010 mejor es callarse

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Desayunamos panquecas y, al terminar, yo salí corriendo de la casa, para llegar al buzón.

Qué irónico, ¿no, Louis? Me alegras la vida y no estás aquí.

Abrí el buzón como un desesperado y contemplé su interior. Al igual que los anteriores, el sobre existente era blanco y sin identificación alguna. Zayn me esperaba en la entrada de la casa, pero le hice unas señas de que iría al patio trasero a leer. Él asintió con la cabeza y desapareció tras la puerta blanca.

Fui con paso apresurado hasta la parte trasera de la casa y me senté en el pasto, apoyado contra la cerca de madera que separaba mi casa de la de mis vecinos.

"Harry.

Hola. Espero que no estés traumatizado con la carta anterior. No te sientas culpable; te conozco, y sé que eres capaz. Pero por favor, no lo hagas. No encontraría la manera de descansar alguna vez en paz si te culpas a tí por esto. Porque, si no te has dado cuenta, todo esto es por mí. En estas cartas te estoy diciendo las razones que me llevarán (o llevaron, como prefieras verlo) a ponerle fin a mi vida, pero, si lo vemos desde un punto de vista más sensato, yo pude haber decidido ir a un psicólogo, y nada de esto estaría pasando. No estarías leyendo esto, y, probablemente, yo estaría a tu lado.

Lo siento Harry, creo que a veces puedo llegar a ser muy egoísta. Bueno, escribo esto para explicarte lo que hice y porque, ¿cierto? Veamos, aquí vamos con la razón número tres:

Yo, Louis Tomlinson, guardaba demasiados secretos como para tolerarlos. No te los diré todos en una sola carta porque, si yo no los pude soportar con el paso de los años, tu no lo soportarás en diez párrafos. También quiero aclararte, Harry, que no te diré todo. Será una verdad a medias. Porque temo exageradamente que, si te lo digo todo, termines como yo. Espero que me entiendas.

Me preocupo por tí, bebé. Es lo único que le da un mínimo sentido a mi existencia en este preciso momento.

Sigo; el primer secreto terriblemente pesado que tuve que soportar era el saber que mi padre engañaba a mi madre. Yo apenas tenía nueve años. Había estado toda la tarde en mi habitación viendo televisión y dibujando, y decidí bajar para pedirle a mi padre un vaso de agua. Bajé las escaleras silenciosamente y escuché unos murmullos en la cocina.

—Nadie se puede enterar de ésto, mucho menos las niñas... o Louis.—Esa era la voz de mi padre. No me atreví a asomar mi cabeza por la puerta de la cocina, y ahora me arrepiento de no haberlo hecho.

—Tranquilo amor, ¿crees que me arriesgaría a contarle a alguien?—Era una voz femenina, se me hacía familiar, pero no la reconocía.

—Claro que no, mi vida... pero debemos tener precaución.

A los nueve años, no sabes qué significa engañar a tu pareja, y yo, tan inocente, no sabía que estaba presenciando un acto de adulterio en su máxima expresión. Muerto de la curiosidad, le eché un vistazo rápido a la cocina.

Mi padre engañaba a mi madre con Jane, la madre de la mejor amiga de mi hermana Charlotte. Yo, ajeno a lo que ocurría frente a mí, subí a mi cuarto a paso apresurado. Me tumbé en la cama y me quedé dormido. No le dije nada a nadie, me guardé ese pequeño secreto a mí mismo. No comprendí todo sino unos dos o tres años más tarde, cuando en clase nos hablaron sobre el matrimonio y el divorcio, y que la primera causa de éste era el adulterio. Entonces comprendí todo y mi mundo se vino abajo.

No lloré; jamás lloré por eso. Simplemente, me encerraba en mi habitación a pensar. Me volví un chico aún más callado de lo que ya era, y fue en ese momento en el que terminé de perder a los escasos amigos que tenía. Comenzaron las peleas entre mis padres. Siempre eran alrededor de las tres de la mañana, cuando ellos creían que no los escuchábamos. Yo, como el hermano mayor, tenía que cuidar a mis hermanitas. Un día, Daisy me despertó en la madrugada.

—Lou, papá y mamá están gritando.

Le dije a Daisy que fuera a dormir, y yo bajé a la cocina. Ambos se gritaban mutuamente, mi madre acusaba a mi padre de estar destruyendo la infancia de sus hijos, y mi padre llamaba a mi madre "maldita obsesiva controladora". Una vez más, me quedé callado y fui a mi cuarto a pensar en la oscuridad total.

Poco después, ellos se divorciaron. Mis hermanas estaban muy tristes. Mi madre ganó la custodia y se quedó con nosotros, y mi padre desapareció. Lo veíamos unas escasas dos veces al año. Una vez yo cumplí la mayoría de edad, no volví a saber de él.

Mientras el divorcio se legalizaba y los abogados hacían los trámites, Charlotte entró en una fase de rebeldía. Por un lado, la comprendía. Se sentía culpable, porque, seguramente, si ella jamás se hubiese juntado con Amy, nuestro padre no hubiese conocido a su madre Jane, y seguiríamos como una familia unida. Un día la vi fumando marihuana a la salida de clases, y una semana más tarde descubrí una caja de condones en su habitación.

Pero no dije nada. Porque, de cualquier manera, mejor es callarse a decir una verdad espantosa. No me atrevería a empeorar la crisis emocional que estábamos atravesando.

Aunque, ¿sabes, Harry? Llega el momento en el que, lo quieras o no, las mentiras se descubren. Así es la vida. Un día, en el que mi madre había ido temprano al banco a retirar un depósito y aún no regresaba, Charlotte dijo que quería hablar conmigo en privado. Así fue como llorando, me dijo que estaba embarazada.

Mi cuerpo entero temblaba y no sabía que contestar. ¿Sería tío? Le pregunté quién era el padre y ella no quizo responder. Fue entonces cuando comprendí que lo único que Charlotte quería era abortar al niño. Intenté convencerla de que habían otras formas de llevar el embarazo. Podía dar al niño en adopción cuando naciera, o hacerse cargo... pero ella no dio su brazo a torcer.

Así que, de repente me encontré en una sala de espera, blanca como las nubes, esperando a que mi hermana saliera de la consulta. De alguna manera, se podía decir que había ayudado a matar a mi sobrino.

Lo siento, Harry. No puedo seguir escribiendo sobre el tema.

Te amo."

Mis hombros se relajaron y solté la respiración que había aguantado. Charlotte no parecía de ese tipo de chicas, y la madre de Louis jamás hizo ningún comentario sobre su traumática vida amorosa. ¿Por qué Louis nunca fue a un psicólogo? ¿Se había guardado todas estas cosas dentro de él durante tantos años? Los secretos familiares son la peor clase de secretos que hay; porque, al descubrirlos, te percatas de que has crecido y convivido con personas totalmente falsas, que han llevando máscaras por años, con el fin de esconder un pasado o un presente aterrador. Ves que las cosas no son como crees, y que nadie conoce al otro completamente. Las comidas y momentos en familia se convierten en un recuerdo incierto y el ambiente se vuelve incómodo. Has estado viviendo con un montón de fantasmas y de personas vacías. Y no hay peor sentimiento que ese.

Lamento no haber abrazado a Louis cuando lo necesitó, lamento no haberle dicho jamás que lo apoyaba y que estaba las veinticuatro horas del día para lo que quisiera.

Lamento no haber sido el novio que él se merecía.

cartas para harry ; stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora