CAPITULO 7

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Cuando mamá tocó la puerta para levantarme, ya yo me encontraba en la ducha, maldije para mis adentros a Ben Johnson porque desde que me desperté recordando que lo deje plantado en la biblioteca, el sueño se negó a regresar.

Ese día en particular me sentía extraña, decaída y al mirarme al espejo, juro que hasta un poco pálida. O como diría Julissa con las baterías bajas, y el hecho de no haber dormido las ocho horas reglamentarias, no me ayudaba en nada.

Arrastré mis pies hasta la cocina, me topé a papá de camino, de seguro iba a tomar su merecida siesta para recuperar fuerzas.

-Hola amor. –Me saludó plantándome un beso en la cabeza.

-Hola pa, dulces sueños.

Un pronunciado bostezo fue su respuesta y continúo su trayecto hacia la habitación.

-Que tengas lindo día en la escuela. –Fueron las últimas palabras que le escuché antes de cerrar la puerta.

El olor a tocino y huevos me envolvió y me sentí igual que en las caricaturas, como si una mano imaginaria me jalara hacia el alimento.

-Buenos días cariño, estoy sorprendida. –Me dijo mamá al tiempo que me servía el desayuno acompañado de una humeante taza de café.

-Sí, bueno, no te acostumbres.
–Contesté sabiendo a qué se debía su comentario.

Pulgoso comenzó a aullar, lo olvidé por completo y lo deje encerrado en mi cuarto. Antes de que mamá se quejara, corrí y le abrí, saliendo disparado y colocándose frente a la puerta principal. Repetí el proceso y se dirigió al jardín del vecino. Ups, pensé en llamarlo, pero el señor O'Neil no era de mi agrado, así que ve con confianza mi fiel amigo, haz lo que tengas que hacer.

Esperé hasta que terminó con sus necesidades básicas y regresó con una cara de satisfacción, lo masajee detrás de las orejas y una de sus patas traseras comenzó a martillear el piso, seña que recibía de buen agrado la caricia.

Regresamos a la cocina y le serví el alimento y aparte el agua. Comió de buena gana, mientras que su rabo parecía un parabrisas moviéndose a los lados.

-Come o se te enfriara. –Me recomendó mamá. –Ella se fue a continuar con sus labores por lo que comí en silencio. Lavé el plato y la taza utilizados y regresé a mi recámara con Pulgoso atrás. Me cepillé los dientes calculando el tiempo de llegada de Juli que sería en cualquier momento y tomé mi mochila.

-Adiós Pulgoso, se un buen perro.
–Le tiré sus juguetes al suelo, le cambié la arena de la caja y lo besé en la cabeza. Apenas salí, el auto de mi amiga se estacionaba, quedando con la mano puesta en la bocina y la boca abierta.

-Ni una palabra. –Le advertí.

Ella cerró la boca y puso los ojos en blanco para luego seguir hacia la casa de Brent, quién se encontraba esperándonos afuera.

-Buenos días. –Saludó mientras que se sentaba atrás.

-Buenos días. –Respondimos en coro.

Por primera vez en.... bueno en muchos años, logramos campo en el parqueo de la escuela, esto de madrugar no era tan malo después de todo, pero era casi seguro que no se volvería a repetir.

Para mi maldición la primera clase era Historia, o sea, tendría que ver a Ben alias gruñón-agresor, y me faltó agregar atractivo gritó mi subconsciente que callé de inmediato. Para mi sorpresa fui la primera en llegar, wow, esto en definitiva no se ve todos los días, y menos la cara del profesor Simmons al ingresar y verme bien sentadita, sonriéndole a mis anchas. Deseaba sacar mi celular y grabar su reacción, casi suelto una carcajada pero me contuve.

OSCURIDAD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora