así todos los días.

En un suspiro ya su padre estaba estacionandóse en frente de su casa. Enma bajo del auto y se fue a su habitación. Se sentó encima del cartón pero pegó un brinco al sentir algo que la lastimó. Tanteo con las manos y encontró aquello que la lastimaba. Era la hojilla que solía usar. Al tomarla en sus manos brotaron unas lágrimas de sus ojos. Era increíble ver como algo tan pequeño podría lastimar tanto, y aun así dejar su propia huella. Pero nada se igualaba con todo lo que había vivido durante su corta vida. Así que reunió todas sus fuerzas, y voto el objeto en el cesto de basura. No se infligiria dolor asimisma, ya no mas. Ya estaba cansada de que todos la lastimaran, y aparte viniera ella misma a lastimarse. Era inútil, e hipócrita. Todo iba a cambiar, de poquito a poquito.

—Aquì esta el atuendo de hoy.— anunció su padre dejándole una bolsa color rojo mate al lado de ella.

—Gracias.— respondió. Aquello desubico a bob. Nunca nadie le había dado las gracias, excepto una persona muy especial, así que aquellas palabras lograron conmoverlo.

Enma se maquilló de pies a cabeza. Tapo poco a poco cada uno y todos los morados de su cuerpo. Esta vez no estaba su madre para ayudarla. Se preguntó como estaría, pero prometió visitarla al regresar.

Se colocó el corsé negro junto las bragas negras, y unas medias de malla color rosa chillón. Maquillo su rostro muy sutil, nada cargado, y agrego un labial rosa intenso. Se colocó sus tacones de gamusa negro, y finalmente se vió al espejo.

Faltaba el toque final.

—Regreso bella calamidades.— dijo colocándose el antifaz color plata.

Solo por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora