Capítulo 19

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Hacía tres meses que Franco se había mudado a su nueva casa. Él y Jade cada vez eran más cercanos y aquella compañía femenina reconfortaba su corazón, haciéndole olvidar los malos ratos que Allison le provocaba con su incansable hostigamiento y, aunque el empresario le dejó en claro que jamás regresaría con ella, la mujer de melena negra se rehusaba a darse por vencida y su tenacidad en volver con su ex prometido, cada día resultaba más abrumadora.

Por otro lado la madre de Franco tampoco se quedaba atrás, ella era muy persuasiva si se lo proponía, por lo cual ambos terminaban discutiendo cuando tocaban el tema de la pelinegra.

«El duo maquiavélico no pretende bajar la guardia, ellas no se dan por vencidas, sólo espero que la cordura no me falte o sin duda cometeré un crimen», Franco caviló antes de responder a las insistencias de Allison a través del teléfono móvil. 

-¡No quiero ir a ningún lado contigo Allison! Entiéndelo- exclamó enojado y finalizó la llamada mientras entraba al elevador de la empresa. Aquella mujer lo agobiaba y el simple hecho de escuchar su voz lo irritaba.

Era jueves por la tarde y Franco tenía planes de visitar a Valentina para que juntos fueran al zoológico. Hacía ya una semana que él no veía a su hermana, debido a las recurrentes discusiones con su madre. Por lo tanto, durante el trayecto a su antigua casa, rogaba que Helen no estuviera para amargarle la existencia. Sin embargo sus súplicas no tuvieron resultados positivos porque al llegar a su destino, la primera en recibirlo fue su madre...

El empresario tocó el timbre tres veces. Antes podía entrar a esa casa cada vez que le daba su gana, pero la mujer que lo engendró se lo prohibió quitándole las llaves. Él no quiso objetar nada porque al fin y al cabo ese ya no era su hogar, sin embargo lo que más le dolía era no poder ver con frecuencia a su hermanita.

 Él no quiso objetar nada porque al fin y al cabo ese ya no era su hogar, sin embargo lo que más le dolía era no poder ver con frecuencia a su hermanita

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-¡Hola querido, qué gusto verte!- Helen recibió a su hijo, envolviéndolo en un frío abrazo. Ser afectuosa no era una de sus cualidades y ese día no era la excepción.

-Hola madre, ¿cómo estás?- él preguntó separándose de ella.

-Muy bien querido, tu visita me alegra.

-Me da gusto verte madre-, mintió.

 Él no sentía alegría al ver a su progenitora, pero tampoco la odiaba, simplemente le resultaba sumamente frustrante que ella quisiera tener el control de una vida que no le correspondía.

-Me temo que no me quedaré por mucho tiempo, sólo vine a recoger a Valentina.

-¿A dónde piensan ir? Ahora veo porque estaba como loca arreglándose.

-Vale quiere ir al zoológico.

-¿Sólo ustedes o también irá la pastelerilla esa?

-Sólo nosotros dos y por favor no te dirijas a Jade en ese modo- exigió con una mirada de desaprobación. Comentarios humillantes como aquel encendían la cólera que intentaba mantener apaciguada.

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