5. Príncipes que engañan

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Anne volvía al mundo de los sueños, pero esta vez, no estaba ni en la capital ni con Dave. Estaba tumbada y se miró la pierna a medio vendar. Había un joven a su lado sacando unas vendas de la cartera. Cuando este se dio cuenta de que Anne se despertaba, la apuntó con la pistola.

- ¿Quién eres?

En ese momento, el cerebro de Anne la hizo saber que en ese sueño ella era una espía que al regresar hacia su país fue alcanzada por una bomba. El chico la encontró y la llevó a un lugar seguro.

- Me llamo Anne. ¿Dónde estoy?

- En territorio enemigo. Debería matarte.

- ¿Por qué no lo has hecho?

- Porque ya no cumplo órdenes, he huido. Me había alistado en el ejército para cruzar la frontera y encontrar a mi hermana. Nuestros padres fueron tomados prisioneros por la gente de tu país.

- Siento oír eso...

- ¿Y tu qué haces a este lado de la frontera?

Anne no sabía qué contestar. ¿Debía ser sincera con el chico tal y como él lo fue con ella? La huida de un soldado suponía la muerte pero él se lo dijo de todas formas. Decidió arriesgarse también.

- Me enviaron como espía.

Al oír aquello, el chico esbozó una sonrisa irónica y dijo en voz alta:

- ¿Habéis oído, colegas? Lo ha admitido y todo.

Anne sintió un escalofrío y se levantó, echando a correr, pero cayó debido a que su pierna estaba malherida. No sentía un dolor físico, ya que era un sueño después de todo, pero sentía como si su pierna estuviera dormida y no la podía mover. Se dijo a sí misma que todo era psicológico y que no le hacían falta las piernas de la realidad para andar en los sueños, pero aun así no creyó que fuera posible, por lo que no pudo moverse.

Varios soldados la rodearon y se dio cuenta de que el chico nunca tuvo intenciones de salvarla. Le miró con odio mientras se la llevaban. Él se desvistió de la ropa de soldado y lució vestiduras de príncipe.

"¿Todos los príncipes son igual de odiosos en los sueños?" se preguntó Anne, suspirando. "En los míos se ve que sí".

***

Entretanto, Dave aún estaba despierto, mirando el álbum de fotos de la familia. Había algunas fotos de su hermano cuando era pequeño y una foto borrosa de su graduación. De él había más fotos de cada etapa de su vida. Recordaba esos días en los que sus padres aún tenían tiempo para él, antes de que empezaran a lloverles las ofertas y hacerse más y más famosos. A veces se preguntaba si esa fama se iría tan rápido como vino.

Su padre compraba casas y pisos en varias ciudades y su madre guardaba el 20% de sus ganancias en una caja fuerte lejos de donde vivían y lo hacía mediante una persona de confianza a la que era transferida el dinero y esta se encargaba de llevarlo a la caja fuerte usando un disfraz y un coche nuevo cada vez. El plan era a prueba de espías, aunque Dave pensaba que todo eso no era necesario. Con esconder el dinero en manzanas por ejemplo y llevarlas a ese sitio nadie sospecharía.

Se podría decir que sus padres sí que estaban preparados por si algún día la fortuna les abandonaba.

Cerró el álbum.

"Quizá mis padres tienen una foto más decente de mi hermano en su juventud, antes de desaparecer. O al menos que sepan dónde conseguirla", pensó Dave, "aún estamos en septiembre... En navidad podré ver a mis padres y preguntarles".

Miró la hora y vio que era tarde. Se dijo a sí mismo que Anne ya estaría durmiendo y seguramente esa noche se encontrarían en sueños distintos.

Acabó durmiéndose en la mesa con la cara en el álbum.

En su sueño estaba en el cuento de Cenicienta, la versión de Disney. Veía cómo el hada madrina la transformaba y ella obtenía ese bello vestido, el peinado y los zapatitos de cristal, que en el cuento original en el idioma original debieron ser de cuero bueno y caro pero al confundirse los términos por la homofonía, el cuero acabó por traducirse al cristal (o eso dice una teoría, que le da más sentido al cuento ahora).

Dave se sentía raro. Tuvo un presentimiento de que su aspecto había cambiado y que en el sueño era otra persona... O lo que fuera. Embelesado por la transformación no se había parado a pensar en el papel que tenía en el sueño. Miró abajo y vio que ya no tenía pies. Entonces le quedó claro.

- ¡Soy un caballo! Genial... ¿Por qué no me tocaría de príncipe y cambiaba la historia? ¿Qué pasaría con Cenicienta si el príncipe no la quería? ¿Y si él ya sabía quien era ella desde el principio? ¿Cómo acabaría si ella no se dejaba el zapato?

Las preguntas en su cabeza se sucedían y cuando se dio cuenta, habían llegado al baile.

"Ojalá pudiera entrar", pensó Dave," quiero ser el príncipe y saber cómo se siente".

En ese momento, se vio teletransportado al salón de baile. Vio muchas jóvenes bellamente vestidas y delante de él, las dos hermanastras de Cenicienta, haciendo una reverencia.

- ¡Soy el príncipe!- exclamó.

Todos le miraron extrañados y Dave se tapó la boca, avergonzado. Se le ocurrió un plan y se rió por lo bajo. Su padre, el rey, observaba desde el balcón, preguntándose si su hijo se encontraba bien y el duque, a su lado, trataba de contener la risa. Dave vio a Ceninicienta desconcertada y fue hacia ella. Empezaron a bailar. El rey se fue a dormir y el duque se quedó al mando de producir un buen ambiente. Dave, mientras bailaba con Cenicienta, mediante señas le dio unas indicaciones al duque. Éste fue a cambiar la hora del reloj con 10 minutos.

Dave la llevó a un lugar donde no les pudieran ver y entretuvo a Cenicienta hasta que fueron las doce. Ella miró al gran reloj y vio que aún podía quedarse cinco minutos más, pero prefirió no arriesgarse. Le dijo al "príncipe" que debía irse y él le dijo que la acompañaría. Cuando pasaban por la sala del baile la transformación tuvo lugar y Cenicienta quedó en harapos delante de todos.

***

El despertador sonó y tanto Anne como Dave vieron interrumpidos sus sueños. Cuando se encontraron de camino al instituto, tenían mucho que contarse.

- ¿De verdad?¿Una espía siendo engañada por el príncipe?- se rió Dave.

- Y tú también has sido príncipe y has engañado. Pobre Cenicienta, te odiará de por vida- dijo Anne.

- Pues pienso que se lo tiene merecido por dejarte mal en el baile de la capital.

- ¡Pero si fue por culpa de Edward que me dejó mal!

- Aun así, quiero ver qué cambios provocará esto en la historia. Quizá si vuelvo a soñar con esto seré otra persona del sueño y veré la reacción del príncipe- rió Dave por lo bajo.

Llegaron a la clase y cuando entraron se quedaron helados. Pensaban que ya no tendrían que volver a saber nada relacionado con el suceso de la mañana del día anterior, que produjo que llegaran tarde. Las cosas se complicarían.

Hazte REALIDAD o Conviérteme en SUEÑO #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora