—¡Quítate!
Pegué un salto cuando, detrás de mí y como un vendaval, una escuálida pelirroja pasó deslizándose en su patineta a una velocidad que consideré totalmente imprudente.
—¡Ojalá te caigas!—le grité a mi hermana aún con los pelos de punta y aferrándome a un poste de luz con la mirada histérica.
Apenas alcancé a oír su risa mientras que se alejaba. Tenía una técnica impecable por lo que era improbable que se cayera, tenía las rodillas levemente flexionadas y el torso inclinado hacia adelante mostrándose segura y relajada, como siempre.
No había día que no lograra tomarme desprevenida. No veía qué era lo encontraba gracioso al pasar cerca de mí con su espantoso skate, su insoportable zigzagueo y su sonrisa burlona.
La maldije mientras que bajaba por la calle, pero tenía sus auriculares puestos, así que supe que no podría escucharme. Llevaba puestos unos jeans rotos y gastados, un buzo demasiado grande para ella y un gorro a rallas que combinaba con sus vans. Típico atuendo de April. Si no fuera por el cabello, nadie identificaría que éramos mellizas.
La calle estaba más o menos desierta, así que caminé sin preocupaciones con el frío metiéndose por mis manos desnudas hasta que luego de unas largas cuadras de caminata, un edificio antiguo e imponente apareció delante de mí.
La escuela estaba repleta de adolescentes ingresando por las enormes puertas negras, sentados en la entrada y matando el tiempo antes de que el timbre de comienzo de clases sonara.
Pude ver a April con su patineta bajo el brazo saludando a sus amigas bravuconas con un golpe de puños. Todas parecían haber salido de un tarro de basura.
—¡Hey!—alguien habló detrás de mí y antes de darme vuelta supe que de trataba de Logan, su voz ronca era inconfundible—¿Cómo fue tu fin de semana?
Victoria estaba detrás de él, llevaba un abrigo gris y su cabello rubio recogido en una trenza muy bonita. Sus botas parecían nuevas, hacían que sus piernas se lucieran más glamorosas de lo que ya eran y sus dedos largos y pálidos sostenían un par de papeles que supuse que serían la tarea para el día de hoy.
Los saludé a ambos con un corto abrazo. Logan me tendió un vaso de cartón con mi café preferido y le sonreí agradecida, no había conseguido desayunar nada.
—Pues... silencioso, lluvioso y solitario, ¿qué hay de ustedes?—contesté mientras que los tres caminábamos hacia la puerta.
—Fuimos a comer juntos el sábado por la noche y después vimos una película en el sofá prohibido del sótano—el tono de voz de Vicky era cauto y tranquilo, como si quisiera decirme que sus planes no habían sido la gran cosa—. Dormimos en casa y el domingo jugamos al básquet con el hermano de Logan y sus amigos hasta que comenzó a llover. Cuando el chaparrón se detuvo, decidimos ir a ver el atardecer al río.
—Suena divertido—acoté tomando mi bolso con fuerza que caía sobre mi hombro pesadamente.
—En realidad, no fue nada de otro mundo.
Les sonreí a ambos negando con la cabeza. Tan sólo imaginarlos hacer todas esas actividades sin mí, me hacía sentir como un bicho raro.
Recordé todo lo que había hecho yo: tés con miel sentada en el bow window de mi ventana mientras que leía un libro de historia griega, telenovelas con mi madre hasta que se quedara dormida, cocinar galletas integrales con April intentando no arrancarle la cabeza.
Me gustaba pasar bastante tiempo sola, en casa, haciendo lo que yo quería y a aveces compartiendo tiempo con mi mamá cuando April no estaba alrededor o molestando. Pero con sólo oír que Logan y Vic habían pasado el fin de semana juntos, me entraban ganas estallar, yo también quería pasar el rato con mis amigos.
Pero reglas son reglas y para eso están, ¿no?
—Hoy podríamos salir a hacer algo juntos quizá—sugirió Vic cuando entramos en clase.
—Yo estoy disponible—dijo Logan, su emoción estaba presente en el tono de voz.
—Capaz cuando termine mi turno en la florería—agregué casi susurrando. El aula estaba llenándose de gente y uno a uno, iban ocupando sus respectivos asientos—. Mi madre me necesita esta tarde.
Ambos hicieron silencio y asintieron sin opinar nada, pero sabía que los dos estaban de acuerdo conque siempre tenía una excusa para arruinar los planes.
—No es mi culpa, chicos...—levanté los hombros e intenté que la voz no me sonara entrecortada.
—Lo entendemos perfectamente, June, tranquila.
Vic apoyó la cabeza en mi hombro y Logan tomó mi mano. Apreté la mano de Logan y me dejé caer lentamente sobre el calor que emanaba Vic, obligándome a sonreír.
—Podemos acompañarte si quieres—comentó Logan con algo de duda.
—Y luego podríamos tomar algo en el centro.
—Suena excelente.
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Capítulo Próximamente editado.
Por favor, no continúes leyendo, no he terminado de editar y algunos detalles podrían confundirte.
Se depide, SAM.
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No le digas a mamá [editando]
Roman pour Adolescents"¿Cómo dejar de querer lo que sin querer empezaste?" Esa es la pregunta que te haces unos días después de conocer a William Parrishmane, porque si tienes una madre como la mía, él resultará ser el secreto que debas mantener. Historia más votada en:...