Cuando Anne terminó de explicar su plan, ayudándose de una pequeña ramita para litografiar los eventos más importantes en el suelo, todos los presentes la miraron en silencio por unos segundos que a la mestiza se le hicieron eternos.
- En el mejor de los casos, tardaremos un par de días- murmuró Kyle, tratando de ser cortés- Y si su pueblo realmente está bajo ataque ahora, no se de qué mucha ayuda podríamos ser.
Anne suspiró y soltó la ramita, que Arcoiris decidió usar como juguete. Los miró con una seriedad poco vista y habló sin rodeos.
- Lo sé, pero no podemos partir a ningún lado sin saber cómo están ellos. Además, si están bien, los vamos a necesitar. Donnell dijo que había que ser un loco para ir a otros reinos solos, pero incluso para nosotros cinco (contando al muchacho) podría ser complicado. Además, de todas formas, necesitaremos un barco- concluyó cruzándose de brazos.
- Anne tiene razón- suspiró Banan acariciándose la larga barba semi rizada- Las únicas posibilidades de momento son Sialuk y Al Kubrá. Y si realmente es importante para ustedes contar con las habilidades de mi pequeña Alice, por ejemplo, necesitan ir por ellos.
- Al diablo con todo- gritó Donnell- Llegaremos en un día, y si es necesario nadar, nadaremos. Lo que sea por nuestras familias y el reino.
Kyle sonrió. Le agradaba aquel elfo y aquel espíritu persistente y de entrega lo llenó de fuerzas. Sin embargo, Owen seguía mirando el dibujo en el piso con muchas dudas y pocas certezas. Anne lo miró preocupada.
- Por favor, Owen- susurró.
El elfo se acercó a ella y le puso la mano derecha en su hombro.
- Entonces bajemos esta montaña cuanto antes.
Los ojos bicolores de Anne brillaron con fuerzas. Estaba emocionada por recibir el apoyo de quien fuera el Guardián de la Gema, y a pesar de la guerra que comenzaría en cualquier minuto, sintió en su corazón que todo estaría bien pronto. Recorrer los reinos tal como lo había hecho su padre le daba más fuerzas para seguir adelante. Los cuatro se acomodaron las pequeñas mochilas y los cinturones y se dispusieron a salir de la caverna y bajar la montaña, suponiendo que Fearganainm los estaría esperando junto a los caballos.
Lamentablemente no fue así. No del todo.
Los pixies de nieve estaban volando erráticamente, con terror en las miradas y los tres caballos estaban encabritados y nerviosos, a punto de soltar sus amarras a las rocas, lo que pondría a los viajeros en graves apuros. Anne bajó el último trecho de un salto que la Anne antigua no habría creído posible hacer jamás y trató de calmar a los animales sin mucho éxito.
Había ignorado por completo que Fearganainm emergía tímidamente del bosque acompañado de dos canes gigantes y un enorme y oscuro shire británico; el caballo más grande que Anne había visto en su vida.
En cuanto notó la presencia de aquellas criaturas, se quedó helada en su lugar. Owen y Donnell bajaron rápidamente tras ella y desenvainaron las espadas, mientras que Kyle llamó a su amigo con ingenuidad.
- ¿Fearganainm estás bien? ¿Por qué...?
Y se quedó petrificado al notar al jinete que montaba el enorme caballo que le resultaba tan familiar.
- Madre...
La reina Aoife sonrió.
...
La gran bestia se revolvió en la arena con inquietud. Sabía perfectamente que cinco humanos y sus camellos estaban buscándola, sentía sus vibraciones en el suelo y su olor inconfundible le llenaba las fosas nasales. Su última comida había sido un incauto antílope viejo y enfermo así que estaba sedienta de sangre. Cinco humanos y cinco camellos la dejarían satisfecha por lo mínimo, un par de semanas.
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I. El Guardián de la Gema
FantasySi bien no es la mejor alumna de su clase, Anne Torres conoce la mitología universal casi a la perfección. Es la única chica que eligió la clase de esgrima como deporte opcional y la única que prefirió estudiar el gaélico por su cuenta antes de ten...