Cillian- el padre de los mellizos elfos- había hecho que Anne olvidara el mal rato que había pasado con la princesa con su infinita hospitalidad. Y el pan amasado que había preparado superaba con creces el sabor y la consistencia del pan de Miss Longbottom, pero no se lo diría nunca a la adorable anciana que con tanto amor se había preocupado por ella y sus amigos en la cabaña de Castletown. El elfo de hermosos cabellos dorados les contó su historia y la de su familia, haciendo hincapié en la valentía de su esposa Saoirse, quien se decía, había muerto a manos del mismísimo rey Ciarán, el esposo de la reina Aoife. A pesar del frío, Anne sentía como la calidez del hogar del elfo, y de sí mismo, le entibiaban el corazón, sobre todo cuando hablaba con tanto cariño de sus dos hijos y de lo muy orgulloso que estaba de ellos.
- Se dice que el dios Esus, señor de la naturaleza, es un hábil cazador y sanador. A veces pienso que mis hijos han sido bendecidos con sus dones; mi bella Dánaris es la mejor arquera de su edad ¡Una lástima que en el castillo jamás la tomaran en serio! Y mi querido Ronan es mejor curandero que cualquier druida, me perdone Dagda- comentó con veneración.
- Y han hecho un trabajo excelente protegiendo a Castletown, señor Cillian- dijo Owen, con una sincera sonrisa.
El pecho de Cillian se infló de orgullo y continuó conversando. A Anne le hubiera gustado imaginar a sus padres, a Dag y Alma, sentados alrededor del fuego conversando con personas anónimas, diciéndoles lo muy satisfechos que estaban con los logros de su hija. Sonrió con tristeza y centró su mirada en las trenzas de hierbas que colgaban en el techo de la cocina, para que, si la veían llorar, al menos sospecharan que era el humo que le estaba irritando los ojos.
Al poco rato se despidieron de Cillian, dispuestos a volver al castillo para prepararse para el baile de Yule, pero Anne insistió en pasar a ver a los caballos primero. El sol aún no se escondía por completo y le aseguró a Owen que no llegaría tarde al baile.
- De acuerdo, veré si puedo hablar con el rey antes de la fiesta y contarles "ya sabes qué"- contestó Owen, dándole una palmada en el brazo en señal de despedida- No llegues tarde.
- Buena suerte- contestó Anne, dirigiéndose hacia los establos donde estaban los caballos de Sin Oran, que a esas alturas ya sentía que le pertenecían por completo, o al menos, el bueno y fuerte de Ónix.
- ¡Precioso! ¿Estás bien? – lo saludó en cuanto lo encontró, al lado de Moon y Marrón, dándose todos un festín de avena. Ónix relinchó contento y siguió comiendo. Anne aprovechó de tomar un cepillo que algún paje había dejado en el suelo y comenzó a peinarle la crin.
- ¿Este es tu plan de Yule? – le preguntó alguien a sus espaldas.
Anne miró sobresaltada, pero solo se trataba de Nessa, la amiga de Owen. Tenía el enmarañado cabello anaranjado peinado en dos trenzas a la altura de las orejas redondas y pequeñas y vestía unas viejas ropas de cuero, y aunque pareciera extraño, se veía mejor así que con el vestido elegante que había usado al almuerzo; al menos se notaba que se sentía más cómoda así.
- Se supone que iré a vestirme en un rato- contestó, tratando de ser amable- Aunque, a decir verdad, no me apetece la idea de ir a festejar.
- Tampoco a mí- asintió Nessa- ¿Qué se celebra de todos modos? Un solsticio más, idéntico a tantos, o bien el nacimiento del dios cristiano y otros más. La gente inventa cualquier cosa con tal de justificar unas cuantas bacanales al año- hablaba visiblemente molesta, y muy, muy amargada. Le recordó un poco a Keeva, con su actitud "anti magia" y le causó gracia imaginarse a ambas tomando el té y criticando todo alrededor, incluido el té- ¿Y en el otro lado qué celebrabas? ¿También yule?
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I. El Guardián de la Gema
FantasySi bien no es la mejor alumna de su clase, Anne Torres conoce la mitología universal casi a la perfección. Es la única chica que eligió la clase de esgrima como deporte opcional y la única que prefirió estudiar el gaélico por su cuenta antes de ten...