CAPÍTULO 7. NOVIOS

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Era fin de semana, así que me arreglé; me puse un Jean de tiro alto, una blusa negra de manga hasta los codos y que terminaba justo unos milímetros después de que empezaba el Jean, unos Vans y algunos accesorios. Cómo no me gustaba el maquillaje solo me apliqué un labial rojo y salí así a encontrarme con Andrea.

Actualice a Andrea de todo. Y aunque al principio se sorprendió de que estuviera sintiendo atracción por un profesor luego me apoyó y me comprendió. Así era Andrea, era la única persona en la que confiaba de verdad. Y sin embargo no lo hacía en totalidad.

Para ser sincera, tenía cierta envidia de Andrea. Ella era hermosa. Tenía el cabello negro como la noche, largo y ondulado. Tenía ojos verdes y era blanca, pero no tan blanca como yo. Porque yo parecía una luz andante.

En el centro comercial había una tienda que me gustaba mucho y cómo pronto sería mi cumpleaños número dieciséis fui a comprar ropa para la pequeña reunión que haría. 

Cuando llegamos a la tienda había poca gente, pero entre ellas había un hombre muy apuesto. Tenía alrededor de unos 23 años.

Andrea y yo lo miramos y quedamos pasmadas. Pero si las dos lo habíamos visto, y las dos intentábamos conseguirlo, seguro se quedaba con mi amiga.

Estaba por el almacén, mirando la ropa. Y encontré un vestido bastante hermoso. Era negro y tenía bordados de rosas. Al principio era pegado al cuerpo y luego caía hasta las rodillas. Era lo que estaba buscando.

-Se te vería hermoso. -dijo una voz varonil.

Al voltear, vi a aquel tipo apuesto que estaba observando cuando llegue a la tienda.

- ¿eso crees? -Dije insegura.

-No lo creo, puedo afirmarlo. Pero bueno, creo que todo te quedaría bien. Excepto un vestido de monja. - Ante aquella broma los dos reímos y yo me sonrojé.

-Gracias, supongo. La verdad es que siempre creí que me luciría usar el vestido de monja. Hasta consideré que me vería sexy.

Nuevamente reímos.

-Creo que me lo mediré.

-Buena elección. Espero verte luego.

Y aunque casi nunca estaba satisfecha con cómo me veía, debía admitir, que ese vestido me quedaba bastante bien. Realzaba lo poco que tenía y era muy de mi estilo.

En cuanto salimos de la tienda Andrea empezó con sus preguntas.

- ¿Cómo se llama? ¿Para qué te habló? ¿Van a salir o tengo chance?

-Yo, la verdad no sé cuál es su nombre. Me dijo que me vería muy linda con el vestido. Y apenas hablamos unos tres minutos, ¿podrías calmarte?

Al domingo me quedé encerrada en mi casa en chores y una blusa de Arctic Monkeys, escribiendo el ensayo. Cuando menos lo pensé, ya llevaba 12 páginas, 13 contando la portada.

Ordené una pizza y me senté en la sala a ver Netflix mientras la devoraba. A las once de la noche apagué todo. Guardé la pizza que sobró en el microondas y me acosté.

Los días pasaron y cada vez avanzábamos más en la historia. Y a la par con la historia, avanzaba nuestra relación, ahora eramos amigos. Aunque el carácter bipolar de Stephan seguía, yo ya había aprendido a tolerarlo.

-Hola. Señor Rogers, quería comentarle algo. -Le dije mientras estaba rodeado de un grupo de niñas fastidiosas. Él de inmediato les pidió que se retiraran. Eso era adorable.

-¿Que querías decirme?

-Yo, conozco un lugar que también está cerca y es bastante lindo. Y como es usted quien siempre invita, me preguntaba si esta vez me dejaría invitarlo a usted.

-Claro, me encantaría. Espero me sorprenda.

Al caer la tarde, estaba muy emocionada. Le iba a mostrar mi lugar favorito en toda la ciudad, y sabía que a él le gustaría también.

Cuando estábamos a una cuadra del lugar le puse una venda en los ojos y lo dirigí con mi voz.

Al entrar, le quité la venda. Y en cuanto vio el hermoso lugar, su mandíbula se desprendió.

-Es una galería de arte y café. Vengo muy seguido y soy amiga del dueño. Pienso en hacer una exposición para el próximo año.

-Es hermoso.

Lo llevé hasta el segundo piso donde estaba el café y tenía una vista hermosa.

-Este lugar es precioso. -dijo aún observando con la boca abierta. -Creo que debo traer a mi novia alguna vez.

Quizá Algún día sea una historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora