CAPITULO 26

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-Ya déjate ese brazo en paz.
–Expresó Sam poniendo los ojos en blanco.

-Pica, pica, pica. –Inserto el cuchillo de plástico pero es tan corto que no logra su cometido a cabalidad.

-Dame tu brazo. –Me solicita.

-¿Para qué? –Lo miro confundida.

-¿Confías en mí? –Me sonríe.

-Sí. –Lo extiendo, al tiempo que él coloca ambas manos sobre el yeso.

Susurró unas palabras en latín, y para mi sorpresa el yeso se partió a la mitad y cayó a mis pies, y no solo eso, la quebradura sanó.

-¿Cómo demonios hiciste eso?
–Observo mi mano a punto de llorar de la alegría.

-Magia. –Se rasca atrás de la nuca.

-Yo quiero aprender ¿Me enseñas?

-La magia nace contigo Tabatha, yo soy un hechicero, tú no.

-Sí ya entendí. –Achiqué mis ojos tratando de fulminarlo pero Sam ni se da por enterado.

-¿Has conversado con los chicos?
–Me entristezco al pensar en ellos, me hacen demasiada falta.

-Sí, con Juli, te manda saludos, al igual que Brent.

-¿Podemos verlos?

-No por el momento, lo siento.

-Sabes que este encierro me puede volver loca, soy muy vulnerable.
–Lo señalo con el dedo índice para darle énfasis a mis palabras.

-Te retiré el yeso, eso debe contar de alguna manera. –Se cruza de brazos.

-En lo absoluto, quiero ver a mis amigos, por favor, por favor.
–Insisto.

-No pondré en riesgo tu vida, ni la de ellos, punto.

-Eres.... Uyyyyyyy... -Hago un pequeño berrinche.

-¿Terminó señorita? –Coloca las manos a cada extremo de su cadera.

-¿Qué opciones tengo? –Me cruzo de brazos, dándole la espalda.

-¡Por el amor de Dios Taba! Deja de actuar como una nenita.

-No lo soy. –Le saco la lengua.

-Eres una ternurita a veces.

-¿Me acabas de decir tierna? ¿Qué acaso tengo cara de Piolín?

Aunque lo intenta fracasa en contener su risa, la carcajada sonó estruendosa por doquier.

-Tú. –Lo vuelvo a señalar y me alejo con paso presuroso con rumbo a mi habitación.

-Taba regresa, disculpa.

Pero lo ignoro y al llegar a la recámara cierro con llave, sé que puede abrir la puerta si lo desea, solo espero que respete mi decisión de permanecer sola. Me tumbo sobre la cama, con los brazos extendidos en cruz, aburrida hasta la médula, con una sensación de vacío que se posiciona en mi interior, y tratando de no pensar de qué manera haremos la proeza de rescatar a mis padres, con un aprendiz de mago, un lobo inestable y.... ni siquiera sé en qué plano estoy yo, dentro de las rarezas del mundo sobrenatural, supongo.

Después de cinco minutos ininterrumpidos mirando el cielo raso, bostezo con intensidad, debería estar haciendo algo, cualquier cosa, y no matando el tiempo, o más bien, el tiempo me está matando a mí, la casa de Penélope no tiene televisor, señal de wifi, nada con lo que una adolescente pueda distraerse.

Miro mi teléfono, la batería está baja, así que lo pongo a cargar, al menos hay electricidad. Pienso en Ben, en sus grisáceos ojos, su particular carácter, analizo cada situación vivida desde que nos conocimos. Toco mis labios recordando el beso que compartimos en el hospital, cierro los ojos y reproduzco la escena como si se tratase de una película, cuando me doy cuenta, las entrañas se me estrujan y deseo que él, esté conmigo.

OSCURIDAD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora