Creo que hace mucho no me ponía tan nerviosa. El miedo y la tensión que experimente los días previos al sábado era inexplicable. No sabía cómo iba a reaccionar Stephan al darse cuenta de que yo era quien estaba saliendo con su hermano. O peor aún, cómo reaccionaría yo al verlo al lado de Sofía, tomados de la mano y haciendo más seria y estúpidamente pública su relación. ¿Por qué yo no podía tener eso con él? Digo, entendía que las cosas eran complicadas, pero hasta cierto punto, el estar escondiéndonos me hacía sentir mal, me hacía sentir usada. Como una amante, pero después de todo... eso era.
Maldita Sofía, maldita, estupida y perfecta Sofía. Maldito destino que me has dejado sin belleza comparable a lo que merece Stephan. Maldito Stephan por ser tan condenadamente perfecto. Odiaba todo, porque nada me servía, si no tenía a Stephan.
Deseaba tomarlo de la mano por la calle sin miedo a que alguien estuviera mirando, deseaba abrazarlo de la nada, y plantarle de una vez ese beso que llevo tanto esperando. Deseaba que saliéramos a cualquier parte, e hiciéramos lo que quisiéramos; pero bueno, una de las reglas de enamorarte de tu profesor es no esperar a que la relación sea como una relación convencional.
Charlie me había dicho que la cena era un medio entre formal e informal. Así que use un pantalón negro, una blusa roja con escote y detalles dorados, un chaleco que parecía mucho a un blazer, botines de tacón negros y mis accesorios.
Estaba bien. Así que me maquillé mínimamente y me apliqué un labial rojo escarlata. Tomé un bolso dorado y me dirigí a la puerta. Estaba a punto de decirle a mi padre que me llevar a casa de Charlie, pero no me agradó la idea, al recordar que en realidad era la casa de Stephan.
Tomé un taxi y todo el camino medité en lo que pasaría mientras mis manos sudaban y temblaban levemente.
-Gracias- Dije al taxista al darme cuenta que había llegado. Le entregué el dinero y me bajé despacio y con nerviosismo.
Casi podía ver cómo el taxista estaba angustiado de lo que me sucedía, pero luego tan solo le dio igual y se fue.
Entré al lobby del edificio, me acerqué y le dije el número de la casa de Stephan. Al final, nadie atendió el teléfono, así que como me reconocía me dejo ingresar.
Subí por el ascensor y sentía que se demoraba más de lo que nunca se había demorado. Casi podía escuchar esa irritable música de ascensor zumbando en mis oídos después de dar tres pasos en el pasillo. Por un momento, dudé en lo que iba a hacer y estuve a punto de devolverme, pero me decidí y di pasos más firmes hasta tocar el timbre.
Stephan abrió la puerta y se mostró sorprendido.
-Señorita Jones. La verdad no creo que este sea un buen momento. Además no considero pertinente que usted venga a mi... - Fue interrumpido por Charlie.
- ¡Madeline! Bienvenida. Lamento que tengas que aguantarte ver a un profesor fuera de la escuela. Pasa, por favor. -Dijo señalando el interior.
-Gracias. - Dije con una sonrisa y mirando a Stephan.
Stephan se quedó perplejo en la puerta. Sosteniendo la manija. Podía ver su furia y su confusión a lo lejos.
-Mira, si quieres puedo mostrarte el apartamento, yo no vivo acá. Pero bueno, me parece lo pertinente. -Dijo sacándome de mis pensamientos.
De repente de la cocina salió una mujer de unos 65 años con una gran sonrisa.
-Hola, ¿cómo estás linda? -Dijo acercándose a mí. -Eres hermosa. Ay por favor siéntate. Qué alegría conocerte.
-Hola señora, mucho gusto, mi nombre es Madeline. Un placer conocerla a usted. -Dije estirando mi mano.
-Mi nombre es Elena. Por favor siéntate. En unos minutos estará la comida.
Le sonreí y me senté en el comedor. Simplemente podía pensar en todo lo que había sucedido en ese apartamento y me daban escalofríos al recordar que mi profesor me había visto en ropa interior; y ahora, acá estábamos, como si nada de eso hubiera pasado.
A los minutos, Stephan se sentó a mi lado.
- ¿Quieres explicarme qué es todo esto?
- ¿una comida? -Dije en tono burlesco.
- ¿Te estás metiendo con mi hermano para darme celos?
-No, por el momento somos sólo amigos. Y cómo te lo he dicho ya varias veces, el mundo no gira alrededor de ti.
-No te atrevas a lastimarlo. Sabes que le puedo decir todo.
- ¿Y qué le vas a decir? ¿Que eres un idiota que hizo que una estudiante creyera que la querías y luego la botaste?
Silencio incómodo.
-Sabes mi madre nunca es así con mis novias. O con las mujeres que quieren quitarle a sus hijos, en general. Eso fue demasiado repentino.
-Claro que no, pero es porque ninguna es como esta jovencita hermosa. -Dijo una voz detrás de nosotros- Tiene un aura increíble. Casi puedo ver cómo trae excelentes energías. No cómo esa cualquiera con la que estás. Laura... Sofía. No sé. -Definitivamente no había escuchado la conversación anterior.
Stephan se puso completamente rojo. Yo le sonreí a la señora y le agradecí, pero en mi interior, casi podía estallar de la alegría. Eso se llamaba victoria.
ESTÁS LEYENDO
Quizá Algún día sea una historia de amor
RomanceMadeline una adolescente que había tenido ya un año bastante duro, debía volver a clases. Cuando volvió a su escuela, se encontró con el reemplazo de su antigua profesora favorita, y aunque al principio hubo mucho odio entre ellos. Maddie empezó a m...