Capítulo 18

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Franco y Jade habían disfrutado de una apacible velada. Él se ofreció a llevarla hasta su casa, como lo había prometido, sin embargo ella recordó que su auto estaba en su pastelería y tenía que ir por él debido a que al día siguiente lo utilizaría.

-Si quieres, mañana puedo pasar por ti... Es sábado y no trabajo-. El empresario se ofreció cordialmente, esperando una respuesta positiva por parte de la chica.

Jade lo dudó por un instante. Su cordura le decía que declinara aquella propuesta, pero su corazón a gritos exclamaba un sí.

-¿Puedo tomar tu silencio como un sí?- él cuestionó al no recibir ni un gesto por parte de la repostera.

-Sí, está bien-. Aseguró la chica, pero no del todo convencida.

-Perfecto, ¿entonces mañana a que hora nos vemos?

-A las 8:30 a.m. está bien.

-Estupendo-. él asintió y continuaron el trayecto hasta la casa de Jade.

Cuando llegaron a su destino, ambos se despidieron con un leve beso en la mejilla. La castaña se adentro a su pequeña morada con el corazón intranquilo y el cuerpo tembloroso. Un suspiro se fugó de sus labios con pesar, se sentía nerviosa y con una gran zozobra que la invadió de repente, provocando que palideciera de inmediato.

-¡Al fin llegas primita!- exclamó Henry desde la sala, cuando la vio llegar-, ¿y por qué pareces una hoja de papel humano?

-¿Qué dices?- preguntó la chica desconcertada. Apenas pudo escuchar lo último que su primo le había dicho.

-¿Qué por qué tienes la cara de un fantasma? Estás mas blanca que la nieve, ¿y se puede saber donde estabas y quién te trajo?

-Eso es mentira y por si no lo sabes se dice buenas noches- ella lo miró con fingida tranquilidad y poniendo los ojos en blanco mientras se dirigía a la habitación donde se encontraba Ámbar.

-Buenas noches, no escapes todavía que no he terminado, - él cuestionó, cruzado de brazos mientras la seguía.

-No juegues al papá estricto primito. Definitivamente ese atuendo no va contigo-. La chica sonrío tratando de controlar los sentimientos que su cuerpo reflejaba.

-Mire señorita, en esta casa hay reglas y usted no puede estar andando con cualquier fulano y además llegando a la hora que se le pegue la gana-. Henry imitó una voz gruesa, lo que provocó que la chica soltara una carcajada.

-Ya basta Henry, no andaba con cualquier fulano... Franco me trajo y si me lo permites veré como se encuentra mi amiga Ámbar- aseguró abriendo lentamente la puerta de la habitación de la rubia.

-Pensé que no había nada entre ustedes- el rubio le dedico una mirada coqueta, la cual Jade ignoró negando con la cabeza-. Está bien, ya entendí que no me quieres contar... yo veré televisión un rato más y luego me iré a descansar- indicó el chico y bajó de nuevo los escalones.

La castaña se adentro con cautela al dormitorio, pensando que su amiga ya se encontraba dormida. Sin embargo ella aún permanecía despierta.

-Hola hermosa- saludó la repostera, al ver a su amiga leyendo un libro.- ¿Cómo te sientes hoy? ¿Cómo te ha tratado el tonto de Henry?- preguntó sentándose en el borde de la cama.

-Hola Jade, no puedo dormir, el bebé anda súper inquieto y con relación a Henry, pues... me ha tratado bastante bien- refirió dubitativa.

-No te veo muy convencida, ¿me estás ocultando algo?- la castaña la miró seriamente, con el propósito de interpretar  el semblante de la rubia.

El Chico De NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora