Desperté a eso de las siete de la mañana, me vestí con ropa cómoda para ir al gimnasio y de allí al prostíbulo.
-Avalon ¿Estas lista?- Preguntó Julieth. Entrando a mi habitación con su short deportivo neon.
-En un segundo- Arreglé mi cola de caballo y ambas partimos al gym- Matt me escribió ayer.
-¿Qué quería?
-Dijo que hoy me tenía una sorpresa- Puse mala cara- No me gustan las sorpresas. ¿Que tal sí la sorpresa es alguna cosa que odie?
-¿Podrías por una vez en la vida dejar de pensar negativo?- Habló molesta- Mierda Avalon, el hecho de que día a día veas hombres horribles no significa que toda la población masculina sea así.
Oh Julieth en la escala del uno al diez para dar consuelo tienes un menos cero y sí hay algo más bajo que eso pues también.
-Julieth…- Hablé bajito para medir su reacción antes de disculparte, ella era muy temperamental a veces.
-Julieth nada- estalló deja de pensar tanta mierda.
-Oh-Miré al suelo- seguimos caminando en silencio. En un silencio realmente incómodo.
-Disculpa, es que me enojé.- Habló pasando su brazo por mi hombro.
-No importa, háblame de Christian.
-Me invitó a una fiesta el sábado, mejor dicho, nos invitó.
-¿Es que estos niños solo saben ir de fiesta?- Ambas reímos.
-Al parecer sí, su pobre hígado debe de llorar todos los fines de semana- Ambas estallamos en risas.
-Oh el hígado del casanova debe estar algo mal.
-Vamos que llegaremos tarde - caminamos rápido y al llegar hicimos unos cuantos ejercicios aeróbicos con el entrenador y luego de terminar iríamos a almorzar.
-¿Comemos ensalada?- Pregunté de camino a un local donde se que son muy buenas, pero al voltear y ver a Julieth mirarme con una ceja elevada volví sobre mis pasos.
-Amiga comerás tú, porque yo quiero ir a Mc’Donals, me lo merezco.
-Ambas, Mc’Donals será- fuimos al primero que encontramos y comimos como si no hubiera mañana, las personas nos miraban como si nunca en nuestra vida hubiéramos probado una hamburguesa.
-Esto sí que es la gloria- Habló Julieth con la boca llena.
-Esta comida la prohíbe Stefano.-Torcí la boca
-A la mierda con Stefano, a partir de ahora vendré aquí una vez a la semana, contigo o sin ti.
-No vendrás sola amiga, tranquila- Terminamos de comer y nos regresamos al departamento.
-¿A qué hora tienes tu primer cliente?- Preguntó Julieth.
-En dos horas, el bastardo vendrá a las 3- Puse cara de asco.
-¿Quieres que diga lo de siempre?- Colocó una mano sobre mi hombro.
-Tranquila, me lo sé de memoria- Le guiñé un ojo y fui directo a ducharme, lo único en lo que podía pensar era en que no me tocara un viejo de esos asquerosos que podrían ser mis abuelos.
***
-¿Llegó mi cita de las tres?- Pregunté entrado al prostibulo.
-No America- Respondió el rubio de la recepción- Pero ya no debe tardar.
-Gracias- Caminé hasta la habitación que he tenido asignada durante todo un año y me coloque con calma el baby dolls y mi antifaz mientras repetia en mi cabeza las palabras de Julieth, a los pocos minutos tocaron la puerta me apresure en abrir con una sonrisa falsa que se esfumo al instante no podia creer a quien tenia frente a mi. Me fallo la respiración y sentí una punzada en la cabeza aunque también de decepción al saber que el venía a estos lugares y que sí en algún momento nos acostariamos no quería que fuera así. Vestía una camisa de algodón blanca y pantalones tejanos, lucía adorable y olía delicioso. Me aclare la garganta y le abrí más la puerta a Matt.
-America ¿no?- Dijo con su sonrisa playboy. Sentia que el aire me seguía faltando y que mi lengua habia sido arrancada de mi boca pero era hora de montar mi mejor actuacion asi que volvi a mostrar mi sonrisa falsa.
-La misma- Lo tomé del brazo y lo hice entrar.
-¿Y ni una palabra de cariño?- Empezó a reir.- No se sí lo sepas pero no soy un hombre fácil.
-¿Por que ríes?- Pregunté mordiendo mi labio.
-Por nada preciosa.
-¿Por donde quieres empezar?- Di una vuelta haciendo que mi cabello se moviera pero lo unico que hacia era reir. Y entonces caí en cuenta, el sabía que era yo- ¿Algun problema?
-Ninguno America- Se acercó a mi.
No,no,no. Retrocede, vete.
-Parece que tendré que poner orden aquí, quitate la camisa.
-Si Señora- Hizo un saludo militar y se la quitó, tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para recuperar la respiración. Tenía el torso de un Dios griego, marcado perfectamente con un tatuaje en el pecho del lado del corazon con la palabra "Abby" y otro en su hombro derecho que seguia hasta su espalda.
-Mu... muy obediente.
-Si me permite yo quisiera quitar algo- Me tensé.
-Toda tuya- Me tomó por la parte de atras de mi cabeza para retirar mi antifaz- Alto, eso es parte del disfraz.
-Avalon... ¿Tú de verdad crees que ese diminuto antifaz oculta quien eres?- Maldición, ¿y ahora donde me escondo? Que se habra un hueco en la tierra y me arague. Bajé la mirada y deje que retirara mi antifaz.
-Bueno ya sabes que soy yo, así que haz lo que viniste a hacer- me senté en la cama y el dio una débil sonrisa mientras se arrodillaba para quedar cara a cara conmigo.
-Segun tú ¿Qué vine a hacer?
-Matt... Sr Growney, es un prostibulo y yo soy prostituta.
-¿Y?
-¿Y? Se supone que vienes a...- Cubrio mis labios con su dedo.
-¿Tú de verdad crees que vengo a follarte como si fueras cualquier cosa?- Retiró su dedo y pasó una mano por su cabello- ¿Tan mal tipo te parezco Avalon? No soy un insensible de mierda.
-Disculpa, la costumbre- Aparté la mirada.
-Nena...- Quizo tomar mi mano pero la aleje.
-Matt esto es lo que soy, y por desgracia no puedo cambiarlo, no puedes decirle a nadie lo que soy. Por favor- Sentí como mi voz se quebraba así que cubrí mi rostro con ambas manos. Maldición no llores, no frente a él.
-No nena por favor- Me tomó de las muñecas- No pongas un muro delante de mí. Entiende que yo no soy como los demas, no vengo a hacerte daño- Sujetó mi rostro y podía sentir su respiración chocar contra este.
-Me imagino que te preguntas como termine en este lugar- Lo miré.
-Por supuesto, pero en este momento solo puedo pensar en una cosa.
Había un espacio de tiempo entre nosotros, lo suficientemente cerca para besarnos pero aún sin hacerlo, existia ese miedo a descubrir al otro, a parecer demasiado vulnerable. En un momento nuestros labios se unieron poco a poco, ambas bocas moviendose sin apuro, con total calma apreciando el momento en el que estabamos unidos. Sentí como coloco sus manos sobre mis hombros, fijas allí por respeto hacia mí, pudo tocar cualquier parte de mi cuerpo era suya en ese momento y aún así las dejo sobre mis hombros, se separó lentamente de mí, lo suficiente para que nuestros labios se rozaran pidiendo permiso para mas. Permiso que estaba dispuesta a darle.
-Matt...
-Nena no hables, no ahora- Me miró fijamente, ambos estabamos respirando de la exhalación del otro, respirando el mismo aire, me volvió a besar lentamente poniendo sus manos en la raíz de mi cabello para jugar con el, acariciando mi mejilla valiéndole más mi cara que cualquier otra curva de mi cuerpo.
Y eso me encantaba.