CAPÍTULO 36. LA "VERDAD" DUELE

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Estaba moviéndome con nerviosismo por el salón. Mis manos sudaban. Había llegado antes esa mañana sólo para hablar con Stephan y decirle todo lo que sentía. Justo estaba a punto de irme, cuando mi querido profesor, atravesó la puerta.

-Señorita Madeline. ¿Puedo ayudarle? -Preguntó con nerviosismo y sorpresa al verme.

-No. -Luego al caer en cuenta de lo que dije meneé mi cabeza y dije. -Es decir, sí. Yo... sólo quiero hablar con usted.

-Por supuesto. ¿Es sobre el libro? Si desea puede mandarme lo que lleva a mi correo y yo podré corregirlo. -Dijo caminando hacia el escritorio del salón.

-No es sobre eso.

-¿entonces qué desea decirme?

-Stephan. Yo no puedo seguir así, no puedo seguir fingiendo que entre nosotros nunca pasó nada. No puedo fingir que nunca estuve en tu casa o que nunca me viste en ropa interior. O que nunca me dijiste que me querías. Incluso que me dijiste que te daba celos que estuviera con alguien más. No puedo fingir que no te amo, Stephan. Yo, estoy enamorada. Pero después de todo lo que pasó, tú puedes fingir perfectamente, que a duras penas conoces mi nombre y que soy solo una estudiante ordinaria, que está en tus clases ordinarias. De repente, tan solo, así de la nada, dejaste de hablarme, de mirarme, de sonreírme, dejaste de preocuparte por mí. Yo no sé qué pensar, no sé si sólo me utilizabas, o querías experimentar, o te cansaste o qué sucedió. Pero entonces házmelo más fácil, dímelo de una vez, dime que nunca te importé. -Dije con lágrimas corriendo por mis mejillas.

Él hizo una cara de sorpresa, tomó unos segundos en silencio y después dijo- Tienes razón hice mal en ilusionarte, sólo eres una niña. Y yo tengo una pareja estable con la que soy feliz. Mira, yo soy humano; soy una persona de carne y hueso, y pues, tú eres linda, me atrajiste de cierta manera. Pero en realidad nunca me importaste. Es mejor que dejes de hablarme y de buscarme y todo lo que se te ocurra. Yo soy tu profesor y no puedo echar toda mi vida a la basura por alguien como tú.

Yo no sabía que decir. La verdad, no sabía sí sus palabras me habían ayudado a darme cuenta de la realidad o simplemente me habían roto el corazón y habían matado todo dentro de mí. Yo salí del lugar y sólo quería llorar. Al parecer todo estaba muy claro, yo era una niña estúpida que estaba completamente enamorada de un hombre que no movería un dedo por ella. Ese era el resumen de mi historia, de mi historia desconsoladora y terrible.

No pude quedarme en la escuela, así que fui a enfermería y fingí un gran dolor de estómago. Para mí suerte, mis lágrimas ayudaban con la actuación, así que me fui a casa corriendo y llorando. Pensando en sus palabras frías e hirientes cuál navaja.

Yo... yo no creía que mereciera todo eso. No merecía enamorarme de alguien que me tratara de tal manera, que no me valorara, que no me quisiera. Yo merecía alguien especial que aprendiera a aceptar mis defectos y a acompañarme, que aprendiera a amarme. Pero bueno, supongo que la vida me daba una gran cachetada y me decía que en realidad no merecía nada, que en realidad era una horrible persona. Y que por supuesto, este mundo es de las personas hermosas, no de las personas que están "aceptables".

Quizá Algún día sea una historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora