CAPITULO 28

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-Desperté con un tremendo deseo de ver a Ben. Salté de la cama, me cambié de ropa, arreglé un poco mi cabello y bajé a la cocina. Sam preparaba el desayuno, esta vez, tostadas a la francesa.

-Buenos días, eso huele exquisito.

-Buenos días, creí que tendría que tumbar la puerta.

-¿Por qué? ¿Qué hora es?

-Las 10:00 a.m. señorita.

-¡Tan tarde! –Exclamo sorprendida, pero bueno, soy de las que acostumbro levantarme normalmente a las 12:00 p.m. en fines de semana y días festivos.

Me sirve el plato, procedo a morder una y tengo que admitir que está deliciosa.

-Ya puedes casarte, tienes mi bendición, cocinas muy bien.
–Admito.

-¿Ah sí? Tengo tu bendición. –La forma en que me mira me sonroja, es una mirada muy profunda y comprometedora. -¿Aun quieres ir donde Ben? –Inquiere.

-Por supuesto. –Contesto de inmediato.

-Si no hay más remedio. –Pone los ojos en blanco.

-¿Por qué no te agrada? –Indago.

-Es un licántropo, quieres más explicaciones.

-Anoche nos salvó, a ambos.
–Aclaro. –Y no me lastimó.

-No se puede confiar en ellos cuando cambian, sé porque te lo digo.

-Y yo te sostengo que jamás nos haría daño.

-Eres muy inocente Arlington.

-Y tú pesimista, dale un poco de crédito al lobito.

-Esa cosa no es un lobo.

-Bueno, una combinación de ambos, hombre y lobo. Oh. –Tapo mi boca para luego agregar: -Será por eso que les dicen hombres lobo. –Dejo ir con tono de sarcasmo. –Y a todo esto, ¿Por qué él pudo ver a los Sombras y tú no?

-Por lo mismo, su condición mitad animal lo hace más susceptible al mundo espiritual. A veces los animales perciben cosas que los humanos no, ellos son más receptivos.

-Entiendo, y yo pude verlos porque soy mitad Sombra.

-Correcto. –Se sienta al otro lado del desayunador.

-No tengo como describir lo que vi, flotaban en el aire, no tenían rostro y sus manos sobresalían huesudas. ¿Cómo pudo mi madre enamorarse de una criatura tan horrorosa?

-Como ya sabes, ellos pueden adueñarse de un cuerpo, cuando lo hacen se apropian de su conciencia, el humano queda desterrado, por decirlo de alguna forma, y el Sombra obtiene el control absoluto. Tu madre se enamoró de su esencia, de su personalidad, para que lo comprendas mejor, e imagino que el anfitrión que él eligió, debió ser atractivo.

-Dime que yo no me convertiré en esa criatura.

-No Tabatha, despreocúpate.

-Ufff menos mal, que susto.

De repente, Sam comenzó a reírse con ganas, lo miré extrañada.

-¿Qué es tan gracioso?

-Es que nunca dejas de sorprenderme Arlington, convertirte en un Sombra, que ocurrencia.

-¡Idiota! –Exclamo molesta.

Sam achica sus ojos y me fulmina con la mirada, me como la última tostada y lo imito, es un juego que tenemos, el que quita primero la vista es el vencedor. Pasaron cerca de dos minutos y ninguno parecía dar el brazo a torcer.

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