Las cicatrices son como las puertas al alma. Algunos dicen que son los ojos, pero, si eso fuera cierto, yo hubiese sabido a tiempo que Louis estaba mal. Tantas veces que lo miré a los ojos hasta que los párpados me ardían y no noté nada. Y no me refiero únicamente a las cicatrices que puedes hacerte a tí mismo, porque esas no son las únicas. Existen las cicatrices buenas, aquellas que son una enseñanza o un recuerdo. Mediante ellas, puedes conocer a una persona. Conoces sus miedos y sus preocupaciones, conoces las razones que tiene para sonreír y las razones que tiene para llorar. Es mágico, y al mismo tiempo peligroso.
Por eso es que aquellas personas que se lastiman a sí mismas no quieren que las personas vean aquellas marcas. Pueden descubrirte. Porque, no importa que tan pura de alma sea alguien, siempre tendrá enemigos que lo único que deseen sea destruírlo, y cualquier excusa sirva para derrumbar a una persona.
¿Qué pasaría si todos conocieran todos tus secretos?
Algo confuso, pero es una pregunta que ha estado rondando en mi mente desde que me hice el primer corte. Serías una persona tan transparente que pasarías desapercibida. En la vida, todo necesita un toque de misterio para resultar interesante, incluso las personas. Tal vez, si yo hubiese visto las cicatrices de Louis— tanto las físicas como las mentales—a tiempo, nada de esto estaría pasando.
Cualquier sentimiento profundo nos deja ciegos, y eso era lo que me pasó con el chico de ojos increíblemente azules. Yo no le encontraba defectos, porque lo único que quería era pensar que él era perfecto. Yo no veía su tristeza, porque estaba tan enfocado en hacerlo feliz, que no vi sus problemas.
A veces, con quien más convives resulta ser un completo extraño.
Me siento tan malditamente culpable, a pesar de que, de todas las razones que me ha explicado Louis, ninguna aparenta ser mi culpa. Pero de todas maneras, yo era el que debía darse culpa de todo. Era yo el que debía ayudarlo, el que debía demostrarle que todo mejoraría. ¿Qué fue lo que hice mal?
Las dudas me estån volviendo loco, y siento que puedo con ellas. Dicen que si no puedes luchar contra el enemigo, es mejor unírsele, pero, ¿cómo te unes a tus propias preguntas?
Todos vamos a morir en algún momento, lo sé, pero hubiera preferido que Louis muriera en otras condiciones. Un accidente de tránsito, por ejemplo. Igual de doloroso, pero al menos sabes que murió por el accidente. No porque el mismo lo decidió así. Creo que no hay muerte más trágica que el suicidio. Porque siempre estará esa pequeña voz que te susurra que podrías haberlo evitado, aunque eso fuese mentira.
Como sea, el punto es que estoy llegando a la tienda en la que al parecer voy a trabajar durante un tiempo y las reflexiones profundas han atacado mi mente. Pasé por el umbral de la puerta y puse una sonrisa en mi rostro. A pesar de que estaba emocionado porque iba a firmar un contrato, estaba nervioso por Louis. ¿Nervioso, por qué? Digo, ya está muerto, no le puede pasar nada. La mente humana nos pone malas jugadas de vez en cuando.
Dana me dedicó una sonrisa amable al verme, gesto que le devolví.
—Hola, Harry.
—Hola, Dana.
—Pasa, Jack te está esperando.— Asentí con la cabeza y me dirigí a la puerta. Toqué suavemente y escuché un lejano "pasa"; de manera que pasé a la habitación. Tal cual como la recordaba desde hacía unos días.
—Buenos días, Jack.— Él me sonrió ampliamente.
—Buenos días, Hary. ¿Cómo has estado?
—B-bien. ¿Y tú?
—Igual. ¡Siéntate!— Me senté. Estaba algo incómodo. No porque la silla tuviera algo, sino el ambiente. Era tenso. Me limité a sonreír. Jack buscó algunos papeles en su escritorio y me los entregó. Luego me dio un bolígrafo. —Lee todo el contrato y firma al final de la hoja.— Asentí y empecé a leer.
La primera página hablaba de todos los aspectos legales del negocio, como estaba vinculado con la cadena de ropa, entre otros aspectos. La segunda hoja, era sobre mis beneficios y deberes como trabajador. El salario, los días libres, los seguros de vida, del auto, etc. Aunque no había estudiado derecho, tenía unos mínimos conocimientos sobre leyes, y todo era permitido. Luego de leer el contrato por segunda vez, asegurándome de no obviar nada, firmé al pie de la quinta y última hoja. Le entregué el documento a Jack, el cuál chequeó mi firma y luego de sacarle copia al conjunto de hojas, me entregó uno.
—Felicidades, Harry. Estás contratado.— Sonreí.
—Gracias, gracias, en serio, gracias.
—No las des... empiezas mañana, ¿tienes alguna pregunta?— Me tomé unos segundos para pensar.
—Por ahora, no.
—Vale, cualquier cosa, tanto Dana como yo podemos aconsejarte.
—Claro, contaré con eso.— Jack sonrió.
—Mañana a la una.
—A la una.— Repetí, dándole a entender de que sus indicaciones habían quedado grabadas en mi memoria. Jack se levantó y nos dimos un fuerte apretón de manos, dejando en claro nuestro acuerdo.—Que pases buen día.— Agregué, dispuesto a irme.
—Lo mismo digo.— Le dediqué una última sonrisa y salí de la oficina. Dana inmediatamente volteó y me se dirigió a mí.
—¿Y...?
—Seré tu nuevo compañero de trabajo.— Le anuncié, orgulloso. La chica sonrió.
—¡Genial! ¿Nos vemos mañana?
—Aquí estaré.— Ella siguió sonriendo.
—Adiós, Dana, debo irme.— Era mentira, no tenía que marcharme; pero tampoco me quedaría en la tienda.
—Claro. Cuídate.
—Igual.— Dicho esto, salí de la tienda y fui al estacionamiento a buscar mi carro, con el fin de ir al supermercado. No quedaba casi comida.
No quería seguir con mi vida. Me explico; antes todo lo hacía por Louis; sonreía para que él también lo hiciera, me bañaba para estar presentable para él, trabajaba para poder tener una vida hermosa junto a Louis, ¿y todo para qué?
Desde que se fue, siento que los días pasan y pasan y que nada los conecta o hace que uno sea más importante que el otro. Hasta de las cosas que más disfrutaba antes de, han perdido su importancia. Porque aquellas cosas las hacía con Louis. Sin él, más de la mitad de mi vida ha perdido la razón. No tengo familia; ni padres, ni hermanos, ni primos, ni tíos. Escasos amigos... lo único con verdadero valor que poseía era el chico de voz aguda. Y lo he perdido.
Para cuando me di cuenta, ya estaba abriendo la puerta de mi casa. ¡Me había olvidado de ir a comprar comida! Me regañé mentalmente, pero a pesar de que no estaba cansado, no quería volver a salir. A la mierda todo, pensé.
Después de bañarme y vestirme, bajé a la cocina, sin hambre. Fue entonces cuando vi la camára que un día Louis y yo habíamos comprado, por el simple hecho de que considerábamos que era necesaria. Casi nunca tomaba fotos, prefería guardar los recuerdos en mi memoria. Pero de repente— no sé si fue una consecuencia de mi aburrimiento o de verdad una iniciativa que partió del fondo de mi alma— quise salir a tomar fotografías. Me puse unos zapatos, agarré la cámara y salí.
Cerca de mi casa quedaba un parque. Estaba bastante "escondido", por decirlo de alguna manera. Debías recorrer calles desconocidas y cruzar en varias esquinas para llegar a él, pero valía la pena. Cuando llegué, estaba completamente vacío. Capturé las hojas secas en el piso, los bancos de madera solitarios y el cielo que empezaba a nublarse. Luego salí del parque y caminé por las calles.
Y le tomaba fotos a cada cosa hermosa que veía. Unas flores en un balcón, un dibujo en el suelo, un charco de agua o un arcoíris causado por el aceite de los autos. Vale, estaba pensando como una chica adolescente, en busca de cada detalle romántico de la vida en la ciudad, pero me importaba poco.
Lo que más me encantaba de todo esto, era que en cada gota de agua, en cada molécula de color, había una partícula de Louis, acompañándome.
ESTÁS LEYENDO
cartas para harry ; stylinson
Fanfiction"dice que, a pesar de que ya no piensa en el suicidio, la muerte es lo mejor que le podría pasar"