Capítulo 30: Jaque Mate.

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June:

-¡Genevive! -gritó el profesor Fleetwood por cuarta vez -¿Puedes contestar lo que acabo de preguntar?

Me mordí el labio avergonzada y miré las gotas que caían por la ventanilla.

No estaba prestando atención, no quería hacerlo, quería correr y decirle a William que estaba comportándose como un imbécil, que jamás amaría a otro como él, aunque Axel...aunque Axel sea una persona muy dulce.

-No, profesor -contesté débilmente y sin ganas de hablar, por lo cual todos me miraron confundidos. Nunca había negado ante una pregunta, siempre me sabía todas, pero no escuché qué fue lo que Fleetwood dijo, ni quiero saberlo.

Él asintió decepcionado y continuó.

-¿Garret, responderías a mi pregunta, por favor?

Luego de que el chico contestara, tomé mi bolso y mis cosas, me disculpé con el profesor y salí de clase con las miradas puestas en mí. No podía estar allí, así que fui caminando hasta casa con el leve diluvio mojándome entera.

Las calles estaban algo solitarias y no esperaba lo contrario siendo las 8:40 de la mañana. Sin pensarlo, mis pasos me llevaron a la cafetería y otra vez, tan involuntariamente como había llegado hasta aquí, sonreí al notar que Axel limpiaba unas mesas para que una familia se sentara.

Entré al lugar que tenía el mismo aspecto sombrío que la otra vez. Las mesas estaban acomodadas por todas partes y las sillas estaban ubicadas perfectamente debajo de ellas. Podía oler el dulce aroma a medias lunas y cafés recién preparados, había pocas personas comparada con la cantidad del otro día y eso me agradaba bastante ya que no quería mucho escándalo.

Cuando la campanilla de la puerta sonó indicando que yo había entrado, Axel levantó la vista y me sonrió ampliamente.

-¿No tendrías que estar en clase? -me preguntó luego de darme un beso en mi mejilla.

-No podía estar allí.

-¿Por qué no? -preguntó luego de haber vuelto con una bandeja cargada con dos tazas de café y pastelillos de manzana -No me digas, el ese rubio oxigenado se puso celoso y no quiere decirte ni la hora. Ese tipo me enferma, es un idiota.

-A veces estoy de acuerdo contigo. -reí -Me molesta que no confíe en mí.

-Lo que pasa es que es un desagradecido, yo confiaría en ti ciegamente.

Sonreí algo sonrojada.

-¿Por qué dices eso? -le pregunté -Nos conocemos hace muy poco.

Se quitó el delantal al darse cuenta de que no tendría clientes por mucho tiempo. Me miró con sus enormes ojos y luego de beber un sorbo de café sentenció:

-Eres una persona de la que estoy seguro que no me hará daño y por eso voy a mantenerte junto a mí -dijo tan honestamente que la sonrisa que le regalé fue una que jamás le había dado a nadie.

Mi cuepo se estremeció cuando la vibración de mi celular comenzó y no se detuvo hasta que contesté la llamada la cual provenía de mamá, pero ella cortó después de haberle dicho un simple "hola" y cada vez que mamá hacía eso, significaba que cosas graves estaban pasando.

-Tengo que irme.

-¿Qué? Pero si acabas de llegar.

¿Eso significa que quiere más tiempo conmigo o...?

¡Concéntrate!

No le digas a mamá [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora