Los besos eran desenfrenadamente duros y llenos de pasión y necesidad. Después de escuchar aquel acuerdo no hubo nada más que decir, todo estaba dicho. Ella estaba en la cama recostada con una mirada curiosa e impaciente —Nunca se había sentido así— y por otro lado estaba él, alrededor de la cama, caminando en círculos alrededor de la misma.
Aquella imagen fue la perdición para la muchacha. Él estaba ahí en su faceta seductora, una que nunca había visto. Tenía unos vaqueros negros ajustados, y una mascara negra a juego. Su torso estaba libre de ropa, expuesto a la imaginación de la muchacha... El deseo se podía cortar con un cuchillo, pero la cabeza de ambos era un caos total. Por un lado él quería comersela entera durante toda la noche; pero no sabía si se sentía realmente preparado para responder aunque sea dos preguntas de ella. No sabían si aquello estaba mal, pero de algo si estaban seguros, es que eso lo iban a averiguar en ese instante.
Sin perder tiempo, él se subió a la cama como un depredador buscando a su presa. La beso en lugares estratégicos para hacerla sufrir un rato, aquello le entusiasmaba demasiado. La imagen era realmente tentadora: ella debajo de él gimiendo que no pare, que vaya más rápido... con ese traje, esas mallas y esos tacones que lo volvían loco desde que la vió por el rabillo del ojo por primera vez.
—Eres realmente preciosa.— susurro él mientras paseaba su lengua por el valle de sus senos. No eran perfectos pero eran únicos, grandes y afirmados. Ella gimió en respuesta, todo era deliradamente perfecto, malo y codicioso. El deseo carnal era infinito, y la necesidad atrasaba con todo a su paso.
Rápidamente él se despojó de sus vaqueros y boxer, liberando su glande. Enma gimió y agarró las sábanas entre sus manos.
Por su mente solo pasaba una cosa: Tenía que hacer más acuerdos así.
Él se posicionó delante de ella, separando sus piernas, y sacando sus bragas. No le quitaría aquel traje que lo volvía loco, aún no...
El corazón de la muchacha iba a mil por hora, era una sensación indescriptible, los nervios, todo era realmente abrumador, hasta que todo seso...
Él finalmente se hundió en ella, sin avisar, sin cuestionar. Simplemente la dejó sin aliento cuando él se hundió en toda su cavidad, y hacia aquellos movimientos circulares que la estaban llevando a la perdición. Él la sentía húmeda y realmente cálida, era un paraíso aquella sensación de sus pieles juntas, sin ninguna barrera que impidiera aquel deseo...
Los movimientos fueron aumentando y la adrenalina los volvía locos a ambos.
—Te desdaba tanto.— le dijo él a su oído. Ella en respuesta sonrió con una mirada tímida.
Ambos estaban cubiertos con una capa de sudor, se veían brillosos con el resplandor de la luna. Si ese no era el paraíso, debía estar cerca.
Poco a poco él perdió los estribos y comenzó con unos movimientos más fuertes y perturbantes. Enma al principio no lo noto, pero alrededor de diez segundos después, la sensación de placer fue sustituida por una de dolor e incomodidad. Su cabeza estaba encima de la almohada, hizo un esfuerzo por levantarla un poco y mirar a la de el chico. Y ahí estaba él, con sus facciones totalmente contraídas y duras, con sus bíceps templados. Él se encontraba en un mundo donde solo entraba el placer, la lujuria y los problemas.
Ella trato de moverse para liberarse, pero él la tenia atajada entre sus piernas y agarrandola de los brazos. Enma rápidamente cerró sus ojos, y de los mismos brotaron unas lágrimas de dolor que se mezclaban con la tela del antifaz.
Más tarde de sus labios salieron unos sollozos, y ese fue el detonante. Él al oir aquellos paró de inmediato, como en forma de orden se levantó del acto y salió cambiando hacia el balcón. Su mente estaba totalmente nublada en algún momento, él no quería hacerle daño.
Ella por su parte, se quedo en la misma posición en la cama, con sus piernas flexionadas y abiertas, mientras que el frío y un ardor de apoderaba de su interior.
Todo aquello se había vuelto abrumador, el placer había sido sustituido por los recuerdos como una nube negra posandose en ella.
Aquella velocidad, aquel ardor y aquel frío. Eran todo lo que nunca más quería experimentar. Aquellas sensaciones eran las mismas que sentía cuando abusaban brutalmente de su cuerpo. Se sintió ligeramente asqueada, traicionada y fuera de control. ¿Como pudo pasar? era lo que rondaba por su cabeza cada cinco segundos. Aquello era un acuerdo y él lo había convertido en un brutal Abuso. Aún en su mente estaba la imagen de él entre sus piernas, arrasando con todo a su paso, con su cuerpo tensado, sus ojos cerrados y unas expresiones faciales que le daban aire de poseído.
Enma se levantó de la cama como pudo. Al poner los pies en el frío suelo sintió unas descargas en su sexo, era una de las peores sensaciones... Caminó con pasos grandes pero lentos hasta el baño, allí estaba el espejo, y ahí estaba ella. Su maquillaje estaba corrido a causa de las lágrimas, el antifaz estaba ligeramente manchado de máscara para pestañas, todo parecía volverse negro al verse así nuevamente, de esa manera que no se había sentido en tanto tiempo. Sentía que su confianza caía en picada desde que él salió de su interior. Aún conservaba el traje, un suspiro salió de sus labios, su cabeza no era capaz de imaginar lo que hubiese pasado si no tuviese toda esa ropa.
(...)
Él por su parte estaba en el balcón aún. Estaba tomando un trago de wishky para aligerar todo aquello. Pero no era suficiente, ni siquiera el ardor que corría por su garganta cada vez que daba un trago a la bebida. Su mente fue a parar en su padre—como siempre— pero especialmente a las ultimas palabras que había mencionado de su madre. ¿Una puta? ¿Realmente era eso?
Su mente lo torturaba una y otra vez al imaginarse a su madre ser abusada brutalmente así como él lo había hecho con aquella muchacha tan solo hace unos momentos. No sabía lo que le había pasado, él jamas trataría a una mujer de aquella forma; pero ya era demasiado tarde...
—Muy tarde— dijo viendo las olas del mar rompiendo en la orilla, mientras una lágrima rodaba por su rostro.
Esos ojos...—Fue lo último que pensó—
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Solo por ti.
RomanceLa pequeña enma y su terrible vida, padres drogadictos, prostitución, maltrato. ¿Sobrevivirá? Créditos de la portada a: Bkcarmo