013 supermercado

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Me desperté a las tres de la mañana con un terrible ardor en ambas manos, claramente. Descubrí que cualquier contacto con éstas me provocaban un dolor a gran magnitud. Debía llamar a alguien, pero a las tres de la mañana, lo único que recibiría sería una retaíla de insultos y groserías. No llamaría a ninguna ambulancia u hospital, porque no quería causar más drama en mi "familia", del que ya había.

Aunque por familia, sé que me refiero únicamente a Liam, Niall, Zayn, y los parientes de Louis. Mi padre fue encarcelado por robo a mano armada a un banco cuando yo tenía nueve años, y perdí el contacto con mi madre cuando entré a la universidad, hace ya más de diez años. Mis abuelos ya habían fallecido para cuando yo nací, y no tuve ni hermanos, ni tíos, ni nada semejante.

Logré llenar un envase grande de agua helada y, después de sentarme en el sofá y encender la televisión con el codo, metí mis manos dentro de dicha agua. La piel se me erizó debido a la baja temperatura del líquido, pero no las retiré. Sentí un alivio repentino y me relajé. Me acomodé lo más posible y fijé mi vista en la pantalla plana. Me percaté de que no podría cambiar el canal, y me vi obligado a conformarme con una película de bajo presupuesto sobre unos tiburones mutantes en una playa.

Dado a que la película no era de mi más mínimo interés, mis pensamientos se desviaron. Pensé en la carta que había leído la noche anterior. Sé que no había reaccionado de la mejor manera, pero, ¿qué opción me quedaba después de leer que Louis se culpaba de una infinidad de cosas que no eran su culpa? Debía encontrar a Dakota, no tenía la menor duda en aquello. Aunque sea, me gustaría informarle la noticia de Louis, y conocer al niño. Me imagino que eso es lo que a él le hubiese gustado.

Sólo tenía que averiguar sobre ella. No debe ser tan difícil. En cuánto mis manos sanaran, entraría en Google y buscaría información. Oh, cierto, mis manos. Justamente estaba pensando en las diferentes—pero no tan variadas— opciones para curar mi herida, y el teléfono sonó. Bufé y no hice ni el menor esfuerzo en pararme a contestar la llamada entrante. Cuando el aparato dejó de sonar, minuto y medio después, me sentí aliviado. Aquella sensación duró hasta que... volvió a sonar. Bufé de nuevo, esta vez aún más fuerte. Me levanté, sacando mis manos del agua, y agarré el teléfono. Un tirón de dolor me recorrió el brazo cuando apreté el botón para contestar.

Hice una mueca y llevé el aparato a mi oreja. Lo sostuve entre mi hombro y mi cuello.

—¿Aló?— Me percaté de que ni siquiera había visto el identificador de llamadas.

—¡Harry! ¿Por qué no contestabas? ¡Pensé que te había ocurrido algo!—La inconfundible voz irlandesa de Niall sonó por el otro lado de la línea.

—Eh... estaba en el baño.—Mentí.

—Oh... está bien. ¿Estás solo?

—Si.

—Iré a visitarte.—Mierda, no.

—N.-¡No!

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Pasa algo?— No podía contarle sobre las manos... creerían que estaba loco y me llevarían a un psiquiatra. ¿Y si me internaban en un manicomio? No, no, no.

—Este... yo... iré al supermercado. Necesito hacer unas compras.— Niall pareció sorprendido, porque no respondió por unos segundos.

—Wow, Harry... eso es genial. Te acompañaré, espérame ahí. No creo que debas manejar al auto.— Mi excusa no había funcionado, simplemente me había metido en más problemas de los que ya estaba.

—Está bien.—Ya no había vuelta atrás.

—Estaré ahí en media hora, ¿estarás listo?— Suspiré antes de responder afirmativamente.—Perfecto, nos vemos ahora. Adiós.— La llamada llegó a su fin. Observé mis manos. Subí a mi habitación a cambiar mi ropa y retuve unas cuantas lágrimas al abrir el armario y encontrarme cara a cara—no literalmente, claro está— con el olor de Louis.

cartas para harry ; stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora