022 cortes y chicas misteriosas

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Por favor lean la nota al final del capítulo, es importante. Disfruten la lectura.

Tuve que regresar a mi casa corriendo porque había empezado a llover, y lo último que quería era enfermarme. En el momento en el que cerré la puerta, un trueno sonó. Suspiré y encendí la luz. Miré al suelo al percatarme de lo vacía que estaba la casa. En ese momento, deseé que Louis apareciera bajando las escaleras, que me saludara, me abrazara y juntara sus labios con los míos, de la manera más romántica e inocente posible.

Claro, me pegaría un susto tremendo. Pero sería feliz. Preparé un huevo frito que comí hambriento. Me serví un vaso de agua y subí a la habitación. Me desnudé y me acosté en la cama. Recordé que tenía que ir al baño y cepillarme los dientes. Bufé y me levanté. Fui al baño—aún desnudo— y me cepillé los dientes. Y la navaja me llamaba, me llamaba con su voz gruesa. Escupí la crema dental, enjuagué mi boca y, desesperado, abrí el cajón. Encontré la cuchilla y me senté en el borde la bañera.

Me corté en el antebrazo. Los cortes seguían sin ser muy profundos, y yo quería llegar más a fondo, pero era incapaz. No estaba llorando, sólo respiraba agitadamente. Me lavé con mucho cuidado la poca sangre que había salido y regresé a la habitación. En el camino, en el pasillo, vi una foto Louis y mía. Era reciente. Estábamos en la boda de unos primos lejanos de Louis. Su mano sostenía la mía y yo la de él. Me quedé viendo a Louis, con una sonrisa en su rostro; una sonrisa que duraría para siempre. 

—Lo siento.

Luego entré a la habitación, me acosté en la cama y me dormí inmediatamente.

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Tomé el autobús para ir al centro comercial, ya que no estaba seguro de si habría alguna norma que especificara que los empleados pudieran estacionar sus carros sin pagar o algo parecido. Tenía un suéter azul marino que tapaba mis cortadas, pero sabía de sobre que debería quitármelo en cuanto me entregaran el uniforme para trabajar. De cualquier manera, ya tenía una excusa preparada. 

Cuando llegué a la estación correspondiente, bajé del transporte y caminé unos cien metros para llegar al edificio de vidrio. Subí por las escaleras hasta el tercer piso, ya que no estaba con la suficiente paciencia como para esperar a un ascensor repleto de gente. Relajado, entré al local. Ahí estaba Dana, ¿acaso no tenían más empleados? Digo, Dana me agradaba. Pero siempre estaba ella ahí, como si cu casa fuese la tienda. Obviamente, no haría comentarios al respecto.

Después de saludar a la rubia, fui a la oficina de Jack a informarme mi llegada. Él sonrió y me dio una camisa gris con el logo de la empresa del lado superior izquierdo.

—Puedes cambiarte en el baño.— Así que fui al baño. Me quité el suéter y vi mis cortadas. Pasé cuavemente las yemas de mis dedos por las cicatrices, y no puedo negar que sentí cierto placer al sentir las pequeñas protuberancias que hacían en mi piel. Sonreí como un estúpido y terminé de cambiarme de camisa. Salí del baño mientras ponía despreocupadamente mi mano sobre las cicatrices.

—Bueno, Harry, ya sabes lo que debes hacer. Saludar a los clientes, preguntarles si buscan algo en específico, y de ser así, aconsejarlos. Si deciden comprar algo, ellos irán a donde Dana, así que no te preocupes por eso.— Asentí con la cabeza.

—Vale.— Dije.

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En definitiva, este trabajo no es el mejor del mundo. Ni se acerca. Básicamente es estar parado durante cinco horas seguidas dando vueltas por la tienda esperando a que alguien entre. Es una tienda costosa, razón por la cual la poca gente que entra, apenas ve las etiquetas en las que indican los precios, se marchan. De todas maneras, es suficiente para mí.

Supongo que me acostumbraré. Cuando vi que el reloj marcaba la seis, me sentí dichoso. Jack me anunció que me podía ir, y me felicitó por mi "excelente primer día". Yo le di las gracias y me marché agotado, a mi casa. Me dolían mucho los pies. Apenas llegué, me comí un sandwich de jamón y queso y fui directamente a dormir.

El día siguiente fue prácticamente igual. En la mañana fui a hacer las compras "para la casa"—término que usaba Louis, no yo—, y a las doce y media me encaminé a mi trabajo. Al salir, decidí visitar a Niall. Hacía unos días que no hablaba con él. Sin avisar, fui a su casa y toqué el timbre.

Escuché unas voces adentro. Pasaron varios minutos hasta que mi amigo rubio abrió la puerta. Estaba algo despeinado, se veía gracioso. Pareció sorprendido al verme.

—¡Harry!— Exclamó, para luego agregar en una voz más baja— ¿qué haces aquí? ¿pasa algo?

Su actitud era sin duda extraña, ¿pero quién era yo para criticarlo?

—Vine a visitarte, lamento no haber avisado. ¿Llegué en un mal momento?— Él miró hacia atrás rápidamente.

—Bueno, sí. Estoy con una chica.— Mis labios se entreabrieron por la sorpresa.

—Oh... lo siento. Y-yo... tal vez venga mañana, los dejo solos.— Niall sonrió, incómodo.

—Cualquier cosa, me llamas. Buenas noches.

—B-buenas noches.— El rubio cerró la puerta.

Y ahí estaba yo, parado frente al pedazo de madera blanca, sin saber que hacer. Corrijo, si sabía que hacer, pero estaba confundido.

¿No era que Niall estaba enamorado de Liam?

Como fuese. Caminé hasta mi casa. Me daba rabia el hecho de que todos a mi alrededor pudieran continuar con su vida como si nada, y yo seguía estancado en una depresión increíble. Mi pecho estaba a rebosar de envidia, y envidia de la mala.

No odiaba a Niall, tampoco a Zayn ni a Liam. Sólo me que me molestaba conmigo mismo por el hecho de no poder superar a Louis. Vale, apenas se cumplirían dos meses de su partida, y tras casi nueve años juntos, es difícil. Tal vez incluso yo no era el que estaba haciendo las cosas mal. ¿Y si eran los demás los que estaban superando a Louis demasiado rápido? Eso debía ser.

Nadie olvida a uno de sus mejores amigos en sesenta días. No he hablado con su familia desde hace semanas, pero no tengo ánimos. Seguramente jamás los tendré. Llegué a mi casa— la cual ya no podía ser considerada como "hogar" — y entré sin ganas. Me pregunté si debería contarle a Liam o a Zayn lo de Niall. Supuse que no, ya que era problema del rubio; no mío, y mucho menos de los otros. Desde un principio, yo no debía enterarme de que Niall se estaba acostando con una chica.

Estuve leyendo El Principito hasta las diez de la noche, interrumpido varias veces por mosquitos o ruidos causados por el viento. Me serví un vaso de agua y subí a mi habitación.

Me hice un corte transversal, que atravesaba la cortada de dos días antes. Varias gotas de sangre salieron, y para cuando me encontré en la cama, un fino hilo rojo corría por mi codo.

Esa noche, tampoco pude dormir.

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¡VOLVI! ¡AUNQUE NO LO CREAN, PERO AÚN RESPIRO!

No estaba muerta, estaba de parranda, ah. No, mentira.

Pido disculpas, pero estoy terminando mi año escolar y estoy con las entregas de algunos trabajos, estudiando para los exámenes finales, etc. Y bue, se me hace complicado distribuir mi tiempo.

Lo que iba a decir: Cartas Para Harry está llegando a su final. Sí señores, señoras, ballenas y conejos, no queda mucho. Me imagino que como máaaximo, serán siete capítulos + epílogo. Muchas gracias a todos esos lectores que, aunque no sean tantos, han estado ahí (que cursi soy), y de una manera u otra apoyan la historia.

Lo siento mucho si hay errores de ortografía, pero estoy desde la tablet y no puedo chequear las palabras.

Creo que eso es todo. Por favor, voten y coMENTEN, porque en los últimos dos o tres capítulos no hay casi :(

val ××

cartas para harry ; stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora