CAPÍTULO 14. INTERRUPCIONES

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Llegué a casa en un taxi. Cuando llegué entre a mi habitación, tiré todo lo que llevaba y llamé a Andrea.

Ella quedó en silencio unos segundos después de contarlo y luego tan sólo dijo "No sé qué decir". Yo le dije que no importaba, pero sí lo hacía. No sabía qué pensar. Y ya no tenía una opinión externa.

Me resolví por llamar a Adam e invitarlo a salir.

Nos encontramos en el centro comercial y él llevaba una camisa negra con un logotipo de una marca, unos Jeans y unos zapatos Adidas.

-Hola, ¿cómo estás?

-Siéndote sincera, mal.

Entonces le conté lo que sentía por Stephan y lo que había sucedido hoy, no muy específicamente, pero lo hice.

-Siempre supe que él quería a Sofía, pero no lo suficiente para una vida con ella. -Esa fue su reacción tras todo lo que dije, y siendo sincera, me tranquilizó.

Luego me abrazó y me dijo que estaría ahí para mí. Que no debía sufrir si alguien como Stephan no me valoraba.

-No sabes cuánto me sirvió encontrarme contigo hoy. -Dije agradeciéndole.

-Me alegra haberte tranquilizado un poco.

Y así llegó el lunes. Cuando llegue estaba mejor. Me acerqué a dónde estaba Stephan y me disculpé por mi actitud el Sábado. Me dijo que no había problema y que nos veríamos ese día por la tarde.

Llegamos a la cafetería y la mesa done solíamos hacernos estaba ocupada, así que nos sentamos en un lugar más apartado. Estábamos solos.

-Sabes de qué me he dado cuenta.

- ¿de qué? -Dijo inquietado mirando a través de sus gafas.

-De que eres un cobarde.

- ¿disculpa?

-Apuesto a que no serías capaz de besarme ahora mismo.

-Yo no estaría tan seguro de eso. -Dijo en tono desafiante y alzando las cejas.

Entonces se subió en la mesa y estaba acercando sus labios a los míos, cuando llegó la camarera.

Tosió, y dijo -Disculpe, ¿Qué desean ordenar?

Esto de las interrupciones se estaba volviendo costumbre.

La verdad me gustaba más la realidad del libro, porque mientras a nosotros nos interrumpían, ellos tenían besos apasionados, cortos, largos. Tenían besos. No importaba cómo. Pero conocían sus labios.

Y entonces el Señor Rogers, soltó una bomba.

-Debo decirte algo.

-Dime. -Dije aún concentrado en lo que escribía.

-Sofía trabajará en el colegio.

Quedé pasmada. Esto de las cosas que soltaban como un baldado de agua fría se estaba volviendo costumbre en mi vida.

-En serio lo siento. -Dijo al ver que no decía nada.

- ¿Después de que estuvimos a punto de besarnos, vienes a decirme que tu novia va a trabajar en el colegio donde yo estudio, voy a respirar su mismo aire y voy a tener que aguantármelos a ustedes juntos?

-Lo lamento.

-No, no es cierto, no lo lamentas. Empiezo a creer que te encanta verme sufrir. -Dije parándome de la silla.

- ¿Linda? Por favor. Entre nosotros no puede haber nada.

-Gracias por aclararlo. Me hubiera gustado que lo dijeras desde un principio, antes de coquetearme y antes de llevarme a un hotel.

Huí del lugar. Y eso de huir de todas partes, también se estaba volviendo costumbre.

Quizá Algún día sea una historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora