XXXVIII - Esperanzada, De Vuelta El Amor

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La semana había acabado, ya eran diez los días contados desde que Eduardo se había marchado. Sofía había llegado hacía un día y se había alegrado con la noticia de que sabíamos quien estaba detrás de los sucesos. Inmediatamente Alaric se puso en contacto con Eduardo, le explicó la situación y él pareció entenderlo con alivio, mi amigo no me dió detalles de su conversación pero me dejó saber que éste quería hablar conmigo, en ese momento me negué, el orgullo fue más grande que las ansias de tenerlo nuevamente y todo lo que lo estaba extrañando, me dolía que el tiempo pasaba y él no se dignaba a regresar.

Me quedé en el apartamento recostada descansando, el día estaba fresco puesto que había amanecido el clima nublado. Eran cerca de ser las doce del mediodía y mi estómago estaba protestando por comida, me levanté para ir a la cocina a ver qué preparaba pero en eso el timbre sonó haciéndome sobresaltar, salí de la habitación y me encaminé a la puerta, miré por la mirilla y ví a Sofía con unas bolsas en mano.

- ¡Hola! - saludó muy alegre, me dió un beso en la mejilla y entró al apartamento.

- ¿Cómo estás Sofi?, Te hacía en la empresa. - comenté con curiosidad.

- Si pero quise venir a almorzar contigo y así platicábamos un rato.

Tomó asiento en el sofá de la sala y colocó las bolsas en la mesa de centro, sacó varias cajas, cubiertos y gaseosas. Me senté a su lado y destapé una caja muriendo por comer, era arroz chino, también había lomito salteado con vegetales y shopsuey.

Comencé a comer.

- ¿No has hablado con Eduardo? - preguntó de repente.

- No lo he hecho todavía. No me siento preparada. - respondí masticando.

- Bueno tienes que estar preparada. - avisó tomando un sorbo de su gaseosa.

- ¿Para qué? - inquirí.

- Eduardo llega hoy.

Me atraganté con la comida, bebí gaseosa para pasar la sensación desagradable y la miré esperando que me dijera que se trataba de una broma.

- ¿Estás de broma? - pregunté con seriedad.

- No amiga.

El apetito se me quitó a causa de los nervios que me produjo saber que en cuestión de horas volvería a verlo. Después de diez días sin él, sin saber si había pensado en nosotros aunque para mi, la repuesta era un no. De haberlo hecho su viaje no hubiese demorado más de tres días.

- No quiero verlo - dije bebiendo el restante de gaseosa -. No he perdonado su abandono.

Sofía suspiró.

- ¿No crees que estás siendo injusta? - preguntó -. Tú te fuiste de su lado hace años, tuviste tus razones y no le diste la oportunidad de pedirte que te quedaras, lo hiciste porque creíste que fue lo correcto, pero en ese momento se hirieron, causaste un daño que con el tiempo se revirtió y cuando se volvieron a encontrar el amor seguía intacto.

- Lo sé pero fue diferente. - digo vagamente.

- No lo fue - aclara -. Lo dejaste porque no confiaste en él, en que podía estar contigo con o sin prejuicios, en que ambos pudiesen ser felices sin importar en los demás. No te sigas excusando porque actuaste de la misma manera que él actuó.

- Entonces, ¿Debo permitirle que lo haya hecho porque yo lo hice primero? - hablo a la defensiva.

Mi amiga vuelve a suspirar.

- Lo estás viendo como una competencia y no es así, te hablo de que debes pensar que cada quién actúa de acuerdo a sus temores y sentimientos, él tuvo miedo de que las fotos fueran reales, se sintió traicionado y se fue para desahogarse. Yo tuve miedo y quería huir también pero cambié de opinión porque Alaric habló conmigo y lo comprendí. - me explica pacientemente.

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