9. El cocodrilo, la pantera y el leopardo

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¿Descendientes de Sobek? ¿Quién rayos era Sobek? Aunque el nombre le sonaba de alguna parte, mo tenía idea de dónde. Anne quería hacer muchísimas preguntas en aquel instante, pero realmente tenía que salir corriendo de aquel lugar, pero ¿A dónde? Y ¿Dónde estaban Owen y Donnell que supuestamente estaban allí para protegerla? Como pudo, logró ponerse de pie, cubriendo gran parte de sus pantalones, sus manos y su chaqueta de barro y fango. Su tobillo seguía herido, pero ante la evidente señal de peligro que parecía colgar del cuello de aquel hombre como un letrero luminoso, era obvio que para Anne era mejor olvidarse por un momento que no estaba en condiciones de huir.

- Oh, no huyas- habló el hombre, saliendo del arroyo con elegancia y las manos nudosas extendidas hacia el frente, mostrándole con aquella actitud que no era ninguna amenaza. Pero no tenía caso que intentara parecer inofensivo, su mirada de reptil y su imponente tamaño, por no mencionar que podía convertirse en un gigante cocodrilo a su antojo, lo hacían parecer cualquier cosa menos alguien manso.

Anne no estaba interesada en creerle aquel viejo truco, ni quedarse a pedir explicaciones. Se limitó a dar la vuelta y esquivando lo mejor que podía piedras y raíces, comenzó a correr hacia ningún lugar, simplemente preocupada de dejar a aquel hombre lo más lejos posible. Algunas ramas le tironeaban el cabello, pero no le dio importancia. Incluso parecía ser que el tobillo ya no le dolía más, aunque recordó con pesar que una vez que se detuviera, el dolor sería incluso más horrible. Simplemente tenía que seguir corriendo.

No pasaron muchos segundos antes de que el hombre-cocodrilo comenzara la carrera tras ella, ni tampoco pasó demasiado tiempo para que un par de sorpresas desagradables interrumpieran la escapada de Anne.

Entre dos sauces particularmente grandes, dos felinos de imponente tamaño saltaron hacia ella, rodeándola con aspecto feroz, sus brillantes ojos amarillos sobre ella y las colas moviéndose de un lugar a otro, mostrando así el vivo interés en la pobre chica. Uno, el más pequeño, era completamente negro y el otro era castaño claro con manchas irregulares en negro y marrón por todo el cuerpo: una pantera y un leopardo.

En serio, Anne comenzaba a tener dudas sobre la ubicación de Emenlor ¿Acaso estaban en África, miles de kilómetros al sur de Irlanda? ¿Había Owen y Donnell confundido el portal? Si así había sido, Anne prometió mentalmente darles una gran y enorme paliza. Si es que estaban en condiciones de recibirla...

Cuando el hombre-cocodrilo llegó al claro donde la habían rodeado soltó una risilla y preguntó, con su voz masculina y áspera:

- ¿Tenían algo de valor?

La pantera se detuvo y comenzó a erguirse en las dos patas traseras, su negra y elástica cola se contrajo hasta desaparecer y cada centímetro de cabello negro era rápidamente sustituido por tela, cuero, piel humana y al final, sobre la cabeza, una larga y frondosa cabellera tan negra como el pelaje del animal dejó enmarcada un rostro humano de finos rasgos, dando lugar a una hermosa joven de sonrisa cruel y mirada arrogante.

- No en realidad- contestó- Ambos elfos vestían como pordioseros, a decir verdad. No llevan consigo nada interesante sin contar sus collares y sus espadas.

- ¿Y el equipaje de esta chica? – preguntó el hombre, desconfiado.

- Unos bolsos bastante extraños- dijo la chica mientras caminaba contoneando las caderas- Muchos artículos que según creo, son del mundo exterior.

El hombre sonrió y comenzó a seguir a la chica-pantera. El leopardo le gruñó a Anne, como ordenándole caminar tras ellos. Así lo hizo ella, preocupada de las intenciones de aquellas personas, las cuales parecían ser más que vulgares ladrones. Y no solo porque pudieran convertirse en peligrosos y fascinantes animales. Había algo en ellos, incluso en el leopardo, que a Anne no le gustaba demasiado. Pero se limitó a aguantarse el dolor del tobillo y a cojear tras de ellos, pensando en cómo ella y los otros dos chicos se librarían de aquel curioso grupo.

I. El Guardián de la GemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora