Capítulo 27.

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YOONGI

Después de que se diera una ducha algo larga y posterior a ello, se colocará su pijama, se acostó sobre las frazadas. Por lo que noté a simple vista a través de las ventanas, afuera hacia un frío enorme, ya que los vidrios se encontraban empañados. En el interior, era todo lo contrario gracias a la calefacción. El ambiente era agradable.

-Kay, ¿qué sucedió?- pregunté sentándome al costado de ella, mientras que con mi mano acariciaba una de sus mejillas.

- Hyun-ah vino a la casa buscándote, y le dije que no estabas- me observó directo a los ojos- pero ingresó a la fuerza- sólo asentí- me empujó YoonGi y eso me molesto.

-Hyun-ah es así, la conoces.

-La estas defendiendo- mencionó algo enojada- no es necesario que la defiendas siempre, ella fue quien se lo buscó por sus propios medios.

-No amor, sólo digo que ella actúa de esa manera- acaricie su mejilla contraria - no se puede comparar a una rosa como tú, con un simple helecho como ella- Kay me sonrió y de a poco, tras aquella oración, fui acortando la distancia entre nosotros hasta lograr besarla.

Comenzó como un beso dulce, tierno y apasionado. Un beso lleno de cariño. Le demostré todo el cariño y amor que siento por ella por medio de ello. Lentamente, delineé sus labios con mi lengua, para poder tener mayor acceso, el cual fue aceptado gustosamente de su parte. Nuestras lenguas bailaban una danza inexplicable, apasionada y saciadora. Eso me encantaba.

De a poco, Kay con sus delicadas manos comenzó a dibujar pequeñas caricias en mi espalda, que fueron subiendo hasta entrelazarse en mi cuello. Estaba encima de ella, pero en cierto modo, intentando no lastimarla a ella y a mi pequeño. Eran mi todo. 

Descendí lentamente a lo largo de su cuerpo, hasta llegar a cierto punto, en el cual dejé besos húmedos en su cuello y sus finas clavículas. Era hermoso su cuerpo. Era mejor que una escultura italiana esculpida por el mejor artista de la edad media. Una obra de arte.

Acaricie sus hombros, para luego comenzar a bajar los tirantes de la camisa de pijama. Por un momento, en mi mente atravesó el recuerdo de cuando intente forzarla. Eso me llevó a pensar que lo mejor se resistiría y no me dejaría seguir. Sin embargo, Kay no se resistió. Finalmente, me levante un poco para retirar mi polera. Kay me miró, con sus ojos vidriosos de tanto placer; para luego morder su labio inferior. Se veía extremadamente sexy.

-Eres una coqueta Kim Kay- dije besándola ferozmente.

-Aprendí del maestro, el mejor... Mi Min YoonGi- me besó tiernamente.

Terminé por retirar su camisa de manera tortuosa, dejando a la vista sus pechos, los cuales estaban algo más grandes productos del embarazo. Y eso a  Min YoonGi le gustaba. Le encantaba. Le deleitaba.
Metí uno de sus pechos a mi boca, para luego trazar líneas imaginarias con mi lengua sobre su pezón. Kay sólo suspiraba y soltaba uno que otro gemido, que era música para mis oídos. Su piel nívea brillaba en la oscuridad de aquella alcoba, iluminada tenuemente por la lampara al costado de la cama.

Con sus pies, comenzó a acariciar mis muslos. Se sentía tan suave, tan delicado. Sus manos bajaron de un momento a otro hasta el broche de mi pantalón, y así lentamente bajó el cierre de este. Saqué mis pantalones y los tiré hasta el otro extremo de la habitación con algo de brusquedad.  Besé su pómulo inflamado, todo  por culpa de la maldita Hyun-ah, pero de igual manera su rostro seguía siendo bello y contemplativo. Acariciaba ambos pechos con mis manos, y de a poco, sumé leves movimientos de mi pelvis sobre la de ella. Nuestras pelvis rozaban y eso elevaba la temperatura de aquella situación. Dentro y fuera. Profundo. Suave.

De manera lenta y tortuosa, retiré sus pantalones cortos, sin dejar de acariciar sus muslos. Estaba demasiado excitado, y al verla con su pequeña panza, sinceramente prendía mi interior. Verla embarazada era lo más maravilloso que podían ver mis ojos. Acaricié su vientre y deposité un beso sobre él.

-Bueno pequeño Min, ahora papá le hará un cariñito a mamá, así que pórtate bien- Kay comenzó a reír. Amaba su sonrisa.

-YoonGi, eres tan tierno- le di un beso. Su mirada transmitía una sensualidad increíble.

- ¿Kay éstas lista? - asintió sonriente- quiero que sepas que te amo más que nada en este mundo.

-YoonGi, yo...-titubeó- igual te amo.

Lentamente, con la mayor lentitud y suavidad del mundo, terminé por bajar sus bragas, aquella prende de tono blanco con detalles rosados. Tan delicada, tan hermosa. Con mi dedo anular acaricie un instante su clítoris, por lo que Kay gemía sonoramente. Pero ella en esta ocasión no sé quedó atrás, puesto que, se levantó un poco, girándome, para quedar ella sobre mi en este caso.  Tomó mi miembro, palpitoso y ansioso; para y acariciarlo con sus suaves manos por un largo momento, de arriba hacia abajo. Lento y rápido. Se sentía tan bien, tan deliciosa y tan ardiente. Me hervía la sangre producto de la excitación que tenía en aquel momento. Ver con mis ojos, como desde mi glande brotaba en aquel momento líquido pre seminal, y ella, con sus manos, lo movilizaba a lo largo de todo mi miembro, otorgándome una sensación inexplicable.

Seguía masturbándome. Era una diosa. Una maldita diosa. Con mi mano, toqué sus antebrazos, para acercarla hacía mi rostro, para besarla lentamente. Nuestras lenguas encajaban a la perfección.

-Te amo- dije entremedio de un gemido gutural.

-Y yo a ti- pero Kay hizo algo que me sorprendió.

Se alejó de mi un instante, para dirigirse hacia los pies de la cama y  luego meter mi miembro en su boca. No entendía como su pequeña y hermosa boca podía caer eso hay. Era impresionante. Excitante. Succionaba como nunca, como si fuera un caramelo, dulce y apetitoso; y con su lengua, acariciaba desde la base hasta la punta, para luego dejar un suave beso en el glande. Sentía que mis piernas estaban débiles, por lo que alejé a Kay. Sino, me correría en ese preciso momento.

-Amor...por ahh favor- tomé su rostro para observarla- deja o sino me correré.

Se levantó y se acercó en mi dirección, para luego tomarla por las caderas y recostarla en la cama, como si de una reina se tratase.  Ahora era mi turno. Era mi turno de hacerla disfrutar. 
Encaje mi rostro en su sexo, para luego arrasar con mi lengua su clítoris sus pliegues, logrando que Kay gritará de placer. Acaricie todo lo que estaba a mi paso, ligeramente comencé a introducir mi lengua en su centro, para posteriormente, meter un dedo sin un grado de brusquedad y así, después ingresar otro. Estaba mojada, como a mi me gustaba. Empapada a no más poder.

Y sin previo aviso, me pusé de rodillas, para abrir sus piernas en su mayor extensión y comenzar a penetrarla lentamente. Kay me besó desesperadamente. Mis movimientos pasaron de lentos a rápidos, y que decir de Kay, movía sus caderas al compás de las mías. El sudor provocaba que nuestros cuerpos se pegaran y resbalaran, era excitante. Estábamos en nuestro propio nido de amor. Tomé sus pechos entre mis manos, y mientras la penetraba, con un ritmo mucho más acelerado y profundo; los acariciaba con las yemas de mis dedos.

De pronto sentí como de a poco, alcanzaba la cima. Sentí como alcanzaba el cielo con mis manos. Kay estaba igual que yo o peor que yo, por su rostro completamente relajado, pero con una pizca de éxtasis. Hasta que logramos culminar aquel momento apasionado cuando nos corrimos al mismo tiempo, llenándola completamente con mi semilla en su cálido interior. Sentí como nuestros fluidos se fusionaron, creando una mezcla especial, mostrando el amor que sentíamos por nosotros...

-Te amo YoonGi- me dijo Kay sonriendo.

-Yo más- le di un beso en la cabeza- te amo a ti, a nuestros hijos- acaricié su vientre- realmente eres lo mejor de mi vida, tu y mis hijos lo son todo.

Fue un error. (Min YoonGi) Wattys 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora