Capítulo 3.4

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Stiles

Deaton, Theo, Scott y yo entramos corriendo en la comisaría. La mayoría de los policías ya estaban levantándose poco a poco del estado de parálisis por culpa del veneno de kanima de Tracy. Scott se acercó a ayudar a mi padre. Mi vista se quedó clavada en un rastro de sangre que había en el suelo. Seguí el rastro de sangre hasta la oficina de mi padre. Abrí la puerta y entonces vi a Simone tumbada en el suelo, con toda la camiseta llena de sangre. Lydia tenía las manos completamente manchadas de sangre, tapándole la herida a Simone. La katana de Kira estaba tirada en el suelo, y justo a su lado estaba Kira, quien trataba de mantener consciente a Simone. Traté de acercarme a ellas, pero Theo se me adelantó. Se quitó el cinturón y lo ató al rededor de la cintura de Simone, justo encima de la herida. 

No podía apartar la vista de toda la sangre que había en camiseta de Simone y en el suelo. Podría morir en cualquier momento. Podría haber muerto en cualquier momento, y yo jamás me lo habría perdonado. Jamás. 

Traté de llamar a Scott, pero no pude decir nada. Tampoco hizo falta: él pareció oler la sangre del suelo, y por sí solo se acercó a mí y se puso a mi lado. Pareció reconocer el olor de Simone en menos de un segundo. Por primera vez en varios meses, Scott se quedó quieto y prestó atención a la persona que siempre había considerado su hermana pequeña. Dejó sus ojos clavados en ella, y permaneció igual de impactado que yo. Entonces Deaton llamó a Scott. La primera vez, Scott no hizo caso. Después, a la segunda, decidió que debía acercarse a Deaton. Yo tan solo me quedé mirando a Simone. 

Natalie Martin apareció caminando detrás de mí. La chaqueta se le resbaló de las manos al ver a su hija tirada en el suelo, desangrándose. Se arrodilló a su lado y la agarró del rostro. Murmuró algo que no pude escuchar, y entonces escuché que Scott me llamaba. 

― Stiles, vamos― me dijo Scott. Quise decirle que no podía irme: Simone me necesitaba. Le quise decir que ahora mi lugar estaba a su lado, para protegerla y mantenerla a salvo. Me giré para mirarla y ella me sonrió.  

― Estoy bien, Stiles― me dijo ella, pero aquello era mentira― Tracy necesita ayuda. ¡Ve!

― Vamos Stiles― me llamó mi padre. Yo asentí y lo ayudé a bajar al sótano. 

Al bajar, encontramos el cuerpo de Tracy tirado en el suelo, con Malia de pie al lado. Ella se giró y dijo que no había sido ella. 

― ¿Qué diablos ha pasado?― preguntó mi padre. 

― Aparecieron esas personas. Llevaban máscaras... creo que eran... eran tres, creo que eran tres. 

― ¿De... de qué estás hablando?― le pregunté. 

― Eran fuertes Stiles. Tenían un arma, yo no he hecho esto― dijo asustada. 

― Vale, vale, tranquila, te creo. 

Malia estaba muy afligida e inquieta, jamás la había visto tan alterada. Deaton se agachó al lado de Tracy, le agarró la mano y se fijó en que Tracy seguía transformada. En el momento en que dijo que habría que sacarla de allí, mi padre se opuso. Dijo que era la escena de un crimen y que el forense tenía que revisar el cuerpo. Entonces Deaton le contestó que se preparase para anunciar en una rueda de prensa la presencia de seres sobrenaturales en Beacon Hills. 

― Papá, tiene razón― le dije yo.

― Tal vez en la clínica podamos encontrar la manera de que vuelva a ser humana y luego podamos llamar al forense― repuso Scott. 

― Hay un límite. Hay un límite que tenemos que marcar― dijo mi padre. 

― Papá, ya lo has sobrepasado más de una vez. 

Dark Ways| Stiles StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora