XVI - Secretos

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Llegué a la empresa ansiosa, apenas pude maquillarme decentemente cuando agarré mis cosas tras ver la hora y salí del apartamento con prisa. Ni siquiera me despedí de Sofía, pero me tranquilizó que ella supiera lo importante que era para mí corroborar que Alaric estuviera en su ejecutiva con su pose trabajadora.

Bajé del taxi rápidamente y entré al vestíbulo, saludando a los empleados. Todos siendo educados respondieron al mismo y en seguida llamé al ascensor. Al llegar a mi piso pude notar la tensión que había, se escuchaban los murmullos de los pocos empleados que allí trabajaban.

Me acerqué a la chica de la recepción quien estaba distraída con su celular.

- Buenos días Marlen ¿El jefe llegó? - cuestioné esperando una respuesta positiva.

- Si señorita Amanda. Pero pidió que nadie lo molestara. - dijo haciendo una mueca.

Solté el aire que estaba conteniendo, pero de nuevo ese sentimiento de preocupación me embargó. Si Alaric había pedido que no lo molestaran querría decir que estaba molesto o irritado. La pregunta era, ¿Esa orden me incluía?

Nerviosa me encaminé hacia la oficina, de repente mis manos sudaban. No sabía lo que podría esperarme detrás de esa puerta y eso me daba temor. No me gustaba ver a Alaric enojado, se comportaba como un completo idiota.

Respiré hondo y toqué la puerta como siempre lo hacía, no escuché respuesta y toqué nuevamente pero ésta vez recibí un fuerte y grotesco "no estoy para nadie" de su parte.

El pecho me dolió. Él sabía que era yo y sin embargo, enfatizó su orden. Me sentí mal, herida, triste, un sentimiento que no había sentido antes se instaló en mi pecho y me oprimió. Era decepción.

Sabiendo las consecuencias entré a mi oficina y tomé el atrevimiento de entrar a la suya sin permiso. Lo miré sentado en su ejecutiva mirando fijamente el computador y con el ceño fruncido notablemente molesto.

- Hola Alaric - saludé con un tono suave y sonriendo a medias.

Su mirada se dirigió a mi, no disminuyendo su molestia.

- Amanda fui claro en decir que no estaba para nadie, así que por favor sal. - dijo como si yo no fuera su amiga, la chica a la que tanto le había tendido la mano.

Mi pecho volvió a oprimirse, sentí una desagradable cosquilla en el estómago y sin más me giré no queriendo ser humillada de por él.

Cuando estuve a centímetros de abrir la puerta me detuve y no pude contenerme en decirle todo lo que llevaba dentro.

- ¿Sabes? Ayer estuve muy preocupada por ti, te llamé, te dejé muchos textos y sin embargo no recibí respuesta. Vengo a la empresa con un nudo en la garganta queriendo ver si estás bien y si ya habías aparecido, queriendo saber que ha ocurrido contigo y tú en cambio, me tratas déspota? - mis ojos se cristalizaron, señal de que lloraría pronto.

- Siento haberte preocupado, estaba muy ocupado - se excusó despreocupadamente.

Quise asombrarme por su comportamiento pero estaba tan atenta mirándolo, hundiéndome en mi decepción que subconcientemente debí haber esperado una respuesta como esa de su parte.

Éste simplemente era Alaric en sus peores días.

- Que te aproveche el día - dicho esto me giro y salgo de la oficina dando un portazo por todo el dolor que llevaba dentro.

Por la decepción que sentí en ese momento.

Por las lágrimas que estaba a escasos minutos de dejar salir.

Eterno © |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora