Capítulo 20

2.7K 135 81
                                    

— Lucas...

— Shh –me atrajo más hacia él. Lo abracé –. Siento haberlo escuchado todo, pero es que se oía desde los vestuarios.

Me separé al instante.

— ¿Se oía todo? –pregunté horrorizada –. Oh dios, me van a echar, me van a echar...

— No digas eso –alzó mi cara –. Si se lo explicas al Cholo él lo entenderá.

Bufé.

— Qué vergüenza...

...

— Hola parejita –saludé a Amil y a Carrasco.

— Hey chicos –nos dijeron a Lucas y a mí.

En estos último días, Lucas se había convertido en un gran soporte para mí.

— Amil, ¿vas a venir mañana a vernos entrenar? –le preguntó Carrasco.

— ¿Mañana?

— Tenemos entrenamiento a puertas abiertas en el Calderón.

— Pues entonces sí –contestó mirando a su novio para después besarlo.

— Qué pesados son –me quejé –, están todo el día así.

Lucas rió y me atrajo hacia él. Le abracé. Él besó mi cabeza.

La parejita nos miraba enternecidos.

— Vosotros seguro que queréis está igual –dijo Amil riendo.

— Para decir eso prefiero que sigas comiéndote al belga –reímos.

...

Estaba viendo el entrenamiento con Noa cuando sentí dos pares de brazos rodearme las piernas.
Miré hacia abajo.

— ¡Leo! ¡Tiago! –saludé a los hijos de Fernando y Filipe.

Me agaché para darles un beso.

— ¿Estáis viendo a los papis?

— Sí, pero queremos jugar... –dijo Tiago.

— Y no nos dejan –terminó la frase Leo haciendo un puchero.

— Cuando acaben de entrenar podréis jugar, pero si os portáis bien –ellos asintieron repetidas veces sonriendo.

Noa y yo nos sentamos en el banquillo con los dos pequeños encima nuestra. Leo con Noa y Tiago conmigo.

— El tito Antoine es malo –dijo Tiago enfadado.

— ¿Por qué? –preguntó Noa riendo.

— Porque nos quita la pelota mientras jugamos y se pone él a jugar –contestó Leo cabreado cruzándose de brazos.

Noa y yo reímos.

Al acabar el entrenamiento los dos salieron a correr con una pelota al centro del césped.

— ¿Han dado mucha guerra? –nos preguntó Filipe. Reímos.

— Aunque parezca mentira, se han portado muy bien.

Lucas y Griezmann se dirigían hacia nosotras.

— Hola –saludó Lucas sonriendo –. ¿Quieres que salgamos a comer cuando termine de ducharme?

Asentí sonriendo.

Saúl, al pasar por nuestro lado se enteró. Me miró triste.

Estuve esperando a Lucas hasta que lo vi aparecer. Él me sonrió.

— ¿Te he dicho alguna vez que me encanta tu coche? –le pregunté entrando en él.

— Alguna que otra vez –reímos –. ¿Y yo te he dicho alguna vez que me encantas tú?

La miré con una ceja alzada sorprendida por su declaración.

— No... no me lo habías dicho –contesté ruborizada. Él rió.

La comida transcurrió tranquila, y como otras veces, Lucas no me dejó pagar.

— Eres tonto, de verdad.

Él rió. Me pasó un brazo por mis hombros y me acercó a él.

— Pero a este tonto lo tienes loquito, y haría cualquier cosa por ti.

— Vaya día de declaraciones ¿no? –dije riendo nerviosa.

— ¿Para qué perder el tiempo? –puso sus manos en mi cintura y me besó.

Al instante rodeé su cuello con mis brazos y me dejé llevar.

Con Lucas sentía cosas cuando me besaba, pero no sentía lo mismo que con Saúl, y esa sensación no me gustaba.

Me terminaste gustando [Saúl Ñíguez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora