Abrí mis ojos de mala gana gracias al sonido de mi nuevo despertador, lo apagué y fui directo a tomar una ducha, cepillé mis dientes y me vestí con una blusa blanca de tirantes, una chaqueta, unos jeans y unas zapatillas. Salí a la sala y vi a Julieth haciendo el desayuno.
-Huele bien- Dije tomando un vaso de jugo de naranja.
-Esto debe de ser un milagro, Avalon despierta antes del medio día- Rió julieth mientras servía nuestros huevos con tocino.
-Hoy es un día importante, no puedo quedarme dormida.
-¿Ya pensaste que le dirás a Stefano?
Suspiré- No quiero hablar de eso.
-Vamos a practicar ¿si? Un juego de roles, yo seré el viejo y tú serás tú.
-De acuerdo.
-Entonces preciosa ¿Qué querías preguntarme?- Julieth hizo el intento de colocar la voz gruesa.
-Quería saber sí puedo salir hoy con mi madre.
-Bueno preciosa te dejaré ir con una condición.
Un nudo se formó en mi estómago- ¿Cu...Cual?- tartamudie.
-Tendrás que acostarte conmigo.
Comencé a llorar- No por favor- Julieth comenzó a reír.
-Avalon eres una excelente actriz, de verdad pensé que estabas asustada- Dijo con su voz normal. La miré aún llorando.
-No estoy actuando.
-Maldición Avalon era sólo un juego, calma.
-Tengo miedo de lo que pueda decir Stefano.
-Tranquila Avan todo saldrá bien- Dijo mientras acariciaba mi hombro.
Pocas veces la hora del desayuno es agradable, por una u otra razon siempre estoy de mal humor o llorando. Realmente no lo disfruto como deberia.
- Hora de irnos-Julieth se limpió la comisura de sus labios.
-Sí- Dije mientras me levantaba y lavaba todo lo que utilizó Julieth. Salimos del departamento y bajamos a la entrada a tomar un taxi.
-Respira Avalon, necesitas ese permiso de lo contrario tu mamá va a comenzar a sospechar.
-Lo sé Julieth- El taxi nos dejó a una esquina de afrodita, no podía saber que dos chicas iban a un prostibulo. Siempre haciamos lo mismo.
-Suerte- Dijo Julieth caminando hacia su respectiva habitación.
-Gracias- Dije mientras caminaba hacia la oficina de Stefano. Suspiré y toque la puerta.
-Adelante- Al entrar vi como una chica lloraba y lloraba cerca del escritorio de Stefano. Seguro es otra víctima- Hablamos después- Dijo Stefano a la chica.
-Hasta luego- Respondió y salió rápidamente.
-¿Qué puedo hacer por ti, belleza exótica?- Dijo mientras sonreía.
-¿Por qué la chica lloraba?
-Digamos que es otra mas del negocio.
Sentí como la rabia se apoderaba de mi- ¿También la engaño?- Asintió.
-Efectivamente América, pero no es la gran cosa.
-¿A qué se refiere?- Dije apretando los dientes.
-La chica es bonita seguro atraera clientes, pero no como tú, me saqué la lotería contigo muñeca.
-Maldito- susurre.