Damon, mi infierno personal [Damon & Elena]

22. La odio

Abro los ojos al escuchar el méndigo sonido de mi alarma.
6:30am, hora de ir a la méndiga universidad.

La noche estuvo tranquila en la habitación de Stefan. Hablé con mi mamá a eso de las 4 de la mañana y me dijo que ya comenzaron su hermosa luna de miel por las costas del Caribe.
Luego de eso seguí durmiendo, hasta ahora.

Me levanto de la cama a regañadientes y camino hasta el baño personal de Stefan. Eso es lo que más me gusta de esta casa, los baños privados en casi cada habitación.

Luego de una rápida ducha, me arreglo con mi ropa de anoche -y otra que traje en mi bolso- y bajo las escaleras para tomar desayuno.

Ahora todo es calma y paz en la casa, no hay fuego en la chimenea, no hay luces encendidas y por supuesto no hay gemidos ni personas tirando a la vista de todos.

Camino a oscuras y entro a la cocina. Tampoco hay nadie aquí. Me acerco hasta el refrigerador y lo abro para sacar un yogurth natural y una manzana roja. No necesitaré más hasta el almuerzo.

Cierro la puerta del refrigerador y por poco tiro todo al piso cuando veo una silueta alta frente a mi.

-¡Mierda! -digo dando un salto hacia atrás.

De inmediato la risa de Damon invade la habitación y me siento estúpida.

-Idiota -suspiro y lo fulmino con la mirada.

Él al fin enciende la luz y me quedo como idiota mirándolo.

-Buenos días Elena Gilbert -sonríe irónico.

Mis ojos de inmediato viajan por su desnudo torso y noto que sólo lleva puestos sus boxers. Madre mía... ¿Por qué tiene que estar tan bueno?

¿Qué acaso no tiene pijama?
Estamos en pleno otoño pero, ¿Qué hace él?

Anda en pelotas por la vida.

-¿No conoces los pijamas? -sonrío irónica y paso por su lado para sentarme en uno de los taburetes de la cocina americana.

-Me gusta dormir al natural, deberías agradecer que puedes ver y tener un hermanastro tan sexy como yo -me guiña un ojo y yo pongo en blanco los mios.

-Gracias por arruinar mi desayuno -suspiro mientras abro mi yogurth.

-De nada -dice burlón y se sienta frente a mi. -¿Puedo saber que haces aquí?

-Lo mismo pregunto yo -sonrío y muerdo mi manzana.

-Amm... Es mi casa -sonríe.

-No, tu tienes tu propio apartamento.

-Si, pero no es tan grande como aquí. Además aquí está la diversión -alza sus cejas y me mira sugerente. -Escuché cuando llegaste anoche -se cruza de brazos y me mira con esos temibles ojos azules.

Oh por...

¿Me escuchó anoche?
Joder. Ya estoy frita.

-No sabía que te gusta ver porno en vivo y en directo -bromea y siento que todo el aire se me escapa de mis pulmones.

Santísima mierda. Él me vio viéndolo. Oh no...

Lo miro como un conejito asustado y él sonríe como lobo feroz. ¿Qué puedo decir ahora?

-En fin -dice antes de que yo pueda hablar y relaja su cuerpo. -¿Hasta cuando te quedarás irrumpiendo mi paz en ésta casa?

Suspiro despacio e intento relajarme un poco.

-Viviré aquí ¿Lo olvidas? -digo un poco tensa aún.

-Cierto -hace una mueca y se inclina sobre la mesa. -Por cierto, yo también me quedaré -sonríe malicioso. -Pedí que me trasladaran aquí y bueno... Soy casi el jefe de mi empresa así que no fue tan difícil -suspira y siento ganas de golpearlo otra vez.