Capítulo 9

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New York, diciembre de 2016.

Sintió que su cabeza podría estallar debido al dolor que en ese momento se hacía presente, molestándole principalmente la zona de las sienes. Hacía tiempo que el dolor no era tan intenso, así que lo atribuyó al estrés en el que se encontraba desde hacía un par de meses, a raíz de todos los proyectos para finalizar de año y la logística que implicaban los que estaban programados para el inicio del siguiente, además de lo saturada que estaba su agenda social.

Para su suerte, había guardado en su bolso de manos algunas pastilla que le ayudarían, al menos, a calmar su malestar. Tras colocar una de ella en su boca, bebió un trago de la botella de agua de agua que reposaba junto al buró de aquella habitación y luego de quitarse la ropa formal, se quedó envuelta sólo por aquella lencería negra que hacía juego con el resto de las prendas que en ese momento yacían en la alfombra de su habitación.

Miró hacia el techo en color gris que pintaba aquella habitación y tras unos segundos cerró los ojos, para luego quedarse dormida.

Habían pasado un par de horas cuando el sonido de su teléfono la despertó. Aun con los ojos cerrados, respondió, sabiendo que cualquiera que fuera el asunto a tratar era importante, ya que el que sonaba era el móvil que tenía reservado para su familia y para Lucy. Sonrió en cuanto escuchó la voz de la mujer y al instante abrió los ojos, encontrándose con el hermoso rostro de la castaña, sonriéndole a través de la pantalla, pues se trataba de una videollamada.

- Hola, amor...- la saludó con ímpetu, mientras sonreía también.

- Hola, amor. Perdona que te llamara, ¿sigues ocupada?...

- No en realidad... Estaba tomando una siesta, ya estoy en la habitación del hotel.

- ¿Cómo te fue en la reunión?...

- Bien. Hay algunos detalles que tengo que platicar contigo, pero puedo asegurarte que es algo positivo.

- ¿De qué se trata?...

- Te contaré cuando esté en casa, ¿te parece bien?...

- Perfecto, entonces. ¿No has podido salir a dar una vuelta?... Clara me dijo que su regreso se iba a postergar un día, supuse que querrías visitar la ciudad.

- No en realidad, saliendo del desayuno con Johanson vine directo al hotel. Me estaba doliendo un poco la cabeza.

- ¿Desayunaste y comiste bien? ¿Ya te tomaste alguna pastilla?...

- Sí a las tres cosas, ya me siento mejor, sólo queda una ligera molestia- aseguró.

- Es una lástima que estés lejos... ¿Sabías que la liberación de endorfinas sirve como un potente relajante y analgésico?...- preguntó con un tono sugerente, mientras alzaba su ceja izquierda. Lauren no comprendió por un momento, pero luego sonrió, tras analizarlo unos segundos.

- ¿Y tú sabías que eres una provocadora?... La mejor forma de conseguir liberar endorfinas es a través del orgasmo, y no estás aquí conmigo para ayudarme con eso...- reclamó, sonriendo.

- No estoy ahí- admitió.- Pero estoy en tu cama, ¿sabes?... Y no me lo has preguntado, pero sólo tengo la bata de seda puesta...- comentó sabiendo el efecto que aquello tendría en Lauren, quien pasó saliva con sólo recordar el abdomen marcado de su novia. – Así que podrías tomar aquel juguete que cargas en tu maleta y darte alivio mientras te acompaño por la línea...- sugirió. Lauren se levantó rápidamente de la cama y se dirigió hasta su equipaje, sonriendo. Sabía que Lucy estaba bromeando cuando le propuso aquello, pero no le parecía una mala idea. Había demasiada confianza entre ellas, y además, mantener vivo ese lado de la relación era una de las bases de la misma. Sabía lo importante era el contacto físico para Lucy, y si tuviera que confesarlo, diría que para ella también, así que no había tiempo para pudores.

Rebuscó en su maleta, y cuando encontró aquel aparato pequeño, envuelto en un estuche perfectamente cerrado para evitar que algún germen hiciera contacto con él, lo tomó con la mano que tenía libre del teléfono celular y regresó a la cama, mientras Lucy reía por la imagen que notaba a través de la pantalla.

- Eres una mala influencia, Vives...- declaró, en la posición que se encontraba, acomodándose un poco mejor.

- No, tú eres una pervertida que no puede estar sin sexo durante tres días... Pero eso me gusta de ti- confesó, para luego soltar una sonrisita que hizo que Lauren sintiera su corazón latir.

- Entonces, ¿vamos a lograr que se me quite el dolor de cabeza por completo?...- preguntó con la voz ligeramente más ronca. Lucy sintió que cada parte de su cuerpo se estremecía.

- Todo sea por tu salud, Jauregui...- aceptó dispuesta a vivir aquello. Lauren comenzó a quitar lentamente la parte baja de su lencería, y cuando esta iba casi a la mitad de su muslo, el sonido de su puerta se hizo presente.

- Carajo...- dijo con molestia. – Parece que en este hotel no ven las advertencias de "no molestar"...

- ¿Tocan a tu puerta?...- preguntó, riéndose un poco de la situación y del gesto de molestia de su novia.

- Sí, pero que se jodan. No voy a abrir...- declaró, tratando de continuar. Sin embargo, los golpes en la puerta se hicieron más fuertes e insistentes, al grado de que la propia Lucy los escuchó.

- Quizás necesitan algo en verdad. No quisiera que te quedes así como estás, pero deberías abrir...

- No, no creo que...- nuevamente los golpes en la puerta. - ¡Maldita sea!- gritó con frustración, jalando su cabello en señal de la misma.

- Amor... No te enojes. Ve a abrir, ya mañana estarás en casa y te voy a recompensar por todo el tiempo que nos hemos extrañado, ¿te parece bien?...

- Me parece bien tu idea- respondió resignada.- Iré a ver qué quieren... Te llamo mañana antes de despegar, ¿sí?...

- Claro. Descansa, Jauregui.

- Igual. Te amo, Lucy.

- Te amo más. Bonita noche.- dijo para luego terminar la llamada, dejando la imagen visible la imagen de ambas en las que se besaban y que servía como fondo de pantalla del móvil.

Lauren se levantó rápidamente, buscando su propia bata de seda, que había dejado en el sillón durante la mañana, desdoblándola con prisa y colocándola sobre su cuerpo, se preparó para tratar de la peor manera a quien se haya atrevido a interrumpir lo que quería hacer con tanto entusiasmo. Asegurándose de cubrir lo mejor posible su piel, abrió la puerta ligeramente sólo para encontrarse con quien menos esperaba.

Camila se encontraba recargada en la pared, sosteniéndose con dificultad, pero cuando la vio, se acercó hasta la puerta, abriéndola sin consultar. Luego simplemente ingresó a la habitación, aventando sus tacones moderados hacia cualquier lado. Lauren aun sorprendida, cerró la puerta, alcanzando a rescatar de una caída a la castaña, quien rio con la acción.

- Camila, ¿estás tomada?...- preguntó con preocupación, obteniendo sólo una risa irónica como respuesta.

- ¿Qué te parece?...- preguntó con dificultad.

- No deberías... Escucha, voy a pedir que traigan algo de cenar. Puedes dormir aquí, yo me iré a tu habitación, ¿bien?...- preguntó mientras le ayudaba a caminar hacia la cama. Tras unos pasos, llegaron al colchón y Camila se estaba sentando en él, pero luego jaló a la de ojos verdes logrando que quedara encima de ella.

- No necesito cenar. Necesito que me jodas- declaró justo antes de unir sus labios de aquella forma dolorosa, letal y casi salvaje con la que siempre se besaban, y que tenía la intención de remarcar que lo que estaba a punto de suceder no significaba nada. Pero estaban equivocadas; aquello siempre significaría algo.

Continuará...

Divididas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora