002 universo negro

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Tocaron el timbre de la casa y fui a abrir la puerta. Una parte de mi cerebro deseaba que la persona que estuviese al otro lado de la puerta en ese momento fuera un zapatero o algo similar promocionando sus servicios, pero otra parte de mi ser, quería que aquella persona fuera alguien conocido, con quien pudiera desahogarme y descargar mi frustación.

No era un zapatero ni un vendedor de artículos domésticos. Era Liam. Lo saludé con un leve movimiento de cabeza y él lo correspondió con un fuerte abrazo. Aunque no tenía energía ni ganas, también lo abrazé.

—Estabas llorando.— Me afirmó, sin dejar de estrecharme con sus brazos. Yo asentí con la cabeza mientras escondía mi nariz en el espacio que había entre el hombro y la barbilla de Liam.

—Han pasado dos semanas.— Me anunció él.

¡Gracias! No me había percatado que el amor de mi vida había muerto ya hace quince días, porque la he estado pasado tan bien, que no he contado cada hora que nos separa; pensé con la máxima ironía que pude.

—Ya sé, Liam.— Susurré con un ataque de hipo debido a mi excesivo llanto. Nos separamos y, sin preguntar, él entró a la casa. Yo obviamente lo dejé pasar. ¿Qué le diría? "No entres a mi casa, intento preservar todas las bacterias y células de Louis que aún se conserven" No, no le diría eso. No porque fuera mentira; me encantaría guardar las células muertas de Louis; pero no puedo. No puedo posponer la verdad, algún día tendré que salir de mi casa, pasar el umbral de la puerta, dejar que la luz del sol me pegue en la cara...

Y aceptar que Louis no volverá jamás.

¡Debería parar de hacer esto! Cuando Liam fue a buscar agua para ambos, recordé la carta.

—Liam...— Lo llamé.

—¿Sí? ¿Pasa algo?— Preguntó desde la cocina, preocupado. Últimamente, todos los chicos estaban muy pendientes de mí.

—Tengo que contarte algo importante.

—Voy en un momento.

Segundos más tarde, Liam llegó a la sala y se sentó a mi lado en el sofá. Me miró con sus cejas alzadas, esperando a que le contara lo que le había prometido.

—Hoy... salí a buscar el correo en el buzón...— Comencé, pero Liam me interrumpió.

—¡Eso es bueno! ¡Saliste de la casa! No fue mucho pero... ¡Es algo!

Asentí con la cabeza y seguí.

—Y habían tres sobres. Uno de ellos era una factura... Otro tenía una foto que Gemma me había enviado... Y el tercero era una carta de Louis.

Liam se quedó boquiabierto y me miraba, sin creerlo. Sin decir nada, yo me levanté de mi asiento y entré en la cocina. Cogí la carta en mis manos y regresé a donde Liam se encontraba. Le entregué el papel y, después de mirarme indeciso, lo leyó en tiempo récord. Cuando terminó y alzó su vista hacia mí, vi que tenía lágrimas en los ojos. Me sorprendí. No esperaba eso.

—Pero... Louis... ¿cómo? Él no pudo...— Liam no era capaz ni de armar una frase coherente, pero yo le entendía.

—No sé... dice que enviará más cartas pronto.

—Pero, ¿cómo? Las cartas no se enviarán solas... Alguien lo debe estar ayudando.

No, eso no. Era imposible. ¿Acaso le había confiado a alguien lo que deseaba hacer? ¿Y ese alguien no hizo nada? ¡No había personas tan crueles en el mundo!

¿O sí?

—No lo creo— Le dije. Él estaba sacando conclusiones apresuradas, y no le dejaría salirse con la suya.

—Y... ¿cómo te sientes con todo esto?

—Yo... no lo sé. Debería sentirme feliz, y lo estoy, pero al mismo tiempo estoy triste. ¿Sabes? Me siento mal conmigo mismo. Debí percatarme que Louis no estaba bien, ¡y no lo hice! ¡Pude haber evitado su muerte! ¡Soy una mierda de persona! ¡Me doy asco!— Comencé a gritar.

—Harry, Harry... No grites.— Liam se levantó y fue hacia mí. Intentó abrazarme, pero yo me moví antes de que él pudiese lograr su cometido.

—¡No me merezco nada bueno! ¡Nada!

—¡Harry! ¡Por favor! ¿Te digo algo? ¡La muerte de Louis no sólo te afectó a tí! ¡Nos afectó a todos! ¡Todos éramos sus amigos! ¡Nosotros también lloramos, también sufrimos con su pérdida! ¡También nos sentimos mal, nosotros pudimos darnos cuenta de la situación de Louis! ¡Tú no eras la única persona a la cual él conocía! El problema es que estás cegado por el dolor y el egoísmo.

—Liam... yo no quería...

—¡Obviamente, tú eres el más afectado, pero no el único! ¡No seas tan egoísta!

Me acerqué a él. Ambos nos encontrábamos llorando. Todo lo que había dicho era verdad. Al morir Louis, me encerré en mí mismo, y cuando alguien iba a visitarme, evitaba hablar con él o ella. Pensé que a nadie más le había afectado el hecho de que Louis muriera. ¡Estaban sus padres, sus hermanas, su familia, Liam, Niall, Zayn...! Soy estúpido, creo.

Abracé a Liam y él hizo lo mismo. Poco después, él se fue a su casa. Y me quedé solo, de nuevo. Me percaté de que no había comido casi nada en todo el día, de manera que regresé a la cocina por enésima vez en el día y cogí una manzana. Le di un mordisco, y pensé en Louis. A Louis no le gustaban las manzanas, las odiaba. En cambio, a mí, me encantan. Pero eso ya no importaba, él estaba muerto, y un muerto no come manzanas.

Oh Dios, odio esos comentarios que me hago mentalmente, los detesto de verdad.

 Me senté en el sofá de la sala, sin contar con el valor necesario para dormir de una buena vez en mi habitación. Prendí la televisión y estuve viendo programación basura hasta bien entrada la noche.

Sin darme cuenta, me dormí, y no soñé nada. Toda la noche, estuve sumergido en un universo negro, sin vida.

cartas para harry ; stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora