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Los días pasaban rápidamente, como si nada y ese día era el día de su boda, por eso estaba todo nervioso sujetando la manita de su hijo que se abrazaba a su cuello. Vivía hacia un tiempo una vida que aparentaba lo que tanto deseaba.
—Cariño no estés tan nervioso —su madre le sonríe a pesar de que desde que sabían ambos que su padre jamás se aparecería.
Claro Minho jamás se atrevió a contarle a su madre aquella discusión en el estacionamiento, porque sabía que esa era la razón por la que su padre se fue de casa sin dejar razón alguna, sin despedirse de nadie.
Aun sin decirle sabía que ella lo intuía, por eso nunca preguntaba, por eso nunca tocaba el tema. Porque sabía que era en parte culpa suya que eso sucediera. En parte o era culpa suya por completo. A donde viera el dolor de ese abandono jamás lo dejaba tranquilo, y cada día se preguntaba lo que estaría haciendo, si es que algún día pensaría en perdonarle por haber sido un idiota.
—Dame a mi Yoogeun y prepárate que Yuri ya debe estar por llegar —sonríe ella y Minho se despega a duras penas de su hijo que no gustaba mucho de estar con su abuela.
—Si mamá gracias —deja un beso en su mejilla.
Ve una vez más ve hacia la puerta y se queda parado adelante esperando por aquella muchacha que se haría su esposa y juntos vivieron felices.
Todos chillan de la emoción cuando la larga limusina blanca se detiene delante de la iglesia y siente el latir de su corazón que se acelera a cada segundo. Estaba a unos segundos de empezar una nueva vida.
Como si fuera un sueño ve a Yuri entrar con ese vestido blanco y todo mejora cuando toma su mano. Escuchan las palabras y esa pregunta del sacerdote y ambos aceptan completamente convencidos de que ambos eran el destino del otro.
Una luna de miel que dura una semana entera en medio de un lugar paradisiaco, al son de la música hawaiana, con un clima increíble que simplemente hace que olviden el mundo entero y se pierdan en su nube de amor y pasión.
Actitudes y cambios de rutina que hacen que se sienta algo incómodo, más aun al ver a dos sirvientas haciendo todo en su nueva casa. Una haciéndose cargo de Yoogeun que después de haber llorado tanto aquella noche parecía haber cambiado, parecía demasiado tranquilo, ya no era caprichoso, ya no se quejaba de nada y se dejaba bañar sin hacer un desorden total ni hacerle prometer que lo llevaría a comer algo o a comprarle algún juguete.
Era tan diferente.
—Cariño ¿estás bien? —pregunta Minho preocupado por esa extraña actitud que creyó que se le pasaría.
—Sí, Minho appa —responde sonriendo y regalándole un besito para convencerle.
—Sabes que te amo ¿cierto? —desordena sus cabellos y Yoogeun ríe divertido.
—Sí, yo también te amo.
—Buenos días amor —ve a Yuri bajar las gradas acariciando su vientre que cada día parecía un poquito más grande y la hacía ver un poco más hermosa de lo que ya era, enamorándolo un poco más, haciendo realidad aquello que tanto deseó.
—Amor te ves tan hermosa —le da un beso y ella sonríe sonrojándose avergonzada por ese cumplido.
—Gracias cariño —otro besito y se sienta al lado de Yoogeun—. Buen día bebé —saluda y Yoogeun se termina rápidamente su desayuno.
—Buen día —sonríe y Minho respira hondo.
—Dile Umma — le pide y Yoogeun se pone de pie.
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¿QUÉ ERES PARA MI?
Fanfic~*~... Dentro de mis ojos yace la respuesta... algo que no puedo ver... ~*~ ~*~ 2min ~*~ *mención Jongkey