CAPITULO 24

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-Hola Seline. Su voz me embargó como una canción.

-Hola. –Me alegré sobremanera de verla.- ¿Quién eres? Por favor dímelo.

-Soy tu madre Seline, tu verdadera madre, o al menos mi esencia, lo que queda en el plano espiritual.

Apenas escuché esto dejé de respirar unos segundos, si es que esto es posible en un sueño.

-He bloqueado temporalmente a los Sombras, pero me temo que no contamos con mucho tiempo.

-¿Qué soy?

-Un milagro, la primera de tu clase, es lo que te hace tan especial.

-"Especial". –Repito con desprecio. -Ni siquiera soy humana.

-Seline....

-Tabatha, me llamo Tabatha y te odio por el daño que me estás causando, por no revelarme la verdad, por convertir mi vida en un infierno.

-Hija yo nunca...

-No me digas hija, mi madre se llama Grace y ahora ha sido raptada por las sombras gracias a ti.

La mujer me miró con tristeza, sus ojos fatigados sin embargo, me observaban con infinito amor.

-Tienes razón, tú no debes nada, pero mi único error fue querer un reino mejor para los míos, y enamorarme de tu padre. Como ya sabes, él fue un Sombra, pero de los que apoyaban la causa. No fue planeado amarnos, ni que nacieras, tu llegada a este mundo ha sido fruto de ese amor. Cuando supimos que corrías peligro, hicimos lo que creímos mejor para ti. Te conseguimos una buena familia, que te pudiera dar todo aquello que nos fue negado a nosotros otorgarte.

-¿Cómo ayudo a mis padres? –Sus palabras me ablandaron un poco, pero todavía seguía molesta con mi impuesto destino.

-Necesitas aliados.

-¿Sabes a dónde los llevaron?

-Al mundo de las Sombras, tú eres mitad Sombra, la única capaz de abrir un portal y trasladarse, pero primero tienes que aprender a canalizar tus poderes y eso demorará sin un guía que te enseñe.

-Que tal un hechicero.

-Penélope murió. –Me indica.

-No me refiero a ella.

El ceño de la mujer se curvó pero antes de que pudiéramos continuar con la conversación aquella horrible oscuridad se hizo presente, calando un hielo hasta mis huesos.

-Trataré de contactarte de nuevo, ten cuidado en quién confías.

Y fue todo, desperté exaltada y aún más cuando vi a Ben sentado en la silla giratoria en frente de la cama.

-Lo lamento no quise asustarte. –Se disculpó.

-¿Qué hora es? –Volví a ver el reloj digital, marcaba las 8:00 p.m.
–¿Dormí tanto?

-Lo suficiente para que descansaras. –Me miró con el rabillo del ojo.

-¿Y Sam?

-Abajo. –Pone los ojos en blanco.
–Insistió en quedarse.

-No es de tu agrado ¿Cierto?

Se encoje de hombros pero no agrega nada más sobre el particular. Mi estómago gruñe pidiendo alimento, no he consumido nada desde.... Bueno en todo el día.

-Tu amigo recomienda que nos movamos, dice que no es seguro estar aquí, y estoy de acuerdo con él.

-Pero ¿A dónde ir? No quiero poner a nadie más en riesgo por mi culpa.

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