Capítulo 22.

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Bob se sorprendió al ver a esa mujer frente al espejo, Enma solía mostrarse recelosa cuando se trataba de sus negocios sucios. Pero sin embargo, ahí estaba ella, parada en frente del espejo, viéndose asimismo con orgullo y la frente en alto. Aquello era realmente sorprende, ella pues ella misma odiaba los espejos.  Un vago recuerdo se apodero de su mente al verla ahí de pie, recordó lo hermosas que eran ambas, y que, si ella estuviese viva, sería igual de hermosa que enma.

Su corazón se había ablandado por unos cuantos segundos, pero es o cambio cuando la muchacha se giró sobre sus pies y dio un paso hacia el. Se mostraba segura de sí misma, aunque por dentro estuviese muerta de miedo. Pero las cosas debían cambiar, y ella haría lo que fuera para que todo cambiase, y tenía que comenzar por el hombre que hacía llamarse su padre, ese hombre que desde pequeña le infligió el dolor y el maltrato. Estaban frente a frente, en un duelo de miradas, sus almas estaban expuestas, y la barrera que Bob había construido durante años, se estaba desmoronando a pedazos agigantados.  Enma podía ver como la mirada de Bob reflejaba confusión y dolor, era extraño verlo así, pues nunca recordó verlo tan expuesto a la sensibilidad, pero eso no era un motivo para quitar su cara de póker. Si èl sabia jugar, ella iba a aprender a jugar también, tal vez en el camino se daría algunos golpes, pero sabría levantarse y caminar nuevamente, como siempre lo hacía. Y más aún cuando pensó que caería en un pozo sin salida, y logro salir de él, estaba segura de sí misma, segura de que ya nada la derribaría, ya no había ningún motivo para caer, o quizás sí, pero ya no eran lo suficientemente grandes para hacerla tropezar.

Su padre no soporto la presión de aquella irada, y la retiro sumamente vencido, no tenía habla, ni mucho menos nada qué decir, en algún momento ella pagaría por todo lo que hizo. Aunque en realidad siempre ha estado pagando todo aquello que èl afirma ser la culpa de ella, pero él mismo se encargaría de que ella sufriera en carne propia lo que el sufrió, solo era cuestión de tiempo…

Por otro lado Enma  sonrió lasciva y camino hasta el auto negro que estaba estacionado afuera de su casa, era hora del teatro. Le pareció extraño ver a aquel hombre un poco mayor, que vio aquella vez que llego a casa y se encontró con su hermano muerto, era el mismo hombre que discutía ferozmente con su padre sin importarle nada. Pero más extraño era verlos a ambos sonrientes, y con un Brady en sus manos… Una vez dentro del coche, saludo al señor de gorro que estaba al mando del vehículo, y en segundos ya iban de camino a algún hotel, o motel de la cuidad… su cabeza iba recostada del vidrio de la ventana, veía las brillantes luces que había en toda la ciudad, todo era una maravilla, se maldijo asimisma por haberse perdido tanto de su vida. Pero, algún día aquel círculo vicioso iba a terminar.

El camino realmente era
extraño, o simplemente era el tiempo que tenía sin salir de cierta manera, lo que le hacía ver el camino largo. Pero no le dio mucha importancia, tenía que planear perfectamente un plan, y más aún si este encuentro seria nuevamente con el chico que la última vez la beso desenfrenadamente y con pasión. Lo recoradaba como si hubiese sido ayer, ese dia había sido tan intenso para ella, que aquel eso fue como cerrar con broche de oro. No había sido para nada ordinario, era necesitado y con demasiada emoción de parte de él, aun recordaba los labios de aquel chico, era como terciopelo acariciándola de una manera que nunca nadie lo había hecho, y eso, realmente había sido especial, aunque en ocasiones lo negara… sacudió inmediatamente su cabeza, tenía que borrar esos recuerdos, no podía flaquear al tenerlo en frente y que por error esa vaga imagen llegara hasta su mente.

Tenía que ser fuerte, y decidida.

-llegamos señorita, ¿la acompaño o va usted sola?- pregunt5o amablemnte el señor de gorra. Ella solo susurro por lo bajo un voy sola y el asintió.

Al bajarse del coche se paró de frente al lugar y pudo notar que era el mismo de la última vez, aquel que se veía carísimo, y que obviamente era muy caro.

Solo por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora