Capítulo 16.

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La pobre muchacha sentía algo horrible en su pecho, y al ver a Emilio fue como ver a Dios. Le susurro entre labios dándole las gracias por aquel acto hacia ella. Él solo se quedó allí, lelo con la timidez de enma, nunca se imagino que se vería en una situación como esa, pero le gustaba. Le gustaba aquello que sintió cuando vió a la muchacha sonreír tímidamente; de alguna manera se vio a sí mismo en esa muchacha. Claro, solo él lo entendía.

—Sueltala. Tu novia llegó. – anunció alguien entre la multitud.

El rostro de Emilio palidecio, lo menos que quería era lidiar con aquella niña un poco caprichosa. Ese era su momento no el de ella.

Enma por su parte salió de la burbuja en la cual se hallaban, y tomo una distancia prudente al escuchar aquel anuncio. Eso la desubico por completo.

Se cuestionaba y se reprendia internamente por haber salido en ese momento oportuno.

De repente se asomo una melena castaña, no se le distinguía bien, pero poseía un grandioso cuerpo, llevaba un vestido negro ceñido al cuerpo, dejaba ver unas piernas de infarto, era totalmente perfecta; enma se sintió aún más fuera de lugar cuando recordó que esa era la dichosa novia de aquel muchacho. Inconscientemente recordó aquella consulta en la universidad, y se ruborizo pensando en ese momento tan incómodo. Obviamente no lo quería repetir nuevamente, así caminó entre tanta gente, hasta que a lejos visualizo la dicho salida, supo que era así porque en la parte superior de la puerta se encontraba un letrero que decía claramente “Salida” era de un color rojo intenso. Ese color la persiguia, lo odiaba, pero aún así esa puerta era como su Dios.

La castaña dió una vuelta para ver mejor a emilio, y él por su parte se destenso al verla, no era aquella chica que decía ser su novia. La habían confundido con alguien muy parecida. Resopló votando todo el aire contenido, era un alivio en aquel momento. Se talló su cara con sus manos bruscamente para salir de aquel trance finalmente, al quitar las manos de su rostro se llevo la sorpresa de que enma no se hallaba a su lado, esa chica curiosa no estaba allí, se maldijo por haber sido tan descuidado y no notar cuando se marchaba.

Alzó un poco su cuello mientras caminaba entre la multitud y buscaba con sus ojos a esa cabellera castaña, que no era como cualquier otra, esa era de un chocolate intenso, totalmente hermoso.

—Bingo.– dijo cuando vió a enma acercarse tentativamente acercarse a la Salida.

Caminó con el paso apurado cruzando la pista de baile, en la cual ya se hallaban las parejas bailando desenfrenadamente, ya que había vuelto la música. Tropezó torpemente con una que otra chica, las cuales no se resistieron y solicitaron su presencia, pero él se negaba sin si quiera mirarlas, su mirada estaba fija en otra chica, y uno era esa rubia vulominosa.

—¡No te vayas!– le dijo tomandola por el brazo rápidamente. Ella recelosa de la situación le pidió que la soltara, y él delicadamente lo hizo.

—¿Porqué no me puedo ir? Nada me ata a este Lugar.– musito cruzandose de brazos. A é ese gesto le pareció el más tierno de todos, se notaba levemente arisca, pero su ternura desbordaba por doquier, y eso él no lo podía pasar por alto.

—Deja de verme como... como un baboso y habla de una vez.– ella por su parte quería mostrarse ruda, nose quería doblegar ante ningun hombre, y el gran Emilio no seria la excepción.

—Disculpa... es que.. ehh... bueno olvidalo. Ah y algo más, s-se... se que nadie ni nada te ata a este lugar; pero... quería saber si...– se rasco su nuca nerviosamente.— Quería saber si quieres un trago.

Aquello descoloco a la muchacha, no se esperaba eso. Nunca jamás; pero más la desubicó fue aquel nerviosismo del muchacho al hablar.

Emilio se sorprendió a sí mismo cuando esas palabras le habían salido de su boca de esa manera. Así solo le había hablado a su padre, con nerviosismo a causa del miedo; pero esta vez era diferente, no existía el miedo, solo la ansiedad de que los labios de aquella muchacha dijeran que si a su invitación. Enma lo miró por una fracción de segundo, observó como el rostro de Emilio se veía contraído, ansiando una respuesta; pero ella lo menos que hacía era pensar en eso. Su mirada fue bajando desde el cuello hacía abajo. Pudo ver que aquella camisa le quedaba a la perfección, sus músculos tensados se tonaban aún más y eso la hizo sonrojar, era tan primitivo ese encuentro, nunca había estado tan cerca de un hombre sin ser abusada, a excepción de el llorón como ella decía. Poso su vista justo en sus ojos, y le parecieron peculiares, muy hermosos y sentía que ya los había visto.

—Tú también tienes ojos hermosos.– susurró Emilio un poco apenado. Pero ella solo se sorprendió por aquel comentario, le había leído su mente prácticamente, ella quería decir eso mismo; pero obviamente no lo diría aunque lo quisiese.

Él esboso una sonrisa al darse cuenta que estaban nuevamente en la burbuja que había reventado el comentario aquel de su novia. Él no se cansaba de mirarla, ella era como un imán y el quería ir a ella como una hormiga a la azúcar. Algo en ella le llamaba su atención, y quería descubrirlo. Su nerviosismo no paraba, más bien aumentaba y ya el momento se hacía incómodo. Varias miradas se posaron en ellos, pero no lo notaron.

—Oye Emilio ven tomate unas chelas conmigo.– dijo un amigo de él.

—¿Vienes?– se dirigió a enma. Parecía una niña en cuerpo de mujer.

Asintió levemente en modo de respuesta, y fue más que suficiente para que Emilio le regalara su sonrisa triunfadora.

Los muchachos iban delante, y la indefensa enma se quedaba atrás, pero los estaba siguiendo. En su mente se maldecia por haber ido a ese sitio, al cual no encajaba y nunca había ido.

Se sintió fuera de lugar cuando todos se sentaron en la barra, una chica rubia se acerca un poco a él y le dice algo en el oído pero le responde negando con su cabeza. Enma suspiro aliviada, no quería quedarse ahí sola mientras el se tiraba a la rubia oxigenada.

—¿Tomas?– pregunta Tomas, el chico de la barra. Ella niega con la cabeza.

—Oh vaya. Saldrás perfecta de aqui...

Enma confundida solo observó como mezclaba unos líquidos y los revolvia como un profesional.

—Esta listo, pruebalo niña.– Ella por su parte asomo su cabeza hasta el pequeño vaso el cual contenía un liquido un poco espeso y amarillo. Le dio una mirada de soslayo a Emilio quien le hizo un ademán para que probara dicha bebida.

Durante unos nanosegundos lo pensó. No quería negarse, pero tampoco quería ser una arcoholica; pero al final tomo el pequeño vaso de vidrio hasta sus manos y lo llevo a su boca, el liquido le quemaba su garganta mientras llegaba a su estómago, cerró los ojos para ver si así pasaba más rápido aquel ardor; pero era realmente exquisito para su paladar inexperto, millones de sabores se hallaban en su boca, era dulce y a la vez ácido. Era perfecto para ella. Algo así necesitaba.

—No tomes mucho.– le advirtió el barman.

Pero la muchacha no le hizo caso, tomo trago tras trago. Y evidentemente Emilio no se quedó atrás, él no se dejaría ver como un marica delante de aquella mujer tomando alocadamente.

El reto creció en el interior de él, pensó que si ella creía que podía llegar con su dulce rostro y beber como loca, él también lo haría; pero muchísimo mejor, y el doble. No sabía porque hacía aquello, pero le parecía desafiante y divertido.

Al mal tiempo, buena cara.

Esas palabras rodaron por su cabeza, lo recordó como si fuese su madre la que había revivido para decirle aquella oración en ese momento.

El momento lo demandaba, al igual su cuerpo. Él quería distraer su mente de su vida, ¿Y que mejor beber viendo el rostro de enma cada vez que toma? Esa mujer era un maldito imán.

—Neeee-ecesito otrooo.– exclamó enma más que borracha.

—Igu-uaal yop.– dijo Emilio haciendo pucheros.

—Jovenes ya no les puedo dar más. Ya vamos a cerrar sera mejor que se valla. Ya casi amanece.– musito el dueño del recinto.

—Vaamos. Coseguireeemos en otroo lado.– anunció Emilio mientras tomaba a enma de la mano. Iban ya casi saliendo de el local, cuando de repente el muchacho se giro, y le sacó la lengua al dueño.

Aquel hombre solo lo ignoró, y rogo para que llegaran bien.

—Vamos caminaado ¿Shii?– preguntó enma.

—V-vamos... gateeando sí quierees.

Solo por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora