XXXVI - Consiguiendo Respuestas

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Al llegar a la tienda los nervios me consumen. Alaric se da cuenta por el vidrio retrovisor y le comenta a Eliot.

- Es mejor que te quedes aquí, tus nervios pueden fregar la última opción que tenemos. - me dice Eliot.

- Pero quiero ir, necesito estar presente. - insisto aún sabiendo que estoy temblando por lo que podamos descubrir.

- No seas terca Amanda, hazle caso a Eliot y quédate en el auto, te informaremos de todos los por menores.

Hago una mueca y al final asiento.

Ellos salen del auto y yo sin poder evitarlo, comienzo a morder mis uñas hasta dañarlas. Cierro los ojos rogando porque traigan buenas noticias.

(...)

- ¡Carajos! - exclamo frustrada y molesta.

- Yo me siento igual. - dice Alaric recostando su cabeza del volante.

Regresaron hace unos minutos y me dijeron que no habían podido sacarle información al hombre, éste se había puesto a la defensiva y los había corrido del lugar.

La rabia se apoderó de mí.

- Tenemos que seguir buscando las respuestas que necesitamos. - comenta Eliot.

- ¿Cómo? - inquiere Alaric -. El hombre se ha negado rotundamente. Nos echó de la tienda.

- Ya se nos ocurrirá algo. Por lo pronto debemos hacer uso de la prueba que tenemos para hacer que Eduardo regrese.

- No. - dije de manera contundente.

Ambos me miraron confundidos.

- ¿Acaso no querías eso? - preguntó consternado Eliot.

- Cambié de opinión - dije con sequedad -. Lo que me interesa es saber quién está detrás de esto porque no quiero que siga dañando mi reputación.

Sus ceños se fruncen al escuchar la seriedad de mis palabras.

- Amanda deja el resentimiento. - comenta Alaric.

Lo fulmino con la mirada.

- No estoy resentida, estoy dolida. ¿Te puedes poner en mis zapatos? - hablé en un tono sarcástico.

Negó con la cabeza y se enderezó en su asiento.

El trayecto fue lento, tenso y silencioso. Ninguno dijo nada más. Yo me limité a mirar por la ventana, sentía la mirada de Alaric sobre mí pero no lo miré de vuelta. Estaba un poco disgustada por todo el apoyo que le estaba dando a Eduardo y a mí no me daba crédito por mis acciones. Sé que no se trata de una competencia pero Alaric lo había dejado claro, ambos éramos sus amigos. No tenía que estar inclinada la balanza más de un lado.

Dejó a Eliot en la empresa y me pasé al asiento delantero, siguió conduciendo al apartamento.

Cuando llegamos me bajé y me introduje en el ascensor, estaba cansada, agotada, el día había sido largo y tedioso, ameritaba darme una ducha y acostarme hasta desconectarme de la realidad. Abrí la puerta con la llave de repuesto debajo del tapete y entré, caminé directo a la habitación que ocupaba y me encerré no queriendo hablar con él. Esperaba que lo entendiera.

Me desnudé y me introduje en la ducha dejando que el agua aliviara las tensiones que tenía, lavé mi cabello disfrutando del momento y enjaboné mi cuerpo para luego dejar caer nuevamente el agua.

Salí del baño y me coloqué una pijama cómoda, encendí la televisión y me acosté en la cama sintiéndola extremadamente suave, me sentía en una nube.

Eterno © |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora