Capítulo 41.

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YOONGI

El tiempo pasa a veces lento y vacilante, pero en mi casa ha volado, sobre todo, cuando tienes tres pequeños demonios en ella.

Estaba sentado en la oficina, con las manos sobre los costados del asiento de cuerina mirando un cuadro que tengo sobre el escritorio. En el salen exactamente aquellos demonios; Min SuJin, junto a Min Jun y Min Yang Mi. Mi adorable Yang Mi.
Esa foto es algo antigua, de unos meses atrás sino me equivoco, puesto que ahora están enormes.

Mi primogénito ya tiene cinco años, el duende número dos tiene dos y la bebé ya va por su primer año de vida. Y sinceramente, ellos son la razón de mi vida. Los amo con mi corazón, al igual que a su mami. Imagínense, ya voy a cumplir 26 años y tengo a tres pequeños que me adoran y dependen de mí. Nunca pensé que la paternidad me pegaría tan de frente en la vida. Años atrás, jamás se me pasó por la mente el poder formar mi propia familia. Cuando mi hijo mayor ingresó a la escuela, fue la sensación más hermosa de mi vida. Era satisfactoria verlo sonreír mientras se despedía e ingresaba a su salón de clases.

Por otro lado, con Kay las cosas están bien, pero el tema del "matrimonio" lo hemos hablado seriamente en varias ocasiones, llegando a la conclusión de que un simple anillo no nos puede unir de por vida, siendo que nuestro amor es más fuerte que aquello. Por ello, esa idea fue descartada de nuestras vidas.

En la empresa va todo bien. Mi querido hermano, Jimin se convirtió en padre de un pequeño junto a Yandi, a quien bautizaron como "Park Jimin", muy original de su parte. Bueno, que más se puede pedir de alguien como él; quien a pesar de ser papá, aún sigue siendo juguetón e igual que siempre. No pierde su esencia.

Cuando llegué a casa esa tarde, fui a ver a los niños a sus dormitorios, deduciendo que seguramente estarían durmiendo. Subí la escaleras tranquilamente, para ir a ver a SuJin, quien dormía plácidamente. Cerré la puerta para ahora encaminarme a la otra alcoba, para ver a Jun. Sinceramente, cada día se parece más a SeokJin. Es su copia. Es alegre, inteligente y sereno como él, y no tan manipulador con SuJin, que es mi clon tal cual. Le di un beso en la mejilla, para luego taparlo bien junto a su osito de felpa e ir donde Yang Mi. Para ser tan pequeña, es igual a Kay. Tiene una hermosa sonrisa, que me encanta. Tracé mis dedos por sus mejillas, para luego acariciar su cabello.

Después de verlos, fui a mi dormitorio. Estaba la luz apagada, totalmente todo oscuro y penumbroso. Al encender la luz, esta no prendió, pero se encendieron dos velas alrededor de la cama. Me sorprendí mucho, pero más me sorprendí al ver a Kay con una bata negra sobre su cuerpo. De a poco me acerqué a ella, tentado ante aquella vista; para luego de sonreírle, y sin pensarlo más, la besé apasionadamente. Se sentía la mejor sensación del mundo. Excitante. Fascinante. 

Tracé con mi lengua su labio inferior, para poder explorar de mejor manera cada rincón de sy exquisita boca, a lo cual me dio acceso. Nuestras lenguas luchaban una guerra incansable y excitante a la vez. Una guerra sensual y placentera. Pase mis manos por su cadera y luego a su cintura, la cual apreté con el fin de acercarla más a mi cuerpo; mientras ella pasaba sus manos por mi cuello. Por falta de oxígeno, dejamos de besarnos para después pasar mi lengua por su cuello. Desate el nudo de su bata, dejándola solamente en ropa interior. Se veía hermosa.

La acerqué más a mi cuerpo, mientras ella desabotonaba cada uno de los botones de mi camisa de manera lenta y tortuosa, y para ayudarla, me la saqué tirándola al suelo. Los botones salieron volando directamente al suelo. Pasó sus manos por mi abdomen, las que luego fueron descendiendo al cinturón de mi pantalón. Con algo de dificultad, lo soltó. Con mis manos desabroche mis pantalones y saqué mis zapatos rápidamente. La excitación y la lujuria estaban presentes en este cálido ambiente. Ardía, sobre todo mi miembro, deseoso por sumergirse entre sus paredes. La volví a acercar a mi cuerpo, para recostarla en la cama. Estaba peor que un león acechando a su presa. Comencé a besar sus muslos, subiendo poco a poco hasta sus bragas. Un rojo pasión y cautivador. Pasé mi dedo índice sobre ellas, logrando soltar un gran suspiro a Kay. Un suspiro que luego fueron pasando por diversas escalas, hasta convertirse en gemidos. Mis besos subieron a su abdomen y finalmente al valle de sus senos. Estos estaban más grandes, producto de la lactancia. Mis manos recorrían cada pezón por sobre la tela del sostén. Tracé figuras con mi lengua sobre la tela, para después sacarlo de una, dejándola solamente con las bragas.

Me coloqué sobre ella, para juntar nuestros cuerpos calientes de mejor manera. Junte mi miembro a su feminidad, sacando por parte de cada uno un gemido. Un gemido enloquecedor y petitorio de algo más que eso. Comencé a moverme por sobre la ropa interior, de arriba hacia abajo, sin dejar de besarla. Todo lento y pausado, pero mi miembro ya no daba más, por lo que no aguanté más.

Me levanté un poco, para sacar mis boxer y luego sus bragas, quedando completamente ambos sin ropa. Bajé mi mano hasta su entrada, para empezar a tocar su clítoris lentamente. Me percaté de lo mojada que estaba, por lo que introduje dos dedos en ella, causando en Kay gemidos cada vez más fuertes. Mientras que con mano izquierda acariciaba su sexo, con la otra, tomé mi miembro entre mi mano derecha, para comenzar a masturbarme, hasta que sentí sus manos sobre este. Mi glande estaba deseoso, lleno de aquel liquido viscoso y transparente. Quité sus manos con algo de desesperación, para introducirlo en ella.

-Te amo- le dije besándola.

-Y yo a ti- susurró con un suspiro entre medio.

Mis movimientos lentos y profundos, le encantaban. Movía sus caderas al compás de las mías. Quería más y yo le daría todo de mi. Ella se merecía el mismo cielo. El sudor y la excitación estaban en su punto máximo. Cada movimiento era más rápido, más fuerte y más profundo. De a poco sentía como sus paredes vaginales apretaban mi miembro. Se sentía delicioso y encantador. Hasta que con una embestida más profunda en comparación al resto, nos corrimos, primero ella y luego de unos minutos, yo. Ambos envolviéndonos en aquel momento tan satisfactorio.

-Eres única- la besé lentamente.

-Tu igual cariño.

Nos recostamos abrazados, iluminados solo por la luz de la luna llena presente aquella noche de pasión.



A la mañana siguiente despertamos aún abrazados, pero esta vez con nuestras piernas entrelazadas. La calidez de su cuerpo, la adoraba. Le di un suave beso en la mejilla para luego bajar a sus hombros, provocando que Kay despertará sonriendo.

- ¿Por qué tan sonriente?- pregunté pasando mis dedos por su cintura.

-Por nada, soló estoy sonriente por el bello día- respondió besando mi mejilla.

-Mmm bueno- me acerqué para besarla tentado por aquellos belfos rosados.

Sentir sus labios, era la mejor sensación del mundo y del universo. De a poco, Kay pasó sus manos delicadas por mi rostro, acariciando mis mejilla y luego los aretes de mis orejas, causando cosquillas. Pasé mi lengua por su cuello, causando leves risitas juguetonas de su parte. Eran recién las seis de la mañana por lo que noté en el reloj que colcaga de aquella pared. Los niños dormían hasta las nueve, por lo que... No Min YoonGi mejor ni lo pienses, gritaba mi consciencia. Al carajo consciencia. 

Comencé a besarla más desesperadamente, y Kay apenas me seguía el ritmo. De un momento a otro, me subí sobre ella, a lo que entrelazó sus piernas por sobre mi cintura, rozando mi miembro con su feminidad. Se sentía como estar en el cielo. Empecé a excitarme de una manera única, con tal sólo mirarla, sentirla o estar con ella, mi cuerpo pedía a gritos estar con Kay.

-YoonGi...- gimió al sentir mis dedos en su entrada.

-Te amo- volví a besarla.

- ¿Segunda ronda de sexo?- preguntó entre gemidos.

-No- ella me miró sorprendida- segunda ronda de hacer el amor.




Fue un error. (Min YoonGi) Wattys 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora