Capítulo 26

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9 meses después (Agosto)...

— Ñíguez, te he dicho que las quiero blancas y rojas, no blancas y rosas –le regañaba Noa.

En estos meses todo se había vuelto mejor. Noa y Griezmann arreglaron las cosas y éste le pidió matrimonio. Se casarían después de tener al bebé, al pequeño Théo, y como éste ya estaba aquí, estábamos preparando todas las cosas para la boda.

— Eres un desastre cariño –dije sentándome en su regazo. Le besé.

— ¡Pareja, a lo que estamos! –nos llamó la futura señora del francés.

Saúl bufó.

— Joder, te ha sentado peor el post-embarazado que el embarazo –se quejó mientras corregía los fallos.

Le pegué una patada por debajo de la mesa mientras reía.

Noa le miró mal.

— Ya te quiero ver yo preparando tu boda –metió una invitación en el sobre –. Ah no, que eres un inútil y no vales ni para eso –finalizó riendo.

Esta vez fue Saúl el que la miró mal, en el fondo supe que le molestó.

Noa salió a coger una caja con más invitaciones.

— Tranquilo, está estresada con todo lo de la boda –dije acariciando su mejilla.

Cerró los ojos y puso su mano sobre la mía, la cogió y dejó un suave beso.

— Qué suerte tienen tu hermana y Carrasco, eso de estar de vacaciones les ha salvado.

— No debería viajar, va a tener ya al bebé, es peligroso... –dije preocupada.

— Tranquila, sabes que el belga las va a proteger –me atrajo hacia él y besó mi cabeza.

Noa apareció en la habitación.

— No os veo trabajar –bromeó mientras dejaba la caja sobre la mesa.

— ¿Cómo nos lo vas a pagar? –vaciló Saúl con una ceja alzada.

— Con lo que queráis, pero me tenéis que hacer otro favor –asentimos –. Quedaros con Théo mientras estemos en la luna de miel.

— ¡Síí! –exclamó Saúl emocionado.

Le encantaba cuidar a los niños pequeños. Decía que quería entrenar para cuando fuéramos padres.

Sonreí al verlo. Él no sabía que en mi interior se estaba formando un pequeño suyo.
Sólo las chicas sabían este detalle.

...

— Perfecto –dije tras darle a todo un último repaso.

Le había hecho a Saúl una cena romántica. Esta noche le daría la noticia.

Llamaron al timbre.

— Hola cariño –me saludó besándome.

— ¿Cómo lo has pasado?

Se habían reunido en la casa de los Griezmann a ver el fútbol.

— Como siempre –sonrió y me abrazó por la cintura –, no sé por qué no has venido, estaban allí las chicas.

— Ya te dije que estaba cansada. Venga, vamos al salón.

Entramos al salón y Saúl se quedó boquiabierto tras ver todo decorado.

— Oh, venga –se quejó –, para ésto no estabas cansada, ¿no?

Le miré con una ceja alzada.

— Te creía más listo, Ñíguez.

— Vale, ya lo he pillado –rió. Se acercó a mí –. Sabes que no hacía falta prepararme nada –me susurró tras besar el lóbulo de mi oreja.

— Claro que sí, tú tienes muchos detalles conmigo –dije sincera.

— Porque te mereces todo y más –apoyó su frente sobre la mía.

— ¿Y tú no? –pregunté divertida.

— Claro, pero te tengo a ti, y con eso es suficiente –finalizó con un apasionado beso.

La cena transcurrió tranquilamente. Fue muy agradable, todo con él es así. Se acercaba el momento de darle la noticia, y cada vez me iba poniendo más nerviosa.

— ¿Te pasa algo? –preguntó preocupado mientras ponía su mano sobre la mía y la acariciaba con su pulgar –. Te estás mordiendo el labio, y una de dos; o estás nerviosa, o me estás provocando, y me decanto más por la primera, porque como sea la segunda sabes que nos va a dar un corte de digestión en plena acción.

Reí a carcajadas.

— ¡Eres un pervertido! –sonreí –. Y sí, estás en lo correcto, estoy nerviosa.

— ¿Algún motivo?

— Tengo que decirte algo –dije sonriendo ampliamente.

La cara de Saúl se tornó a una preocupada.

— No pongas esa cara, es algo bueno, o eso creo.

— Venga, dilo, que me dejas con la intriga –rió nervioso.

— Saúl –dije temerosa. Me esperaba lo peor –, estoy embarazada.

Saúl se quedó mirándome fijamente. Sus ojos brillaban.

— Saúl, me das miedo –él sonrió ampliamente.

Me levanté y me senté en su regazo.

— ¡Esta es la mejor noticia que me han dado en la vida! –exclamó emocionado mientras dejaba besos por toda mi cara –. Voy a tener un bebé con la mujer a la que amo, no me lo creo.

Aquellas dudas existenciales se esfumaron al escuchar que Saúl me amaba. En ese momento me sentí completa.

— Te amo –le confesé.

— Yo más, mi amor –me besó tiernamente.

Me terminaste gustando [Saúl Ñíguez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora