24.Misterio.

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Se estacionaron en la parte trasera del refugio, en el pequeño puerto donde el Chamán conservaba dos asientos de lana y alambre. Ambos se sentaron y admiraban al extenso lago con la luz estrellada de la noche.

—Estas en el efecto de la noche de brillo azul—sentenció, sin mirar a Heber, observando hacia arriba.

—Y eso... ¿Qué tan malo es?

—Muy malo. Te explicaré...—Dio un hondo respiro y continuó desde cero—. En esta vida existen dos líneas del tiempo, primero está la normal y luego está la irregular.

Heber presentó estupefacción en el rostro. Lo primero le parecía imposible.

—En la primera, es donde todo transcurre de forma neutral sin cambios significativos, aunque es posible que alguna vez se suscite algo extraordinario... aunque no es común que suceda. Y la segunda es diferente, ya que las cosas toman una actitud inverosímil.

—Y, ¿eso significa?—replicó con torpeza.

—Significa que cosas inimaginables, sucederán, entre eso se incluyen cosas buenas pero la mayoría son espantosas... La noche de brillo azul, tiene la propiedad especial de emparejar estas dos líneas paralelas y cuando es de gracia puede juntar los mejores aspectos de la irregular y mezclarse con la normal para formar un escenario ideal.

—Asombroso.

—Sí. Lo es...—sonrió y mostró decisión—. Pero cuando es lo opuesto...—Cambió su cara por dolor—, llena de incertidumbre... la línea irregular se resiste ante la normal que cede en su mandato, generando que la irregular comande la línea del tiempo general. Cuando esto ocurre... Aquella línea consigue crear un mundo imposible de imaginar; una catástrofe. Así será en todo el tiempo de vida de esa persona y tú, sin duda, estás en la irregular.

—¿Por qué?

—Por qué pediste y cumpliste un deseo sólo pensando en ti y en ella. Así no funciona la noche—Elevó la cabeza nuevamente para mirar al cielo nocturno y le preguntó:—. ¿Ves aquel gran cúmulo de estrellas arriba de nuestras cabezas?

—Sí.

—Aquellas estrellas son los deseos que son cumplidos, son los verdaderos y buenos deseos que piensan en el porvenir de una buena vida, en el bien de lafamilia, de un grupo de amigos, de un pueblo. Y tu Heb, sumergido en el egoísmo de pensar en ella... Te condenaste tú mismo a vivir de la otra noche... A la noche de brillo azul, pero una con el brillo más muerto y tortuoso que pueda existir; la noche de pesadilla.

—¿Qué puedo hacer para revertir el efecto?—preguntó con fe. El Chamán indispuso su vista hacia el otro lado.

—Tengo mis teorías... pero nunca las he probado, por qué no he vivido alguna vez de aquella noche. Solo conozco de alguien que vivió de una noche de brillo y se mudó al tiempo irregular, todavía sigue con vida para contarlo. Él de seguro tiene una solución para ti—respondió de buen ánimo.

Sin embargo, desde adentro, el Chamán no se hacía ilusiones con Heber, sabía él que los que vivían en la irregular tarde o temprano, morían, o se volvían locos hasta el último día de sus irreprensibles vidas.

—¿Sí? ¿Quién?—preguntó con apuro.

—Al Garrafa sabia—contestó—. Para verlo tendrás que hacer un gran viaje, ya que él solo se encuentra en lo alto de la montaña, en la primera y más boscosa de todas las habidas del Tumaco, en la punta, tres kilómetros más abajo. En la única cabaña de piedra que hay por allí—Sacó el pulgar apuntando a la montaña y concluyó—: Ahí está el Garrafa, le mandas mis saludos. El Chamán poco a poco se apartó del lugar.

—Espere un momento...—dijo Heber sin entender—. ¿Tengo que subir a la montaña?

El Chamán afirmó tambaleando la cabeza.

—Pe—pero... Por allá hay osos y lobos...—contestó miedoso—. ¿No me podría acompañar Gole?—preguntó expectante. El Chamán se burló negando al acto.

—Te acompañaría muchacho, pero mis piernas son ancianas y están desgastadas. No creo que resistan para los primeros cien, sin embargo, tengo cosas que te serán de ayuda en tu viaje.

—Está bien...—respondió vacilante, tragando también saliva con algo de miedo.

...

En los venideros minutos, el Chamán elaboró un viejo bolso de traperas que guardaba en su viejo baúl de extrañas manualidades, con elementos y artilugios, que le serían de utilidad a Heber para sobrevivir a la dura prueba de ascender la montaña.

Heber veía y no entendía ciertas cosas... El Chamán organizaba las cosas de su futuro viaje pero él no sabía si era mañana en la mañana o aquel momento en la noche que iba a hacerlo.

—Gole...—dijo Heber. El Chamán no le escuchó, pues buscaba e ideaba los artefactos que le podrían salvar la vida a Heber.

—Gole...—reiteró nuevamente. Él no contestó—. ¡¡Gole!!—gritó.

—¡Ay!—exclamó de dolor mientras se detenía y se tapaba los oídos con las telas sobrantes de su ropas—. No grites así Heb... Mis oídos son sensibles.

—¿Iré hoy en la noche?

El Chamán quitaba las apartaba las manos y contestaba con seriedad:

—Por supuesto.

—Pe—pero...—Heber no creía nada. Se iba era a matar allá afuera, pensó.

—Pero nada—replicó serio—. ¿Quisieras volver al pueblo y ver a alguien más que quieres... morir?

—No...—asintió con los ojos bajos. Era la verdad.

—Tranquilo Heb, no te sucederá nada. Si eres rápido llegarás en tres horas y media. La noche todavía es joven, al bajar será un nuevo amanecer. Heber tardó en procesar una respuesta.

—Está bien.

—Bueno. Creo que ya tienes menor temor para subir—Heber puso mala cara y el Chamán continuó hablando con tono burlón—. Aquí está tu equipaje listo.

Heber tomó el bolso y se lo colocó. Era enorme y estaba pesado. «¿Qué carajos tiene esto? —pensó, intrigado—. ¿Rocas?»

—Aquí tienes, esto será como tu vida misma de ahora en adelante—Le dio una antorcha—. Te será de ayuda para alejar a las fieras. En el último bolsillo del costado izquierdo están las cerillas. No te quedes en un mismo sitio, mantente en movimiento y no hagas contacto visual con las fieras, aléjalas con el fuego. Buen ánimo y que el espíritu del Tumaco te acompañe.

Heber correspondió cada indicación batiendo la cabeza, y ligando los dedos para intentar recordar la información del Chamán.

Salió tímido de la choza aunque dispuesto a todo pero al ver la montaña se intimidó de gran forma, el Chamán a lo lejos le gritó:

—¡Tranquilo Heb! ¡La montaña no se come a los niños...!—Heber respiró en calma—. ¡Sólo se los traga vivos!—bromeó el Chamán con sonrisa de recluta, y Heber abrió esta vez los ojos muy asustado—Adelante. Dale rápido, te quiero aquí al amanecer. ¡Estarás bien! —vociferó por última vez.

Y emprendió el viaje. 

Noche de brillo azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora