Terminamos los trabajos a las once de la noche. Porque aunque intentábamos solo trabajar, terminábamos jugando, o yo terminaba pérdida mirándolo.
-Está muy tarde.
-Lo sé. Arréglate y te llevo a tu casa. -Hace una pausa. -Aunque, la verdad es que estoy tan cansado. -Finge un bostezo. -Podrías quedarte a dormir hoy también.
-Eres un tramposo. -Dije corriéndolo y tirándolo en el sofá para hacerle cosquillas.
-Para. Para. Debemos ir a dormir. -Dijo entre risas.
Entonces yo paré, y en el siguiente segundo él cambio nuestras posiciones y ahora era quien estaba haciéndome cosquillas a mí.
-Para. Para. -No podía dejar de reír.
Y entonces paró, pero se acercó a mí e iba a besarme, cuando yo empecé nuevamente a hacerle cosquillas.
-¡Chiquilla tramposa!
Luego fuimos a su habitación. Pero esta vez fui yo quien cambió mi ropa.
-No puedo creer que esta vez no me hallas dejado cambiarte. -Dijo mientras yo me sentaba en la cama y él se acercaba y me abrazaba por la cintura.
-Si en serio me quieres, estaremos más tiempo juntos, y ya tendrás otra oportunidad. -Dije mirándolo a los ojos y acariciándole el cabello.
-Espero que sean muchas. Más te vale.
Entonces dormimos, y nos quedamos abrazaos toda la noche. Hasta que sonó el despertador.
Me volteé y me estiré.
-Sigo diciendo que te ves hermosa cuando duermes.
Ahí estaba Stephan mirándome sin camisa y con un pantalón desde la puerta. Sí que era lindo. No pude evitar morder mi labio inferior.
- Veo que te gusta verme sin camisa.
Y entonces le tiré una almohada y me tape la cara.
Se abalanzó en la cama y fue donde estaba. Yo seguía con la cara tapada por mis manos. Pero él me hizo quitarlas. Y ahí estaba, era completamente sexy.
-Debo ir a estudiar. -Dije mientras le pedía que se quitara.
Y se quitó. Pero se quedó ahí mirándome. Y entonces recordé.
-No tengo uniforme.
-No sabía cuándo ibas a recordarlo. Desayuna y te llevaré a casa.
Entonces desayunamos panqueques que Stephan había hecho y chocolate caliente.
Y como tenía una obsesión en que Stephan no conociera mami casa hasta que fuéramos algo, le dije que me iría sola. El respeto mi decisión.
Llegue a mi casa y me vestí tan rápido como pude. Para mí suerte, tenía literatura a la primera hora.
En cuanto entré al salón ya habían pasado cinco minutos de clase.
-Señorita Jones. ¿Llegando tarde? ¿Acaso durmió mal anoche? -Y me miró con picardía, sin que el salón se diera cuenta.
Yo solo negué con mi cabeza y le solté una pequeña sonrisa.
La clase transcurrió muy bien. Hablamos de Romeo y Julieta, y se le notó apasionado al hablar de ese amor imposible. Yo estaba completamente emocionada, me encantaba ver esa chispa en sus ojos, y más cuando la razón de eso era algo relacionado conmigo.
-Señorita Jones. ¿Puede acercarse un momento? -Dijo cuando estaba ya a punto de salir.
-Sí, señor. Cuénteme.
-¿Seguiremos escribiendo hoy o se embriagará y me llamará desesperadamente?
-No le encuentro gracia a su chiste. Pero creo que a usted le encantaría que nuevamente no estuviera en mis cinco sentidos para poder verme en lencería.
-Me declaró culpable.
-Nos vemos en el café Señor Rogers.
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Quizá Algún día sea una historia de amor
RomansaMadeline una adolescente que había tenido ya un año bastante duro, debía volver a clases. Cuando volvió a su escuela, se encontró con el reemplazo de su antigua profesora favorita, y aunque al principio hubo mucho odio entre ellos. Maddie empezó a m...