Era la una de la mañana cuando recibí una llamada de Stephan.
- ¿Pasó algo? ¿Por qué me llamas a esta hora? -Dije apenas despierta.
-Adam tuvo un accidente de auto y está en el hospital.
- ¿En qué hospital está?
-En el San Louis. -Dijo a regañadientes.
-Iré para allá.
Tomé mis cosas, me vestí en diez minutos. Corrí a la habitación de mis padres y les conté lo que había sucedido. Mi padre se ofreció en llevarme, y así fue, me dejó en la puerta del hospital.
En cuanto llegué al hospital me dirigí a la habitación que Stephan me había mencionado. Y efectivamente, ahí estaba; Adam conectado a miles de aparatos, con la cara llena de raspaduras y sus piernas vendadas. Y Stephan, sentado en una silla frente a la cama de hospital.
-Pobre. -Dije mientras me abalancé a verle y a abrazarle. Pero él estaba inconsciente.
Cuando miré a Stephan estaba apretando los dientes con furia.
- ¿Se besaron? -Dijo después de un tiempo en silencio.
-Tu amigo está en un hospital, inconsciente y ¿es lo único que puedes decir? -Dije molesta, pero luego caí en la cuenta de algo. - ¿Cómo lo sabes?
-Adam me lo dijo. Fue a mi casa, y tomamos unas cervezas y me lo dijo.
- ¿Dejaste que tu amigo se fuera de tu casa ebrio sabiendo que tenía que conducir? -Estaba furiosa.
-Yo estaba muy molesto y también estaba ebrio. Lo siento. -Dijo y comenzó a llorar. Sí que estaba ebrio.
Me acerqué a él y lo consolé, seguía molesta, pero no tenía caso, esperaría que estuviera sobrio para hablar de lo sucedido.
- ¡Él te beso mierda! -Dijo en medio del llanto. -Dime por favor que no lo amas.
-No lo amor, por favor cálmate.
Y así pasó la noche, Stephan se fue a eso de las tres de la mañana en un taxi y yo me quedé dormida a los pies de la cama de Adam.
De repente sentí que alguien me observaba y acariciaba mi cabello. Levanté la cabeza y vi a Adam mirándome fijamente.
-Buenos días dormilón, ¿Cómo te sientes?
-Como si me hubiera chocado con una camioneta y tuviera resaca al mismo tiempo.
-Me alegra que te sientas bien. -Dije y ambos reímos.
- ¿Sabes si Stephan estuvo por aquí?
-Sí, él fue quien me dijo que viniera.
-Le conté lo del beso.
-Ya lo sabía.
-Lo siento.
-Supongo que un poco de celos no le harán daño. -Dije y después me arrepentí de mi comentario. -Bueno, estoy molestando, no te preocupes por eso.
-Sé que lo quieres a él.
Y entonces todo fue silencio.
-Bueno, llamaré a un doctor y le diré que has despertado.
Caminé por los pasillos y el dolor en mi pie me molestaba bastante, así que paraba de vez en cuando. Llegué donde el doctor que había estado dando rondas por la habitación y le comenté que ya se había despertado. El doctor me indicó que en un momento iría, así que me devolví a la habitación y espere sentada. Cinco minutos después ahí estaba el hombre de cabello blanco, corbata, barba desarreglada y bata.
-Hola, ¿Cómo te sientes?
-Me duele bastante la cabeza y la pierna derecha.
-Es normal, traeré unos analgésicos. Pero, debo comentarte que tenemos que realizarte una cirugía. Te fracturaste el fémur y está bastante desplazado.
Y así fue como me dijeron que debía irme. Adam debía ser operado. El procedimiento tardaría unas tres horas o más.
Tomé un taxi y me dirigí a casa.
-Hola. -Dije mientras cerraba la puerta de mi casa tras de mí.
Mi madre me respondió con un hola y un gesto de preocupación. Le conté todo lo que había sucedido, exceptuando que el amigo con quien él había bebido era mi profesor de literatura y que se había enojado porque me había besado. Sí, esa parte debía evitarla.
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Quizá Algún día sea una historia de amor
RomanceMadeline una adolescente que había tenido ya un año bastante duro, debía volver a clases. Cuando volvió a su escuela, se encontró con el reemplazo de su antigua profesora favorita, y aunque al principio hubo mucho odio entre ellos. Maddie empezó a m...