No le digas a mamá [editando]

Capítulo 31: La huésped.

June:

Me alejé de todos ellos lo más rápido posible y de un empujón abrí la puerta para que el taxi que más rápido pasara por allí, me llevara lo más lejos que pudiera.

Para mi suerte, un auto con los mismos colores de una abeja pasó lentamente junto a mí y llegué a pararlo, me subí a él y le dije la única dirección que me sabía muy bien:

El hotel de Axel.

Cuando llegué allí, mojada por la lluvia que no había cesado desde que puse un pie fuera de casa, le pedí disculpas a la recepcionista que esta vez sí se encontraba en su puesto, y aunque me dijo que aguardara, subí rápidamente a la habitación de Axel.

-¿June? ¿Qué haces aquí? -me preguntó abriendo la puerta justo después de haberla tocado -¿Y esas maletas?

-Tengo un gran favor el cuál pedirte, Axel. -y entré a su departamento sin siquiera preguntarle si me dejaba pasar -Tuve una gran pelea con mis padres y necesito un lugar donde quedarme, no quiero volver ahí y si no puedo estar aquí, tendré que irme a la calle.

Él me sonrió ampliamente y asintió.

-Por supuesto que puedes quedarte, June. -tomó mis maletas y me condujo hasta su habitación en donde las dejó todas acomodadas al pie de la enorme cama -Esto será temporal, ¿o no?

-Asumo que sí -respondí fregando mis manos por el frío.

-¿Y por qué no fuiste con William? -preguntó.

Era raro que lo llamara por su nombre.

-Él está enojado conmigo y yo no voy a dirigirle palabra hasta que piense claramente como antes lo hacía.

-Y si no hubiesen estado enojados, ¿hubieras venido conmigo?

Lo pensé por un momento.

-Sí -si le hubiera dicho lo contrario, me hubiese sacado a patadas y eso, por el momento, no era necesario.

Instalamos mis cosas allí y juntos fuimos hasta la cocina a charlar mientras servía jugo de frutas en vasos limpios.

-¿Y qué fue lo que sucedió con tus padres?

-Estaban molestos porque no dormí en la casa la otra noche -suspiré sintiendo mis mejillas arder por la furia que de repente volvía.

-No es para menos.

-Sí, es lo que yo...espera, ¿qué? ¿¡Qué no es para menos!? ¡Explotaron mi cabeza con un sermón que duró medio año!

-Ponte en su lugar. -me contestó sin elevar su tono de voz y con su expresión seria -Sí tuviera una hija, y una noche no viene a dormir a casa, y luego me entero de que estuvo en el departamento de un chico...no lo sé...¿Tú no harías lo que tus padres? ¿Darte un sermón?

-¡Es que estoy harta de sermones! ¡Ya no soy una niña y puedo hacer cosas por mi cuenta!

-Oh, vamos, June, -dijo sentándose sobre la mesada -no tienes 20 años, ni te manejas sola aún.

-¿Estás queriendo decir que soy una niña? -pregunté irritada.

-No una niña, pero sí una chica muy testaruda. -afirmó sonriente -Me refería a que todavía eres la responsabilidad de tus padres y se preocupan mucho por ti, June. Apuesto a que ahora mismo deben estar más preocupados.

Ese rato sin decir palabra dio a entender que él tenía la razón y quería golpearlo por eso.

Terminó su vaso de jugo y me miró de reojo.