XXI - Inesperada Sorpresa

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De vuelta en la ciudad de Panamá, respiré profundamente el aire frío de la mañana y observé a las personas despedirse para emprender un viaje y otras llegar con anhelo y prisa. Caminé por los amplios pasillos del gran aeropuerto que fácilmente podía confundirse con un lujoso centro comercial y me dirigí a la salida en busca de un taxi, debía llamar a Miranda para informarle que había llegado sin contratiempos y posteriormente a mis amigos. Tomé el primer taxi de la línea y subí dándole la dirección del apartamento que compartía con Sofía. En el trayecto llamé a Miranda y hablamos por corto tiempo ya que ella estaba por entrar a clases. Luego llamé a Sofía diciéndole que estaba en camino, me alegré con su respuesta ya que estaba haciendo limpieza y la encontraría en casa. El último en llamar fue a Alaric, el teléfono repicó varias veces pero no atendió. Supuse que estaría ocupado y decidí llamar en otro momento.

Al llegar bajé del taxi y saqué la maleta del porta equipaje, le pagué al conductor y entré al edificio para luego llamar al ascensor. Al estar en el piso correcto toqué la puerta puesto que había dejado las llaves. Esperé unos segundos y una sonriente Sofía abrió recibiéndome con un abrazo.

- Te extrañé mucho -dijo apretándome fuerte, yo la imité-. Tienes mucho por contarme.

Su tono de reproche me hizo reír. Siempre le contaba todas mis cosas pero este viaje fue sorpresivo y rápido que no tuve chance de contarle porque sabía que la conversación se extendería.

Nos sentamos en el sofá de la sala y comenzamos a platicar. Sofía hablaba hasta por los codos.

- Te ves muy feliz - comentó luego de unos minutos de charla.

- Lo estoy -dije sonriendo ensimismada-. Iré a ver a Eduardo.

Chilló de alegría haciendo que diera un salto en mi sitio.

- Me alegra de que por fin, vayas a estar con el amor de tu vida. - sonrió entusiasmada.

- Estoy ansiosa por verlo pero también tengo miedo - dije sincera.

- Todo va a estar bien. Estoy segura que en cuanto Eduardo te vea será muy feliz.

- Eso espero porque encontrarme con una sorpresa desagradable arruinaría mi vida.

Bajé la cabeza pensando en la posibilidad de que Eduardo haya continuado con su vida aquí en Panamá.

- Eso no sucederá -negó rotundamente-. Por lo que me has contado ese hombre quedó flechado y de ser así no podría olvidarte ni cambiarte tan fácil.

Me quedé pensativa unos segundos. Sofía tenía algo de razón. Lo que vivimos había sido tanto en tan poco que tiempo, llegamos a enamorarnos y a sufrir por no estar juntos.

Suspiré al mismo tiempo que Sofía lo hacía. Levanté la mirada para verla con un semblante nostálgico.

- ¿Qué sucede? - pregunté preocupada por ella y Alaric.

- Me gustaría que Alaric sintiera lo mismo que yo siento por él.

Fruncí el ceño meditando sus palabras.

- ¿Algo que no sepa? - inquirí interesada.

- No me presta la misma atención que antes, está más ocupado y casi no tiene tiempo para nosotros.

- Debes entenderlo -comprendí abrazándola-. Recuerda que tiene muchas ocupaciones y la empresa lo absorbe mucho.

- Ya no quisiera que trabajara en ella. - dijo sorprendiéndome.

- ¿Qué? - cuestioné mirándola.

- Tiene a los nuevos socios trabajando -excusó-, no es necesario que esté al pendiente de todo como antes.

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