2. El héroe desconocido

386 45 21
                                    

Invierno, 2010

Como todos los días desde hace tres años, Anne caminó desganada hacia su colegio. El sol de la mañana iluminaba con orgullo el paisaje, a pesar de que para aquel día se habían pronosticado fuertes lluvias, y le daba una luz demasiado exagerada a cada construcción blanca, lo que hacía que le dolieran los ojos. Ojos de dos colores, uno azul y uno verde. "Mutante" era una palabra frecuente al momento de dirigirse a ella cuando era pequeña, aunque ya no significaba nada. Desde aquel día en que sus padres habían muerto, muy pocas cosas significaban algo para ella.

Sus padres. Recordó aquel fatídico día en que su directora le había dado aquella arrolladora noticia. Ambos habían muerto en un extraño accidente de auto en la carretera que conectaba la ciudad con el pueblo donde vivía. Se había quedado completamente sola, como la última hoja de un árbol durante el otoño. Al menos no tenía hermanos menores a los que cuidar y consolar. Tenía amigos, pero no iban a reemplazar a la familia que había perdido. Tampoco sus padrinos, los cuales vivían con ella desde entonces. Los quería mucho pero no podían reemplazar a los padres que había perdido, aunque ellos lo intentaban con creces y ella se los agradecía.

Aquel día, luego de llorar más de una hora en el regazo de su directora se había ido a su casa, en la cual encontró a varias vecinas y tías lejanas que la esperaban para darle sus más sentidos pésames. Las frases de rigor se repetían en cada boca y en cada trozo había un par de brazos que la abrazaban nada más la soltaba el par anterior. Luego de dar el último abrazo, se escabulló entre la gente y subió la escalera hasta su habitación. Lanzó la mochila hacia la pared con una rabia asesina y se dejó caer sobre su mullida cama, que le pareció más dura y áspera que una piedra pómez, de la cual no se levantó hasta que sintió como la gente abandonaba su casa, bien entrada la noche. 

-Nana- le dijo a la única mujer que quedaba adentro de la casa, sentada en el sofá junto a su marido y a un pequeño de unos dos años. La voz, que hubiera querido que fuera serena, le salió entrecortada y bajita, pero lo suficiente para que la mujer la oyera y se levantara a verla y abrazarla, otra vez.

- Mi niña- decía la mujer - Mi pobre, pobre niña- mientras le acariciaba el largo y ondulado pelo negro. - Hace mucho que quería verte, pero no así- Negó con la cabeza y se limpió una lágrima con la mano- No así.

Anne se sentó en el sofá junto a Manuel, el esposo de "Nana", ambos sus padrinos de bautizo.
- Cuidaremos de ti- dijo el hombre con voz profunda y afectada- Siempre se lo dijimos a tus padres.

Anne lo miró y luego miró al bebé que tenía en brazos, sonrió y le tomó la manecita regordeta mientras el niño repetía -Annnna, an-na, ana.

-Anne- susurró la chica- An-ni

La oscuridad del anochecer se coló por las ventanas y las cortinas, así que Nana encendió las luces mientras decía - Mañana no irás al colegio si no quieres.

-Quiero ir- contestó Anne- No quiero estar aquí llorando todo el día y esperar a que los traigan en una caja de madera para que el resto de la gente los vea.- Sus ojos se estaban empañando otra vez y aumentando de brillo al mismo tiempo.

- No los traerán hasta en unos días más- dijo Manuel amablemente- Tienen que estudiar que fue... lo que les pasó.

"Murieron, eso pasó, ya lo sabemos todos ¿Qué más van a estudiar?" pensó con rabia. Pero si había algo que estudiar, la directora se lo había dicho "Lo extraño es que ellos no estaban dentro del auto cuando la policía y la ambulancia llegaron." ¿Qué había pasado? ¿Salieron para pedir ayuda y murieron mientras caminaban? Era posible si el esternón de ambos se hubiera fracturado y hubiera dañado sus corazones ¿Pero de ambos? Era imposible, debido a que ese tipo de accidente ocurría cuando el pecho de la persona se golpeaba fuertemente con el manubrio, y el auto de sus padres, Anne sabía bien, tenía airbags tanto para el piloto como para su acompañante, sin embargo, no podía pensar en otra hipótesis.

I. El Guardián de la GemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora