26. La habitación misteriosa

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Dave invitó a Anne a su casa a una partida de bolos. Según él, era para celebrar que ella ya caminaba. Anne aceptó encantada. De camino, vio a un chico acorralando a una chica contra la pared. Se paró a ver mejor qué sucedía y se dio cuenta de que era Cezare.

- ¿Cómo te atreves a volver sin avisar?- sonó el tono intimidante de Cezare.

Anne se acercó para cantarle las cuarenta sobre cómo debía tratar a las chicas, sorprendiéndose también por la actitud de Cezare que hacía mucho que no mostraba.

- Cezare, ¿que porras...?

Él la miró y Anne vio mejor la cara de la chica. Entonces lo comprendió todo.

- ¡¡¡Luisaaaaa!!!

Corrió a abrazarla, apartando bruscamente a Cezare. No se podía creer que estaba allí y reaccionó instintivamente. Luisa le devolvió el abrazo, aliviada de escapar de la presión de Cezare. Aún le gustaba pero hacía tanto tiempo que no le veía que se había desacostumbrado a sus maneras. El chico se quedó mirándolas con una sonrisa, casi envidiando lo fácil que era para ellas saludarse mientras que él ni sabía cómo reaccionar.

- ¿Volverás al teatro?- preguntó Anne.

- Sí, claro. No sabes cuántas ganas tenía de volver a hacer todo lo que hacía aquí.

- ¿Eso me incluye?- preguntó Cezare.

Las chicas le ignoraron por completo y continuaron hablando.

- Yo también quiero volver al teatro, retomar el lugar que me corresponde. Dentro de una semana hay otra función. ¿Crees que recordarás tu parte?- se entusiasmó Anne.

- No dejé de ensayarla siempre que podía. ¿Y a ti qué te pasó que no fuiste a teatro?

- Es una laaarga historia...

- Por cierto, os he traído recuerdos a ti, a Dave y a Cezare- dijo Luisa mostrando una bolsa.

- Iba hacia su casa ahora mismo. Le preguntaré si os podéis apuntar a los bolos con nosotros.

Una rápida llamada a Dave confirmó la invitación y los tres se dirigieron a su casa. Dave había preparado todo un banquete en el salón.

- Con que solo una partida de bolos...

Anne sonrió. Dave realmente era encantador, siempre haciendo cosas por ella.

- Seguro que estás pensando: "con algo como esto me volvería a enamorar"- bromeó Cezare, susurrándo al oído de Anne.

Anne enrojeció y no pudo evitar pensar en sus palabras. Dave les invitó a sentarse y en cuanto probaron la comida no pudieron contener palabras de admiración.

- Cocinas genial- se sorprendió Luisa.

- Claro, ya que me hago yo la comida al menos la haré para que me encante lo que como.

Anne se quedó sorprendida y tomó nota mental para sí misma de cocinar su propia comida como más le gustaría que fuera y disfrutarla, no para hacer algo rápido por falta de ganas o tiempo y llenar el estómago.

Luisa les dio los regalos. Cada uno recibió una bola de cristal con un palacio y nieve falsa dentro, que al agitarla, la nieve empezaba a caer. Anne miró mejor la bola y le resultó familiar ese palacio.

- ¿No os parece que el palacio es igualito al de Edward?

Dave y Cezare asintieron, al parecer también se dieron cuenta. Luisa sonrió:

- A mí también me lo pareció y por eso los compré. He estado investigando y este palacio no existe. Al parecer, el vendedor las había encontrado en su desván y decidió venderlas. Hacía poco que compró la casa y estaba vendiendo lo que antes había ahí y no le interesaba.

Hazte REALIDAD o Conviérteme en SUEÑO #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora