CAPÍTULO 25. EN MEMORIA DEL CHICO DE LA TIENDA.

124 12 0
                                    

¿Qué puedes hacer cuando te encariñas con alguien? Al final trae grandes problemas. Adam, el chico que me había acompañado cuando nadie más estuvo ahí, el que me hacía reír, el que me quería y me entendía; ya no estaba. Estaba muerto.

No podía digerir la información. ¿Cómo la vida me lo había quitado tan rápido? Quería saber más de ese chico que me dijo que no me vería bien con traje de monja, o que me había prometido que podría gritar si me secuestraba. Ahora prefería no haber visto a ese chico apuesto en la tienda... pero a quién engaño... en realidad era quizá de las mejores cosas que me habían sucedido. Y aparte sería un insulto para las chicas del mundo que no conocieran esa cara tan celestial, esa personalidad tan maravillosa.

No sabía qué hacer al recordarlo, quería reír y llorar al mismo tiempo. Estaba tan confundida. Yo amaba a Adam, quizá no de la manera en que él quería que lo hiciera, pero lo amaba. Claro que sí, lo amaba como para aceptar su amistad y hacerme espacio en su vida; como para aprender a confiar en él.

Es increíble, entre más lo pienso, más extrañada estoy, se había convertido en alguien especial en tan sólo unos días. Era como mi mejor amigo. ¡Me había cuidado por un dolor de pie!

Claro que el mundo había perdido un gran candidato. El chico de la tienda, mi chico de la tienda. ¡Dios mío, ni siquiera sé qué pensar acerca de Stephan! Lo miro y siento amor, pero a la vez asco. Asco por no haber detenido a Adam. Sin embargo, Stephan tampoco estaba en sus cinco sentidos y no le había dicho a Adam algo como "Súbete al auto y conduce así borracho para que tengas un accidente".

Mi pobre angelito.

El funeral era hoy mismo. Un domingo sombrío, lleno de oscuridad tanto en el ambiente como en mi corazón. Era un día bastante horrible. La cena de Stephan ni siquiera había sucedido, la había cancelado, porque él también estaba muy mal, y creo que también se culpaba a sí mismo. Supongo que cuando pasen unos días, le diré que todo estará bien y que no fue él quien causó todo esto. Pero por ahora no puedo hacerlo; porque no siento que esté mintiendo, pero tampoco siento que sea la verdad.

Llegué al funeral y habían muchas personas. Personas que habían tenido en placer de conocer a un alma tan noble como la de el susodicho. Personas con suerte. Yo me limité a pensar en él, en nuestros momentos, e incluso en sus labios cuando estaban cálidos, tiernos... y lo fríos y secos.

Estábamos en un cementerio, al aire libre. Estaba lleno de rosas blancas por todas partes. Yo, por mi parte le traje Lirios, sabía cuánto le encantaban. Él era un chico muy peculiar, muy sensible. El lugar no estaba adornado, ni siquiera habían sillas. Sólo había una gran foto de su cara sonriendo de medio lado. Y ahí estaba el ataúd, en medio de todos, captando la atención; era bastante ostentoso a decir verdad, se notaba que habían gastado mucho dinero en comprarlo, y era lo que se merecía. Rápidamente identifiqué a los padres, así que fui a darles mis pésames a los que ellos respondieron con un apretón de manos.

Stephan se encontraba en una esquina mirando al suelo, sabía que lo afectaba, y sabía que estaba llorando, pero no quería que lo notara. En un momento me acerqué le abracé y le di un beso en la frente le dije que le quería y eso le calmo un poco. El resto de los invitados solo estaba ahí de pie, llorando, pensando en el porqué de todo esto.

Me ofrecí a leer unas palabras, así que me dirigí al micrófono y me quedé congelada por un momento. Pero luego comencé.

"Cada una de las personas que estamos aquí tuvimos la dicha de encontrar a una persona como Adam en nuestra vida, de toparnos en su camino.

Él es quizá el humano más especial, noble, amable, tierno y sincero que he conocido. Mi vida no será lo mismo sin él, sin sus charlas.

Para serles sincera, no llevo mucho tiempo de conocerlo, pero ha cambiado muchos aspectos en mí. Me ayudó en momentos de soledad y tristeza. Incluso de enfermedad. Él dejó una huella en mí.

Creo que nunca olvidaré su sonrisa, y como su barba se ensuciaba cada que tomaba café. No olvidaré la primera vez que lo vi en El Centro comercial y se acercó. Yo sólo pensé "Qué chico tan guapo", pero más tarde me di cuenta que era mucho más que eso. Que era una persona completamente increíble.

Creo que las palabras quedan cortas para hablarles de ese chico apuesto que vi en la tienda."

Y entonces, empecé a llorar nuevamente y desconsoladamente.

Quizá Algún día sea una historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora