Capítulo 18

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— ¡Lu! –me llamó el belga.

— Dime.

— Amil me ha invitado a comer a vuestra casa, espero que no te moleste.

— ¿Cómo me va a molestar? –sonreí.

— Sube, nos vamos juntos –asentí y le hice caso.

— Oye, tú por casualidad no sabes que le pasa a Saúl, ¿no?

— En el vestuario no se ha comentado nada, estaba como siempre, ha hablado con todos.

— Ésto es increíble –bufé.

— ¿Qué ha hecho esta vez Ñíguez?

— No me habla, lleva toda la mañana evitándome –le expliqué frotándome la cara –. Últimamente no hablamos mucho, porque yo no tengo mucho tiempo...

— Pero por la mañana podéis hablar perfectamente –terminó Yan.

— Exactamente –suspiré –. Pero, no sé, a lo mejor está teniendo un día malo. Él no suele mostrarle su estado de ánimo a los demás...

— Puede que tenga un día malo, a lo mejor, pero no tiene porqué pagarlo contigo –me miró.

— Este hombre es tan complicado...

— Para que luego digan que lo sois las mujeres –reímos.

...

— Hoy cenamos fuera con los Griezmann y Ñíguez –nos informó Amil nada más entrar en casa.

— Oh, hola chicos, ¿qué tal os ha ido en el trabajo? ¿Bien? Me alegro. A ver, os comento... –actué mirándola. Reímos.

— Déjate de tonterías –rió Amil.

— Bueno, ¿y qué pasa si no quiero ir a la cena?

— No era una pregunta, es una afirmación, además, ¿por qué no vas a querer venir?

Le expliqué lo de Saúl.

— Ñíguez se va a quedar sin partes –amenazó haciendo puños –. Bueno, con más razón, tienes que mostrarle que no te importa y debes ir a la cena. Invita a alguien.

— Amil tiene razón –la apoyó el belga acercándola y besando su sien.

— Ya... Pero eso sería utilizar a alguien que no tiene la culpa de lo que está pasando entre Saúl y yo –hice una mueca.

— Invita a alguien con quién tengas confianza y explícaselo –opinó Yannick.

— A ver... –pensé –. Llamaré a Lucas.

— ¿Hernández? No me importaría que fuera mi cuñado en un futuro –me apoyó Amil. Reí.

— Bueno, voy a llamarlo.

...

— Qué guapo estás Luquis –le halagué riendo. Él resopló, no le gustaba que le llamaran así.

— Anda, pasa –dijo abriendo la puerta del restaurante.

Entramos y nos dirigimos a nuestra mesa. Ya estaban allí los Griezmann.

— Hola chicos –les saludamos.

Me senté al lado de Noa con Lucas a mi otro lado.

— ¿Se puede saber dónde se han metido tu hermana y Yan? –preguntó Noa viendo aparecer a Ñíguez, el cual se sentó al lado de Antoine quedando enfrente de mí.

— Habrán tenido un pequeño percance, déjalos –les cubrió Griezmann –. A ti también te gusta tener ese tipo de percances –añadió riendo para luego darle un beso a Noa, que parecía un tomate.

Minutos más tarde llegaron.

Durante la cena, Saúl me había mirado de reojo varias veces, pero no había sido capaz de intercambiar palabras conmigo, y yo no iba a ser menos.

— Lu –llamó Noa. Lucas y yo la miramos.

— Hernández no mires, es obvio que a ti te vamos a llamar por tu apellido –reímos. Muy típico de ella.

La cena fue bastante agradable, excepto a la hora de volver a casa, Saúl, más bien todos, insistieron en que me tenía que llevar a casa, pero yo sólo acepté si venía Amil con nosotros.

Íbamos de camino a casa. Amil me obligó a sentarme en el asiento de copiloto, aunque no mejoró la cosa, Saúl sólo hablaba con ella. Él sólo me pidió que le sujetara el móvil, hice mal, ya que pude ver que le llegaron varios mensajes de una tal Yaiza.

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